Yibuti

El arsenal para reprimir a los periodistas en Yibuti hace reinar el terror entre los medios de comunicación: acoso judicial, registros ilegales, violación de la protección de datos personales, agresiones, detenciones, multas exorbitantes que, si no se pagan, conducen a penas de prisión, etc. Resultado: ningún medio de comunicación privado o independiente de Yibuti se encuentra instalado en el país. Los únicos “medios” existentes se usan para difundir la propaganda del gobierno de Ismail Omar Guelleh. La propia Ley de Libertad de Comunicación, adoptada en 1992, constituye un obstáculo a la libertad de expresión y al pluralismo mediático, ya que contempla que los delitos de prensa sean castigados con penas de prisión –entre otras sanciones– y establece límites de edad y nacionalidad para la creación de un medio de comunicación. La Voix de Djibouti (La Voz de Yibuti), que emite desde su exilio en París, es la única radio que ofrece información independiente. Las autoridades a menudo interfieren su señal y bloquean su sitio web. Los periodistas que colaboran con este medio de comunicación a menudo lo hacen de forma clandestina, para evitar represalias y agresiones. En 2019 y 2020, los corresponsales de esta radio que trabajan desde el país fueron detenidos en seis ocasiones. Además, sufrieron agresiones, registros en sus domicilios y, en ocasiones, sus redes sociales fueron pirateadas en un intento de identificar sus fuentes. En una entrevista con un medio extranjero, el presidente describió a estos periodistas como "personas apenas alfabetizadas" que trabajan para un "sitio de la oposición": una red de mentiras destinadas a desacreditarlos para enmascarar mejor la absoluta falta de libertad de prensa en el país. Oficialmente, a este medio de comunicación se le ha denegado la licencia porque no existe una comisión que estudie estas solicitudes; pero lo cierto es que la creación de este organismo, que nunca ha visto la luz, está prevista desde hace casi 30 años... El índice de conectividad ha aumentado mucho en los últimos años, pero la velocidad de conexión a internet es una de las más débiles del continente. El poder frena de forma deliberada el internet a alta velocidad para restringir el acceso a las redes sociales, que se han convertido en uno de los pocos espacios de libre expresión y de acceso a la información.