Los medios de comunicación son libres en Finlandia, un país donde la primera ley para prohibir la censura se aprobó bajo el dominio sueco, en 1766. Sin embargo, acciones judiciales por violación del secreto de Estado y una sentencia que debilita la protección jurídica de los periodistas han creado un clima de incertidumbre en la profesión.
Panorama mediático
Con menos de seis millones de habitantes y el finés como lengua dominante, el país tiene un mercado relativamente modesto y un sector mediático bastante concentrado. El consolidado radiodifusor público (Yle) concentra casi la mitad de las audiencias de televisión y radio, mientras que el resto del panorama mediático lo componen varias cadenas privadas, un número creciente de medios informativos en Internet y un sinfín de periódicos regionales y locales. Contenidos en las lenguas minoritarias (sueco y sami) también están disponibles.
Contexto político
Los medios son, en su mayoría, totalmente independientes de los partidos y de los políticos, con la excepción de la radiotelevisión pública Yle, que está supervisada por un organismo creado por el Parlamento. El gobierno en el poder desde 2023 prepara una reforma de la radiodifusión pública. Sin embargo, los políticos no tienen ninguna autoridad para designar o destituir a periodistas. Las tentativas de influir en los contenidos son excepcionales y cosechan un rechazo generalizado.
Marco legal
En este país, donde la primera ley que prohíbe la censura data de 1766, la libertad de los medios goza de sólidas garantías en la Constitución. En el ámbito judicial, se pueden dar ocasionalmente casos de sanciones por difamación, discurso de odio extremo o alta traición. La confidencialidad de las fuentes está amparada por la ley. No obstante, la condena, en 2023, de dos periodistas por revelación de secretos de Estado ha creado incertidumbre entre los profesionales que cubren asuntos de seguridad nacional.
Contexto económico
Los medios de comunicación son mayoritariamente privados y la tasa de medios por habitante es de las más altas del mundo. El auge de las redes sociales ha aumentado la presión económica sobre los medios tradicionales, que sufren una alta concentración, sin ninguna regulación específica. Las autoridades no pueden privilegiar a ningún medio en concreto y no se ha registrado ningún caso de corrupción de periodistas o de directores de medios en los últimos años.
Contexto sociocultural
Aunque la sociedad goza de una relativa paridad entre hombres y mujeres, las periodistas están más expuestas al acoso y a las intimidaciones en Internet. Si los reporteros son rara vez objeto de violencias físicas, pueden sufrir amenazas que fomenten la autocensura. Las minorías étnicas están infrarrepresentadas entre los profesionales de los medios, con el consiguiente impacto en el trabajo periodístico y la pluralidad de los contenidos.
Seguridad
Los periodistas pueden ser víctimas de estrés psicológico, no solo por el acoso en redes sociales, sino también por acciones judiciales abusivas o “procesos mordaza” (SLAPP), para los que el sistema legal no ha aportado aún ninguna respuesta adecuada. Los periodistas independientes se encuentran en una situación especialmente vulnerable respecto a esta situación, a la que la Unión de Periodistas de Finlandia ha querido responder con la creación de un fondo de apoyo que compense las pérdidas de ingresos que puedan afrontar y ofrezca psicoterapia, entre otras medidas.