Represaliado el camarógrafo Sami Al-Haj tras iniciar una huelga de hambre en Guantánamo

Reporteros sin Fronteras condena los malos tratos que las autoridades del campo de Guantánamo han infligido a Sami Al-Haj, camarógrafo sudanés del canal Al Jazira, como represalia por la huelga de hambre que inició el 7 de enero de 2007. “Hace cinco años que las fuerzas norteamericanas tienen detenido sin cargos a Sami Al-Haj, en condiciones indignas y despreciando cualquier convención internacional relativa a los prisiones. El ha reclamado sus derechos a las autoridades militares, legítimamente aunque en vano. Aunque no le animamos a continuar la huelga de hambre, condenamos con firmeza que se le alimente a la fuerza. Esperamos que la Corte Suprema, al que de nuevo se ha recurrido sobre la cuestión de las garantías constitucionales ofrecidas a los presos de Guantánamo, se pronuncie en este sentido, como ya lo ha hecho en dos ocasiones”, ha declarado Reporteros sin Fronteras, que reclama la libertad de Sami Al-Haj. El 7 de enero de 2002 las fuerzas de seguridad paquistaníes entregaron a Sami Al-Haj, al que había detenido dos semanas antes en la frontera afgana, al ejército norteamericano. El 13 de junio siguiente, el camarógrafo sudanés de Al Jazira fue trasladado a la base militar de Guantánamo (cf. nuestros anteriores comunicados). Para acentuar los cinco años que lleva detenido sin juicio, el periodista inició el pasado 7 de enero una huelga hambre, con cinco reivindicaciones dirigidas a las autoridades militares: el respeto al derecho de los presos a practicar su religión;
la aplicación a los detenidos de Guantánamo de las convenciones de Ginebra sobre prisioneros;
el fin del régimen de aislamiento total de algunos de los presos;
una investigación completa, imparcial y hecha pública, sobre las circunstancias que rodearon el fallecimiento de tres internos, el 10 de junio de 2006;
su libertad o, en su defecto, la comparecencia ante un tribunal civil norteamericano. La administración del campo no ha respondido en ningún momento a las peticiones del preso. En cambio, los militares han procedido a efectuarle una serie de confiscaciones - colchón, alfombra para la oración, botellas de agua, neceser de aseo, gafas, prótesis de la rodilla, correspondencia, pluma - “proporcionales” al número de comidas que se ha negado a tomar, como le ha contado Sami Al-Haj a su abogado, Clive Stafford-Smith, quien le visitó recientemente en Guantánamo. Al periodista, que ha adelgazado diez kilos, le llevaron varias veces al hospital entre el 25 y el 30 de enero, argumentando que estaba “dispuesto a morir”. Según su abogado, le alimentaron a la fuerza, a través de una sonda en el estómago, antes de devolverle a la celda. Los presos de Guantánamo, considerados “combatientes enemigos”, no pueden recurrir a la justicia civil hasta que no les juzguen unos tribunales militares, en virtud de la ley aprobada por el Congreso el pasado 17 de octubre, que también autoriza el recurso a la tortura. En febrero pasado los abogados de dos presos, considerando anticonstitucionales esas disposiciones, recurrieron a la Corte Suprema que, sin embargo, había sentenciado ya dos veces que a los detenidos de Guantánamo hay que aplicarles la Constitución. El gobierno norteamericano asegura que no se aplica la Constitución a un individuo que se encuentra fuera del territorio norteamericano. Sin embargo, el enclave de Guantánamo forma parte del territorio de Estados Unidos.
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Updated on 20.01.2016