Asia-Pacífico
Australia
-
Clasificación 2023
27/ 180
Puntuación: 78,24
Indicador político
18
83.85
Indicador económico
26
68.49
Indicador legislativo
63
69.41
Indicador social
35
81.98
Indicador de seguridad
33
87.46
Clasificación 2022
39/ 180
Puntuación: 73,77
Indicador político
27
77.17
Indicador económico
30
63.44
Indicador legislativo
96
64.18
Indicador social
33
84.17
Indicador de seguridad
48
79.88

La libertad de prensa es frágil en esta isla-continente de 26 millones de habitantes, en la que reina una hiperconcentración de los medios que, combinada con las crecientes presiones de los poderes públicos, pone en riesgo al periodismo de interés público.

Panorama mediático

El panorama mediático australiano es uno de los más concentrados del mundo y el sector privado está dominado por dos mastodontes industriales. El grupo Nine Entertainment, dirigido por el clan Packer, ha consolidado sus posiciones en los últimos años al adquirir participaciones en Southern Cross Media, basado en  Melbourne, y al absorber Fairfax y The Sydney Morning Herald, el periódico de referencia en el país. En frente, el grupo News Corp, controlado por la familia del magnate australo-americano Rupert Murdoch, es un caso emblemático de los peligros que puede entrañar la hiperconcentración de los medios sobre el pluralismo. La filial australiana de este grupo controla cerca de dos tercios de las cabeceras del país, como The Australian, además de la mayoría de digitales y webs informativas. Este modelo de oligarquía favorece las lógicas comerciales, en detrimento del periodismo de interés público, muy bien representado en el sector público audiovisual por la Australian Broadcasting Corporation (ABC) y la Special Broadcasting Service (SBS), cuyas redacciones ofrecen un periodismo de investigación exigente.

Contexto político

Las direcciones de los grandes grupos del país mantienen lazos estrechos con políticos, lo que alimenta las dudas sobre la independencia editorial de los medios que poseen. En 2021, una comisión del senado confirmó la existencia de una cultura creciente del secretismo de la administración para con la prensa, de presiones informales para no revelar ciertos asuntos y de intimidaciones hacia los denunciantes de corrupción, en nombre de la seguridad nacional. En lo que respecta al servicio público, la independencia en el proceso de designación del consejo de administración de la ABC está tanto más cuestionada cuanto que el Estado ha entrado en una dinámica de recortes drásticos: ha reducido en 500 millones de dólares australianos (330 millones de euros) el presupuesto anual de la corporación, desde 2014, provocando el despido de centenares de empleados.

Marco legal

Australia ha ratificado el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y varios estados y territorios del país prevén garantías relativas a la libertad de prensa. Sin embargo, la Constitución no contiene ninguna cláusula explícita sobre la materia, lo cual plantea problemas crecientes, pues algunas leyes sobre difamación en vigor en algunos estados son liberticidas para con el libre ejercicio del periodismo. A escala federal, el parlamento de Canberra ha adoptado, desde 2010, varias normas problemáticas: las leyes sobre seguridad nacional, espionaje o encriptamiento de datos contienen disposiciones que permiten a las autoridades vulnerar el principio del secreto de las fuentes de los periodistas.

Contexto económico

Las “grandes maniobras” de concentración de los grupos mediáticos tienen efectos tanto más nocivos sobre el pluralismo cuanto que los medios locales juegan tradicionalmente un papel fundamental en la información de las poblaciones diseminadas a través del inmenso territorio australiano. La Alianza de Medios (MEAA), que ampara la libertad de prensa en el continente australiano, señala en un alarmante informe publicado en 2021 que más de 150 diarios regionales o locales han sido cerrados en el espacio de un año. De manera más general, las lógicas financieras y comerciales supeditan la integridad editorial y la viabilidad económica de los medios a las reducciones de costes, que acarrean reestructuraciones salariales. Esta situación ha resultado ser devastadora para la prensa local, actualmente en vías de extinción.

Contexto sociocultural

Los casos de censura abierta son excepcionales, pero los medios reflejan ciertos sesgos, como la cultura del “mateship” -una noción de camaradería específica de la sociedad australiana- que tiende a marginar a ciertos segmentos de la sociedad, empezando por las mujeres. Los casos de sexismo o discriminaciones de género son un problema persistente. Varias comisiones del senado han revelado también, en 2021, una tendencia a la banalización del racismo en las cadenas del grupo News Corp, donde se han proferido comentarios discriminatorios que atentan abiertamente contra los australianos de origen asiático o africano, de confesión musulmana, contra las poblaciones aborígenes o los habitantes de las islas situadas al norte del continente, hacia el Estrecho de Torres.

Seguridad

Los periodistas australianos no sufren violencia, ni detenciones arbitrarias. La percepción que tienen de su propia seguridad no deja, sin embargo, de ser preocupante: en un estudio publicado en 2021, cerca del 90% de los consultados afirma temer “un aumento de las amenazas, el acoso o las intimidaciones”, empezando por las presiones provenientes del gobierno. De hecho, el doble registro realizado en 2019 por la policía federal al domicilio de una periodista de información política de Canberra y a la sede de la ABC creó una jurisprudencia especialmente alarmante para el futuro de un periodismo de interés público.