Reporteros sin Fronteras quiere dejar constancia de la gran preocupación que siente tras el anuncio, efectuado el 7 de enero de 2005 por la policía iraquí, del secuestro de una periodista norteamericana en Bagdad, y hace un llamamiento a una fuerte y rápida movilización, para conseguir su liberación.
La organización se rebela también profundamente por el asesinato de su intérprete, asesinado a disparos por los secuestradores.
“Una vez más, unos periodistas que trabajaban en Irak han caído en una emboscada asesina. Con la muerte de un intérprete, la prensa iraquí continúa siendo la principal víctima del infernal clima que reina en el país. Pensamos en su familia y allegados, así como en todos los periodistas iraquíes, que pagan el mayor tributo en la guerra que asola a su país. Ahora, tenemos que salvar una vida. Hacemos un llamamiento a todos los que, como nosotros, rechazan la injusticia, para que hagan todo lo necesario para que la periodista secuestrada quede en libertad, lo antes posible. La experiencia ha demostrado que una fuerte movilización resulta determinante en los primeros días de un secuestro”, ha declarado Reporteros sin Fronteras.
Jill Carroll, periodista freelance que actualmente estaba llevando a cabo una misión para el Christian Science Monitor, iba a entrevistarse con el dirigente político sunita Adnane al-Doulaimi, cuando fue secuestrado por unos hombres armados en el barrio de Adel, al oeste de Bagdad, alrededor de las 10 horas del 7 de enero. El cuerpo de su intérprete, asesinado a disparos, apareció en el lugar del secuestro.
En una declaración publicada el lunes 9 de enero de 2006 en el sitio de Internet del Christian Science Monitor, www.csmonitor.com, la familia de la periodista hacía un llamamiento a los secuestradores para que la dejen en libertad, presionándoles para que “tuvieran en cuenta el trabajo que ha llevado a cabo para revelar la verdad respecto a la guerra de Irak”. El responsable del servicio extranjero del periódico, David Scott, recordó que Jill Carroll cubría el conflicto en Irak desde octubre de 2003, para medios de comunicación jordanos, italianos y norteamericanos. Calificó a la periodista de “valiente, perspicaz y llena de recursos”. “Jill no es el tipo de persona que corre riesgos inconsiderados”, añadió.
Desde el comienzo de la guerra en Irak, en marzo de 2003, han muerto 76 periodistas y colaboradores de medios de comunicación (55 periodistas y 21 colaboradores). De los 76 muertos, 56 eran de nacionalidad iraquí (es decir, el 73%) y 4 de nacionalidad norteamericana (es decir, el 5%). Bagdad sigue siendo la ciudad más peligrosa del país, con 27 muertos, seguida de Mosul (12 muertos). El canal privado de televisión Al-Iraqiya es el medio de comunicación más afectado por la violencia, con 10 periodistas y colaboradores muertos.
Jill Carroll es la profesional que hace el número 31 de los secuestrados desde el comienzo de la guerra. A cinco de ellos les mataron sus secuestradores (cuatro iraquíes y el italiano Enzo Baldoni). Los otros quedaron en libertad, sanos y salvos. En total, en Bagdad y sus alrededores y se han producido 23 secuestros.