Asia-Pacífico
Filipinas
-
Clasificación 2023
132/ 180
Puntuación: 46,21
Indicador político
135
43.96
Indicador económico
122
40.20
Indicador legislativo
120
52.20
Indicador social
114
57.39
Indicador de seguridad
148
37.30
Clasificación 2022
147/ 180
Puntuación: 41,84
Indicador político
134
44.44
Indicador económico
169
23.13
Indicador legislativo
126
54.97
Indicador social
115
61.83
Indicador de seguridad
159
24.83

La prensa es extraordinariamente dinámica en Filipinas, a pesar de los ataques deliberados y del acoso continuo lanzado contra los periodistas y contra los medios críticos por el gobierno, desde 2016.

Panorama mediático

Las cadenas de radio y televisión son los medios más seguidos en Filipinas y, de entre todos ellos, el de mayor éxito es el gigante GMA-7, que concentra a cerca de un 50% de la audiencia. Su gran competidor, ABS-CBN, cuya licencia de difusión fue anulada en 2020, mantiene sus emisiones gracias a su creciente presencia en Internet. La prensa escrita está perdiendo fuelle, aunque el Philippine Daily Inquirer se mantiene como un diario de referencia, impulsado principalmente por su versión online, Inquirer.net. El digital Rappler, fundado en 2012 por la premio Nobel de la Paz Maria Ressa, ha sabido hacerse con una audiencia estable tanto en su web, como en las redes sociales. Las publicaciones regionales sufren para sobrevivir sin una fuerte presencia en Internet, como le sucede a grandes cabeceras del país, como Sunstar Baguio o Visayan Daily Star.

Contexto político

La elección a la presidencia, en junio de 2022, de Ferdinand Marcos hijo, conocido como "Bongbong", ha dejado a muchos periodistas filipinos en un estado de incertidumbre, ya que le precede la reputación de su padre, el ex dictador Ferdinand Marcos, depredador "histórico" de la libertad de prensa en el país. Antes de 2022, los seis años de presidencia de Rodrigo Duterte estuvieron marcados por numerosos ataques verbales del jefe del estado contra los periodistas, reforzados por maniobras de acoso judicial contra cualquier medio juzgado demasiado crítico con el gobierno. Durante su mandato, el Congreso rechazó renovar los permisos de difusión del grupo ABS-CBN, lo que llevó al cierre de decenas de cadenas de radio y televisión. También en ese periodo, varios portales de información, como los de la red Altermidya, fueron objeto de ciberataques liderados por los trolls pro-Duterte, pudiendo llegar a su suspensión. Aunque estos ataques parecen menos numerosos y menos violentos desde la llegada de Bongbong Marcos, siguen siendo preocupantes.

Marco legal

La Constitución de 1987 garantiza la libertad de prensa, pero, en la práctica, el derecho filipino no protege el libre ejercicio del periodismo. La difamación sigue estando penada y la periodista Maria Ressa se arriesga por ello a varias décadas de prisión, tras las acciones judiciales emprendidas contra ella por varios organismos gubernamentales. Su absolución en enero de 2023 por un caso de evasión fiscal es, sin embargo, alentadora. Por otra parte, varias leyes relativas a la propiedad de los medios o a la fiscalidad son instrumentalizadas por el gobierno para acosar a medios críticos, como el digital Rappler.

Contexto económico

Tradicionalmente alta en el país, la concentración de los medios dirigidos al gran público se ha agravado en los últimos tiempos. Este fenómeno se acompaña de una gran cercanía entre las familias dirigentes y los barones políticos, a nivel nacional y regional. Al duopolio formado por ABS-CBN y GMA se suma un tercer coloso de las comunicaciones, el grupo Villar, propiedad de la familia del mismo nombre, abiertamente afín al clan del presidente Duterte. Los periodistas que trabajan para este tipo de medios tienen escasa autonomía editorial, por lo que la autocensura es la norma y las prácticas deontológicas no tienen garantía alguna. En este contexto, Internet y las redes sociales ofrecen un espacio de libertad para numerosos medios independientes, pese a que su precariedad económica amenaza su viabilidad.

Contexto sociocultural

Durante la era Duterte, apodado "Punisher", los periodistas que intentaron cubrir su expeditiva política de "guerra contra las drogas" fueron el blanco de los peores ataques. La política de su sucesor, Bongbong Marcos, es más conciliadora en este sentido. Sin embargo, el gobierno sigue recurriendo regularmente al "red-tagging", (etiquetado de comunismo), una práctica heredada de la colonización estadounidense y de la Guerra Fría, consistente en estigmatizar como “elementos subversivos” a los periodistas que no siguen la línea del gobierno. Este señalamiento permite a las fuerzas del orden transformar a los periodistas en objetivo de detenciones arbitrarias o, peor, de ejecuciones sumarísimas. Así, la periodista Frenchie Mae Cumpio, detenida en febrero de 2020, sigue injustamente encarcelada en una prisión del sur del país basándose en pruebas fabricadas por la policía.

Seguridad

Filipinas es uno de los países más mortíferos del mundo para los periodistas, como prueba la masacre de 32 reporteros en Maguindanao, en el sur del país, en 2009. Lo peor es que la impunidad de estos crímenes es casi total. Para combatirla, el gobierno creó, en 2016, una Fuerza Especial Presidencial sobre la Seguridad de los Medios, pero este órgano interministerial se ha revelado incapaz de detener el círculo vicioso de la violencia contra los periodistas. En las regiones del país, numerosos periodistas son el blanco de amenazas y persecuciones. Las violencias específicamente ligadas al género se ceban con las mujeres: amenazas de violación, ciberacoso, revelación de datos personales, etc.