A pesar de que el nivel de confianza en los medios es bastante alto, los periodistas belgas se enfrentan, en ocasiones, a agresiones e intimidaciones cuando cubren manifestaciones. Las frecuentes amenazas en Internet están principalmente dirigidas a las mujeres. Aunque el sector de los medios está protegido por un marco legislativo eficaz, la censura previa dictada por un tribunal en 2023 es un incidente preocupante.
Panorama mediático
Bélgica, formada por la Valonia francófona y el Flandes neerlandófono, tiene tres mercados mediáticos contando con la parte germanófona, bien diferenciados, pequeños y que apenas compiten entre sí. Un reducido número de empresas, propiedad de un puñado de familias pudientes con diversos intereses económicos, dominan la prensa escrita diaria. El Estado belga gestiona las grandes radiotelevisiones regionales, RTBF y VRT, a través de sus consejos de administración, formados por representantes de los principales partidos políticos.
Contexto político
A pesar de la presencia de representantes políticos en los consejos de administración de RTBF y VRT, los entes públicos están, en principio, protegidos de las presiones políticas. El Consejo Superior Audiovisual francófono (el CSA) y el flamenco (el VRM) representan las distintas tendencias ideológicas, y garantizan así la pluralidad de las diversas corrientes de expresión.
Marco legal
Aunque Bélgica carece de una ley de prensa específica, cuenta con sólidas garantías legislativas y constitucionales. El secreto de las fuentes está garantizado por la ley federal desde 2005, y el Consejo de deontología nacional constituye una herramienta eficaz para la autorregulación de las redacciones. No obstante, la difamación sigue estando penalizada por la legislación belga. En enero de 2019, una circular con una cláusula que permitía a un juez borrar o prohibir la difusión de reportajes sin tener que justificar el motivo, causó una gran controversia en los círculos periodísticos. En 2023, un tribunal censuró una investigación de un medio flamenco sobre la conducta del antiguo presidente de Vooruit, el partido socialista flamenco, pero esta decisión fue finalmente revocada en apelación.
Contexto económico
Los medios belgas se han debilitado económicamente por el importante descenso de los ingresos publicitarios, acaparados por las plataformas digitales, y por los efectos económicos de la pandemia de Covid-19. Estas pérdidas se vieron compensadas parcialmente por el aumento de suscripciones. En 2018, un caso puso en evidencia la debilidad de la prensa ante las presiones económicas: dos periodistas del diario valón L’Avenir fueron despedidos tras revelar un escándalo financiero del grupo Nethys, principal accionista del medio en aquel momento.
Contexto sociocultural
La prensa belga goza de un buen nivel de confianza, especialmente en Flandes. Sin embargo, la pandemia de Covid-19 hizo emerger el problema de la desinformación, así como numerosas críticas hacia los medios, acusados de cubrir la crisis con un sesgo favorable hacia el gobierno. En respuesta a esta creciente desconfianza, la Federación Valonia-Bruselas aprobó, a principios de 2022, un plan de educación sobre los medios para fomentar el desarrollo del espíritu crítico de los alumnos y estudiantes de la región.
Seguridad
Los periodistas que cubren las manifestaciones, como las convocadas contra las medidas sanitarias relacionadas con la pandemia del Covid-19, fueron intimidados y amenazados por los manifestantes. También se sienten cada vez más inseguros debido a las frecuentes amenazas racistas y sexistas en Internet contra ellos. Este clima ha llevado a que algunos renuncien a cubrir eventos considerados como muy arriesgados o incluso a abandonar su actividad.