Los periodistas críticos con el gobierno son regularmente el blanco de tentativas de intimidación, incluso de encarcelamiento, en la República de Fiyi, gobernada por su inamovible primer ministro, Frank Bainimarama, en el poder desde el golpe de Estado militar de 2006.
Panorama mediático
Dos diarios dominan el panorama mediático de la prensa escrita: el Fiji Sun, progubernamental, y el Fiji Times, periódico histórico del archipiélago, fundado en 1869 y conocido por su independencia. Además, dos grandes cadenas de televisión, Fiji Broadcasting Corporation (FBC), en manos del Estado, y Fiji Television se disputan las audiencias. Mai TV, fundada en 2008, ha supuesto una renovación de los contenidos informativos, con una presencia en Internet más intensa. La radio es un medio clave en el archipiélago, cuya población se dispersa en un centenar de islas, lo cual permite que por el liderazgo de la FBC compitan otras emisoras del grupo FijiVillage, como Radio Sargam, Navtarang o Viti FM.
Contexto político
Desde los años 2000, el estado de la libertad de prensa se ve directamente afectado por los ataques recurrentes del primer ministro Bainimarama, antiguo comandante del ejército, cuyo estilo marcial mantiene al frente del gobierno. Frente a la crisis del Covid, un miembro de su equipo resaltaba la necesidad de “asfixiar toda crítica [al gobierno], reprimiendo la libertad de prensa”. De forma más general, las presiones de las autoridades civiles y militares a los medios son estructurales. No obstante, algunas figuras de la vida política han proclamado su apoyo a una prensa libre, como el líder del Partido de la Federación Nacional, Biman Prasad.
Marco legal
Los medios de comunicación operan bajo el peso de un decreto draconiano de 2010 sobre el desarrollo de la industria mediática (Midd, convertido en ley en 2018), y bajo la autoridad regulatoria que de él se deriva, la Media Industry Development Authority (MIDA), directamente vinculada con el poder. Los periodistas que violan disposiciones muy ambiguas de esta normativa pueden afrontar una pena de dos años de cárcel. La instrumentalización de las leyes sobre la sedición, que ha tenido como objetivo varias veces al Fiji Times, ha impuesto igualmente un clima de miedo y autocensura, con penas de prisión de hasta siete años.
Contexto económico
Los medios que se perciben como críticos con el gobierno son víctimas de políticas sesgadas de publicidad y anuncios legales, de tal forma que el ejecutivo puede usarlas como chantaje. Por ejemplo, en lo más alto de la crisis de la Covid-19, el progubernamental Fiji Sun se benefició de una política preferente de publicidad institucional, en detrimento de su rival, el Fiji Times. A este último, de hecho, se le prohibió su distribución en varias regiones del archipiélago, en la primavera de 2020, aduciendo el Gobierno que la “prensa es un servicio no esencial”.
Contexto sociocultural
Los 940 000 habitantes de Fiyi forman una sociedad multicultural. Las islas reconocen tres lenguas oficiales: el fiyiano, el inglés y el hindi de Fiyi. Los descendientes de las poblaciones autóctonas representan algo más de la mitad de la población, mientras que los que provienen de antiguas migraciones con origen en el subcontinente indio son algo menos del 40%. El resultado es un panorama mediático bastante fragmentado, especialmente en el plano lingüístico, con comunidades que reivindican medios de comunicación exclusivos.
Seguridad
Los intereses de los periodistas están representados por la Fiji Media Association (FMA), que critica frecuentemente las presiones ejercidas por el gobierno en el sector. Los periodistas se enfrentan a la amenaza de abultadas multas o de penas de prisión por publicar documentos “contrarios al interés público o nacional” -un término jurídico mal definido en la ley-, y la autoridad regulatoria, la MIDA, es acusada a menudo de parcialidad. En este contexto, muchos periodistas tienen que pensárselo dos veces antes de revelar una información crítica sobre representantes del Estado.