En una conferencia de prensa, celebrada el 5 de septiembre en Casablanca, Reporteros sin Fronteras ha denunciado la degradación de la situación de la libertad de prensa en Marruecos, en vísperas de las elecciones legislativas. “Los cargos políticos necesitan de una prensa insolente e irrespetuosa. La democratización del reino pasa por la libertad de expresión”, ha declarado Robert Ménard. También, la organización ha hecho pública una carta dirigida al Rey Mohammed VI
El 5 de septiembre de 2007 Reporteros sin Fronteras ha organizado una conferencia de prensa en Casablanca, como reacción al deterioro de la libertad de prensa y en vísperas de las elecciones legislativas del 7 de septiembre. Con este motivo, Reporteros sin Fronteras ha hecho pública una carta dirigida, el 30 de agosto de 2007, al Rey Mohammed VI.
Robert Ménard, secretario general de Reporteros sin Fronteras, ha denunciado la falta de progresos en la libertad de prensa desde la llegada de Mohammed VI. “Hace un año nos entrevistamos por primera vez con las autoridades marroquíes, que mostraban una voluntad nueva de reanudar el diálogo. Ahora tenemos la impresión de que nos engañaron. Y, sobre todo, lamentamos el cinismo de las autoridades, que hacen un discurso reformista pero encarcelan y censuran a los periodistas”, ha asegurado Robert Ménard.
Los representantes de la organización han hecho un llamamiento a los políticos de la Asamblea Nacional que resulten elegidos el próximo 7 de septiembre, exhortándoles a no aprobar la reforma del código de prensa. “El proyecto, en su estado actual, es un texto retrógrado y liberticida. Pedimos a los políticos que resulten elegidos que hagan suya esta cuestión, y lleven nuestro mensaje hasta las más altas autoridades del Estado”, ha declarado el secretario general.
“Los cargos políticos necesitan de una prensa insolente e irrespetuosa. La democratización del reino pasa por la libertad de expresión”, ha añadido.
Por otra parte, a la organización de defensa de la libertad de prensa se le ha negado el acceso a la cárcel de Oukacha, donde se encuentra internado Mustafá Hurmatallah, el periodista de Al watan Al An condenado el pasado 15 de agosto a 8 meses de prisión incondicional, por “encubrimiento de documentos conseguidos con ayuda de un crimen”. El Ministro de Justicia ha justificado su negativa en el hecho de que el periodista se encuentra condenado en primera instancia, y todavía no en apelación; una decisión que carece de base jurídica en el derecho marroquí.
Este es el texto íntegro de la carta enviada al Rey Mohammed VI:
Su Majestad,
En noviembre de 2002 usted rindió un vibrante homenaje a los periodistas marroquíes, describiéndoles como “actores esenciales de la vida pública nacional e incuestionables colaboradores en la edificación de la democracia”. Usted mismo añadió que “no podría haber progreso y desarrollo en el advenimiento de una prensa de calidad sin el ejercicio de la libertad de expresión”. De esa forma se equiparaba usted con su abuelo Mohammed VI quien, en 1956, y con ocasión de un encuentro con la prensa, declaró: “La información es sagrada, el comentario es libre”. Los demócratas se sintieron tranquilizados: con vuestro impulso, el reino cambiaba de rumbo. Usted encarnaba la esperanza.
Desgraciadamente sus promesas se han quedado en eso, promesas. Las cifras y los hechos ponen de manifiesto que no ha mantenido su compromiso de entonces. Desde que está en el poder se han censurado no menos de 34 órganos de prensa y se ha condenado a penas de cárcel a 20 periodistas, en aplicación del código de prensa, el código penal e incluso la ley antiterrorista.
Estos repetidos atentados a la libertad de prensa causan estupor y consternación: las condenas no honran ni a su régimen, ni a una justicia que parece estar a los pies de las autoridades. Usted no puede explicar que Marruecos se dirige hacia el futuro y la modernidad y, al mismo tiempo, tratar así a una prensa sin la que no se puede hablar de democracia.
Hoy queremos hacer sonar la alarma. Marruecos está en una pendiente peligrosa. Y la responsabilidad es suya. El encarcelamiento de periodistas, que se creía una práctica caduca, ha vuelto a ser una realidad. Los embargos se multiplican. Los procesos, más surrealistas unos que otros, se suceden. Impera el miedo y la autocensura causa estragos. La marcha hacia delante que usted preconizada se ha quedado parada.
Y, sin embargo, la prensa marroquí ha conquistado, y no sin problemas, una libertad de tono que durante mucho tiempo no existió. Igual que otros muchos, nosotros hemos aplaudido los progresos conseguidos. Incluso aunque haya muchos temas que siguen siendo tabúes, los periodistas dudan menos que en el pasado a la hora de ocuparse de ellos. Unos progresos que, por otra parte, han contribuido enormemente a mejorar la imagen del reino en el panorama internacional. Pero ¿qué pasa con ellos, ahora que se multiplican las condenas, cada vez más duras, cada vez más injustas?
A pesar de todo somos optimistas. Cuando usted llegó al poder recordó su compromiso con “la edificación del Estado de derecho y la salvaguarda de los derechos humanos”. Los trabajos del Consejo Consultivo de los Derechos Humanos, y la creación de una Oficina de Quejas, nos llevan a creer que se han producido auténticos avances.
Hace un año nos entrevistamos, por primera vez, con un miembro del gobierno, Nabil Benaddallah, vuestro Ministro de Comunicación. A esa siguieron otras entrevistas que permitieron iniciar un debate sobre la evolución del panorama mediático marroquí. Pero hay que reconocer que ese diálogo no ha dado resultados concretos.
En febrero de 2007 acogimos favorablemente el anuncio, que hizo el gobierno de Driss Jettou, de un nuevo proyecto de reforma del código de prensa; el código actual, modificado en 2002, incluye no menos de veintiséis artículos con penas privativas de libertad. Pero, tras haber conseguido una copia del borrador, el pasado 12 de julio dirigimos un correo al Primer Ministro, para exponerle las lagunas que habíamos encontrado. Hasta el día de hoy no hemos recibido respuesta.
Y además, ¿de qué sirve crear un nuevo código de prensa si con frecuencia se utilizan otras leyes para restringir el trabajo de los profesionales de los medios de comunicación?
Permítanos recordarle lo que ha ocurrido desde el comienzo de este año. Nos parece que esta larga lista es elocuente, demasiado elocuente. 2007 comenzó con el embargo, sin apelación, y después la suspensión durante dos meses, del semanario Nichane. El dossier titulado “Bromas: como se ríen los marroquíes de la religión, el sexo y la política” les valió a los periodistas Driss Ksikes y Sanaa Elaji una condena de tres años de cárcel, con el cumplimiento en suspenso, y una multa de 80.000 dirhams, por “atentado a la religión islámica” y “publicación y distribución de escritos contrarios a la moral y las costumbres”. Ambos periodistas optaron por no apelar, para no prolongar la duración de la suspensión de Nichane.
Pocos meses más tarde, otros dos periodistas pertenecientes al semanario Al Watan Al An se encontraron en el centro de una tormenta judicial, tras publicar una nota procedentes de los servicios secretos. Abderrahim Ariri y Mustafá Hurmatallah fueron detenidos el 17 de julio de 2007. Su arresto duró ocho días, al cabo de los cuales fueron inculpados, en aplicación del artículo 571 del código penal, de “encubrimiento de cosas conseguidas con ayuda de un crimen”. La policía judicial, y la fiscalía de Casablanca, han utilizado todos los medios para conseguir las informaciones que tenían, con un desprecio total por la protección de las fuentes, piedra angular de la libertad de prensa. Al final de un proceso, en el que el juez se mantuvo sordo a las alegaciones de la defensa, Mustafá Hurmatallah fue condenado a ocho meses de cárcel, que cumple actualmente en Oukacha. Al director de publicación Abderrahim Ariri le condenaron a seis meses de cárcel, con el cumplimiento en suspenso. Sin querer minimizar el carácter sensible de las informaciones publicadas por Al Watan Al An, pensamos que los periodistas no deben servir de chivos expiatorios en asuntos internos de los servicios de seguridad.
El embargo de los semanarios Nichane y Tel Quel, en agosto de 2007, tras la publicación de un editorial, en el que el periodista Ahmed Reda Benchemsi comentaba vuestro discurso del trono, es revelador de la crispación de su régimen. Al periodista se le ha inculpado por “falta del respeto debido a la persona del Rey”, en virtud del artículo 41 del código de prensa, tras haber manifestado algunas reservas sobre el proceso electoral. Ahmed Reda Benchemsi, como el conjunto de periodistas marroquíes, reivindica el derecho a criticar el sistema político. “El comentario es libre”, decía vuestro abuelo...
No querríamos referirnos a esta avalancha de malas noticias para la prensa marroquí sin volver sobre la suerte de Alí Lmrabet, excluido de la profesión desde el 12 de abril de 2005. Esa arcaica medida, destinada a silenciar a un periodista, no se corresponde en absoluto con la idea que tenemos de una democracia.
No será posible nada sin usted, sin su compromiso. El Primer Ministro, que deberá nombrar próximamente, no podrá reformar el código de prensa sin vuestro asentimiento, ni vuestra implicación personal. Solo considerará esa revisión como una prioridad si usted, y solo usted, le anima en ese sentido. Usted dice, y repite, que es el garante de la Constitución y de las libertades colectivas e individuales; por tanto, le corresponde a usted hacer que Marruecos tome el camino de las reformas, prometidas desde hace tantos años.
En este preciso momento de la historia de la prensa marroquí todo puede inclinarse, hacia lo mejor o hacia lo peor. Su destino está en vuestras manos. Usted tiene el poder y, todavía nos atrevemos a esperarlo, el deseo, de proteger a esta profesión, de trabajar por su emancipación y de ayudarla a romper los diques que obstaculizan su expansión. Y eso pasa antes que nada por una reforma de las leyes que rigen el funcionamiento de la prensa. La autocensura, que continúa en vigor, es una consecuencia directa de la negativa de quienes gobiernan el país, bajo vuestra autoridad, a despenalizar los delitos de prensa.
Los periodistas marroquíes han contribuido ampliamente a la escritura de ese capítulo nuevo de la historia del reino que son vuestros años en el poder. Usted no puede seguir aceptando que se les trate con tanto desprecio. Por eso, usted tiene que actuar.
Dígnese, Vuestra Majestad, tener la seguridad de mi más profundo respeto.
Robert Ménard
Secretario general de Reporteros sin Fronteras.