Japón
Yoshihide Suga, ex mano derecha de Shinzo Abe y al que reemplazó como primer ministro a finales de 2020, no ha hecho nada para mejorar la situación de la libertad de prensa en el archipiélago. Japón, la tercera potencia económica del mundo, respeta por lo general los principios de libertad y pluralismo mediático, pero los periodistas luchan por ejercer plenamente su papel de contrapoder frente al peso de las tradiciones y los intereses económicos. Desde que la derecha nacionalista llegó al poder, en 2012, los periodistas se quejan de que existe un ambiente generalizado de desconfianza e incluso de hostilidad hacia ellos. Por otra parte, el sistema de clubs de prensa (kisha clubs) discrimina de forma flagrante a los periodistas independientes o extranjeros. En las redes sociales, los grupos nacionalistas acosan a los periodistas que critican al gobierno o que abordan temas considerados “antipatrióticos”, como la central nuclear de Fukushima y la presencia de militares estadounidenses en Okinawa. Por otra parte, el gobierno japonés sigue negándose a que se debata la ley relativa a la protección de los secretos de Estado, que contempla penas que pueden ir hasta los diez años de cárcel para los informantes, periodistas o blogueros que difundan información obtenida “ilegalmente”.