Sudán del Sur

La situación de los reporteros se ha debilitado de forma considerable en los últimos años a causa de los enfrentamientos. Al menos diez periodistas han sido asesinados desde 2014. Los medios de comunicación solo publican la información con cuentagotas, ya que el gobierno los obliga a eludir los asuntos relacionados con el conflicto. En agosto de 2015, el presidente Salva Kiir amenazó de muerte a los periodistas que "trabajan contra su país"; tres días después, el reportero Peter Moi era asesinado en Juba. Aunque dos militares fueron condenados a cadena perpetua por el asesinato de un periodista en 2018, en casi todos los casos prevalece la impunidad. En agosto de 2017, fue asesinado a balazos Christopher Allen, un reportero de guerra independiente británico-estadounidense; las autoridades lo denominaron "rebelde blanco".  Las circunstancias concretas de su muerte están rodeadas de una gran opacidad y no se ha llevado a cabo ninguna investigación seria. Con el apoyo de RSF, la familia del periodista creó una web dedicada a su memoria e instituyó un premio literario. Las presiones que se ejercen sobre los medios locales no perdonan a los reporteros y medios extranjeros. En 2019, fueron expulsados dos periodistas que trabajaban para AP y para France 24, respectivamente. El año anterior, se suspendieron las emisiones de la BBC y la radio de la ONU. Los profesionales que intentan brindar información libre se exponen a terribles represalias: ejecuciones, torturas, detenciones arbitrarias, acoso... La vigilancia estrecha y la intimidación también forman parte de este sistema depredador, y no es raro que los agentes de seguridad nacional intervengan directamente en las imprentas para censurar ciertos contenidos. Varios artículos del periódico Al-Mouqif fueron eliminados de sus páginas en 2019, y los servicios de inteligencia intentaron obligar a un director de radio a validar las entrevistas antes de que se emitieran en su medio. Frente a la amenaza, algunos prefieren salir del país o, simplemente, cerrar sus periódicos. Una nota positiva en este terrible panorama: en un país devastado por la guerra civil desde finales de 2013, la firma de un acuerdo de paz y el regreso, por fin materializado, de Riek Machar como vicepresidente, se han visto acompañados de una disminución de los combates, y, desde 2017, ningún periodista ha sido asesinado.