El golpe de Estado militar del 25 de octubre de 2021 rubricó el retorno del control de la información y de la censura. Desde el estallido del conflicto, el 15 de abril de 2023, entre el ejército regular del general Burhan y las Fuerzas de Apoyo Rápido dirigidas por el general Hemetti, las amenazas, los ataques y las agresiones contra los periodistas han aumentado considerablemente, provocando la huida de muchos de ellos a los países vecinos.
Panorama mediático
Los medios audiovisuales, esencialmente controlados por el Estado, son la principal fuente de información, como Sudan National Radio Corporation y Sudan National Broadcasting Corporation, que funcionan como herramientas de comunicación del régimen. Desde el golpe de Estado del 25 de octubre de 2021, la situación de los medios y de los periodistas independientes se ha degradado y el sector se ha polarizado intensamente. Ciertos profesionales de medios críticos han sido detenidos y el acceso a Internet se bloquea regularmente para silenciar la información. Los mensajes de propaganda fluyen por los medios públicos, bajo el control de los militares, evocando los métodos que empleaba el régimen de Omar al Bashir (1989 - 2019). Los medios se han visto muy afectados por la guerra y muchos han dejado de publicar o emitir.
Contexto político
Después de 20 años de dictadura militar y una tentativa de transición democrática en 2019, el golpe del general Burhan en 2021, ha puesto en peligro los recientes y tímidos avances en la libertad de prensa. El organismo sudanés de regulación de los medios (National Council for Press and Publication) tiene potestad para cerrar los medios críticos sin orden judicial, y el Ministerio de Información gestiona las licencias de radiodifusión de un modo muy politizado. El conflicto interno que comenzó en abril de 2023 entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (el ejército regular) dirigidas por el general Abdel Fattah al-Burhan, jefe de la junta que gobierna el país desde 2021, y las Fuerzas paramilitares de Apoyo Rápido, dirigidas por el general Mohamed Hamdan Daglo, conocido como "Hemetti", ha agravado la situación de los periodistas, que son objeto de presiones, intimidaciones y ataques por las partes en conflicto.
Marco legal
La libertad de prensa y el acceso a la información están amparados por la Constitución provisional aprobada en 2019. Sin embargo, determinadas leyes usadas en el anterior régimen se mantienen en vigor y silencian a los medios críticos. La ley sobre ciberdelitos de 2020 limita la libertad de los profesionales de la información, como también lo hace la ley de 2009 relativa a la prensa y a las publicaciones, que permite controlarlas, a través del Consejo Nacional de la Prensa y las Publicaciones. Además, la ley sobre seguridad nacional de 2010 castiga con cárcel la publicación de mentiras y de “informaciones falsas”, así como cualquier publicación que “amenace la paz pública” o “vulnere el prestigio del Estado”. En agosto de 2022 se reinstauró un sindicato independiente de periodistas, después de 33 años de amordazamiento de la prensa por el régimen de Omar al-Bashir, lo que supone un punto de inflexión en la defensa de los periodistas, los medios y la libertad de prensa.
Contexto económico
El reparto de la publicidad entre los medios se basa en el clientelismo y en la afinidad con el gobierno, y el Estado priva de ella a aquellos que no apoyen sus posiciones. Con la esperanza de mejorar sus condiciones materiales y sociales, algunos periodistas se ven obligados a trabajar en el ámbito militar y en movimientos armados. La pandemia ha afectado profundamente al sector mediático en Sudán, especialmente a las mujeres periodistas, muchas de las cuales han sido despedidas. Los frecuentes cortes de electricidad y los daños causados por la guerra a la infraestructura de comunicaciones e incluso a los locales y equipos de los medios de comunicación están entorpeciendo gravemente el funcionamiento de los medios.
Contexto sociocultural
Sudán es un país multicultural y multiétnico en el que la tolerancia y la convivencia se ven socavadas. La sensibilidad de los grupos étnicos está extremadamente exacerbada: las denuncias de ofensas se multiplican y se dirigen principalmente a los medios de comunicación. La injerencia de grupos religiosos, que utilizan sus redes para defender sus intereses, contribuye a ensombrecer el horizonte mediático. La revolución trajo ciertos aires de libertad en las redes sociales. Pero, mal controlados y excesivos, alimentan el racismo y la misoginia, y se ceban con las mujeres, así como con las minorías étnicas y sexuales.
Seguridad
Las amenazas a los periodistas se han incrementado en los últimos años con el surgimiento de nuevas milicias y movimientos armados. Los reporteros son atacados e insultados sistemáticamente por el ejército regular o las Fuerzas de Apoyo Rápido, durante las manifestaciones. Algunos llegan a ser arrestados y torturados. Los periodistas que critican a las autoridades o que han publicado documentos que les comprometen son objeto de vigilancia. Las mujeres periodistas están especialmente expuestas a intimidaciones, amenazas y represalias. Los “depredadores” de periodistas gozan de total impunidad y están protegidos por las autoridades. La Red Sudanesa de Periodistas o la Red Sudanesa de Medios y Periodistas pro Derechos Humanos, trabajan en el seguimiento y documentación de las violaciones de sus derechos. Desde el inicio del conflicto interno, el 15 de abril de 2023, los locales de los medios han sido atacados y saqueados, y los ataques y agresiones contra periodistas han aumentado considerablemente, lo que ha llevado a muchos de ellos a huir a los países vecinos.