Reporteros sin Fronteras hace pública una carta enviada a Barack Obama y Hillary Clinton, con motivo de la publicación del Informe del Departamento de Estado sobre los Derechos Humanos
La carta de la organización se refiere, entre otras cosas, a las graves violaciones de los derechos humanos cometidas por la anterior administración norteamericana en nombre de la "guerra contra el terrorismo". Reporteros sin Fronteras llama al presidente Obama a traducir en actos su propia fórmula: "La libertad de prensa es como cuidar un jardín. No se termina nunca".
Excmo. Sr. Barack Hussein Obama
Presidente de los Estados Unidos de América
Casa Blanca, Washington DC Excma. Sra. Hillary Rodham Clinton
Secretaria de Estado
Departamento de Estado, Washington DC París, 17 de febrero de 2009 Señor Presidente,
Señora Secretaria de Estado, Reporteros sin Fronteras, organización internacional de la libertad de prensa, quiere llamar su atención sobre la situación de los periodistas en un determinado número de países, que figuran en las prioridades diplomáticas de los Estados Unidos de América. En un viaje a Sudán en 2006, Usted mismo, Señor Presidente, se erigió en portavoz de la lucha por el derecho a informar y a estar informado cuando declaró: “La libertad de prensa es como cuidar un jardín. Es algo que no se termina nunca”. Unas palabras que recuerdan las del presidente Thomas Jefferson: “Nuestra libertad solo se puede garantizar con la libertad de prensa, cuya limitación nos haría correr el riesgo de perder ambas”. Consideramos necesaria la participación del país de la Primera Enmienda en la promoción de los derechos humanos entre la comunidad internacional, y en particular en las regiones del planeta donde se pisotean frecuentemente esos derechos. A este respecto, nos parece un gesto importante el decreto firmado el 22 de enero de 2009, que debe terminar con el escándalo humanitario y jurídico que significa el campo de detención de Guantánamo. Por otra parte esperamos que el nuevo Congreso apruebe finalmente una “ley escudo” federal, garantizando a los periodistas el privilegio del secreto de las fuentes y ahorrándoles penas de prisión incondicional como las que hubo durante el anterior mandato, que fue un período de retroceso de las libertades públicas. De ello depende no solo la defensa de un principio fundamental del periodismo de investigación, sino también la calidad de la información que tiene derecho a esperar el público norteamericano. Evidentemente, que los Estados Unidos de América hablen en nombre de los derechos humanos implica una especial vigilancia de su parte en las regiones donde se encuentra presencia militar norteamericana. La guerra iniciada en 2003 en Irak ha sido la más letal de todos los tiempos para los periodistas, tanto locales como extranjeros, y el ejército norteamericano tiene la mayor parte de la responsabilidad en algunas de esas tragedias. La necesaria retirada de las tropas, que Usted contempla en el horizonte de 2011, debe ir acompañada de garantías indispensables para la paz. Igualmente en Afganistán, el ejército norteamericano ha obstaculizado con demasiada frecuencia el trabajo de la prensa, y la cárcel de Bagram sigue cerrada a los medios de comunicación. Como una delegación de Reporteros sin Fronteras pudo comprobar durante una misión en el lugar en enero de 2009, el apoyo norteamericano a un inicio de proceso democrático no impide en absoluto las violaciones de la justicia afgana a la libertad de informar y de estar informado. Un ejemplo de ello es la condena, en apelación, de Perwiz Kambakhsh a veinte años de cárcel, por haber descargado un texto sobre la condición de las mujeres en la religión musulmana. Su decisión de dialogar con algunas potencias no puede significar que esta exigencia se deje de lado. En China, los Juegos Olímpicos solo han supuesto muy escasos avances en la libertad de expresión. Esperamos, Señora Secretaria de Estado, que su próxima visita al país, entre el 20 y 22 de febrero, lleve a las autoridades a liberar a los presos de opinión. El “diálogo comprensivo” que Usted quiere iniciar debe mantener sus promesas, yendo más allá de consideraciones económicas y comerciales. En la primera cárcel del mundo para periodistas independientes y ciberdisidentes es casi imposible coger las frecuencias de emisoras tales como Radio Free Asia o Voice of America, y continúan bloqueados los sitios de diarios norteamericanos, como el New York Times. Su “mano tendida” hacia Irán, cuya capacidad de conexión a Internet depende de Estados Unidos, debe exigir de parte de Irán una flexibilización del filtrado impuesto a las páginas de medios extranjeros y el fin del acoso judicial a los militantes de los derechos humanos y de la igualdad de género, como la abogada Shrin Ebadi, Premio Nobel de la Paz y fundadora del Círculo de Defensores de los Derechos Humanos. La historia lo ha demostrado y Usted lo ha entendido: con frecuencia, marginar a países sometidos a los regímenes más represivos agrava el aislamiento del pueblo sin modificar en nada la actitud de los dirigentes. Por eso nosotros prestamos especial atención a la voluntad de mediación del Departamento de Estado en favor de un auténtico reparto de poder entre las fuerzas políticas presentes en Zimbabwe. La participación del MDC de Morgan Tsvangirai en el gobierno es condición previa esencial para la restauración de las libertades, la reforma en profundidad de la legislación de prensa y el acceso de la prensa extranjera a un país en plena debacle. Si las cancillerías occidentales han alzado el tono contra Robert Mugabe, su silencio frente a la tiranía que impera en Eritrea resulta mucho más incomprensible. Conociendo además, Señor Presidente, su compromiso personal con el Este de Africa, usted no puede tolerar que el gobierno de Asmara, algunos de cuyos miembros tienen también nacionalidad norteamericana, se dedique a extorsionar a los exiliados eritreos, muy numerosos en Estados Unidos, bajo pena de tomar represalias con los familiares que permanecen en el país, y que ya se encuentran abandonados al terror. Reporteros sin Fronteras lleva mucho tiempo abogando por la congelación de los haberes, la prohibición de permanecer en territorio norteamericano a algunos dirigentes identificados y una rápida convocatoria del Embajador de Eritrea en Estados Unidos. También debe presionarse al gobierno gambiano, sordo a los llamamientos de la comunidad internacional y a las órdenes del Tribunal de Justicia de la CEDEAO, en relación con la desaparición, en julio de 2007, del periodista del Daily Observer “Chief” Ebrima Manneh. Dentro de esta lógica, los servicios de inteligencia norteamericanos deberían tener interés en hacer públicas las informaciones que poseen sobre las circunstancias del asesinato en 2004 de Deyda Hydara, director del diario privado The Point. Nuestra organización, que ha llevado a cabo dos investigaciones en profundidad sobre el asunto, dispone de elementos que hacen recaer graves sospechas en los servicios de seguridad que rodean al presidente Yahya Jammeh. En el mundo hay muchos de estos Estados cerrados, adeptos al doble discurso y dispuestos a negociar un lugar estratégico a cambio de la impunidad. ¿Cómo una relación diplomática seria, que realmente favorezca la paz y la seguridad, puede establecer relaciones con regímenes que ejercen un control draconiano de la información? Siria no puede pretender el rango de interlocutor fiable en Oriente Medio y, a la vez, seguir violando los principios que significan dicha ambición. Debe hacer gestos, poniendo en libertad a los ciberdisidentes Homam Hassan Haddad, Habib Saleh, Tariq Biasi, Kareem Arabji, Firas Saad y Muhened Abdulrahman, y al periodista Michel Kilo, todos ellos detenidos arbitrariamente. Una exigencia que vale igualmente para Birmania, donde decenas de periodistas y opositores, detenidos recientemente, cumplen condenas en condiciones indignas. Estados Unidos solo puede salir ganando de un refuerzo del mandato de la ONU en ese país, a falta del cual podrían romperse por las buenas los contactos establecidos con la Junta en el poder. También en esa región estratégica que son las Repúblicas de Asia Central, donde Rusia ha vuelto a ganar influencia en detrimento de los países occidentales, está en marcha un aislacionismo peligroso, propicio a las peores violaciones de los derechos humanos. La coherencia y la credibilidad de la política exterior de Estados Unidos dependerán de la capacidad de su administración para dar muestras de la misma vigilancia con sus colaboradores y aliados. Especial atención merece Rusia, miembro del Consejo de Seguridad de la ONU y protagonista de peso en un mundo que se ha vuelto multipolar. El desarme es un paso necesario, pero insuficiente, para que el Kremlin inspire confianza a la comunidad internacional. El rechazo de las autoridades de Moscú a la transparencia se traduce en una inquietante represión de la sociedad civil y la oposición. Sin duda la periodista Anna Politkovskaya, asesinada en 2006, pagó con su vida por informar de los horrores cometidos por las tropas rusas en Chechenia. Cuando cede a la tentación de lo peor, ninguna democracia puede sustraerse a la mirada de la comunidad internacional, y de sus medios de comunicación. La ofensiva israelí en Gaza, que ha llevado a nombrar un nuevo emisario en la persona de George Mitchell, ha venido a recordárnoslo. Lo mismo que otros países que se han construido sobre la emigración, Estados Unidos debe prepararse para que lleguen a su suelo periodistas que huyen de la opresión y el terror, y concederles asilo. Afganos, iraníes, eritreos... llegan también de las puertas de la Unión, como el mexicano Emilio Gutiérrez Soto, al que los servicios de inmigración de El Paso han tenido injustamente detenido durante siete meses, por intentar salvar su vida y la de su hijo adolescente. El caso es una consecuencia de la siniestra guerra de los carteles, agravada por la violencia de las autoridades, que está enlutando México. Como se comprometió Usted, Señor Presidente, en un encuentro antes de su investidura con el presidente Felipe Calderón, los gobiernos federales de Estados Unidos y México tienen que asumir juntos la protección de la frontera entre ambos países, sin la cual no habrá Estado de derecho. En otras partes de América Latina, los destrozos causados por el narcotráfico y el paramilitarismo vacían de sentido algunos principios constitucionales, que se suponía logrados. A este respecto deseamos, como lo desean algunos parlamentarios norteamericanos, que la financiación del Plan Colombia, que tanto cuesta al contribuyente norteamericano, se revise en proporción a los esfuerzos reales efectuados por las autoridades de Bogotá en favor de los derechos humanos. Demasiadas connivencias peligrosas y declaraciones irresponsables del presidente Álvaro Uribe han expuesto al peligro, y empujado al exilio, a periodistas que no gozaban de sus favores. Finalmente, su voluntad de flexibilizar las cláusulas del embargo, impuesto desde 1962 a Cuba, único país del continente que carece de una prensa libre y donde hay 23 periodistas entre los cerca de 200 presos políticos, puede conseguir que las autoridades de La Habana se adecuen más a las expectativas de la comunidad internacional. El embargo, recusado en sus principios por la práctica totalidad de la Asamblea General de Naciones Unidas, no ha hecho más que reforzar al régimen castrista en detrimento del pueblo cubano. Tendrá que levantarse algún día. El futuro de la isla depende de ello. En espera de su respuesta, y agradeciéndole de antemano su atención les ruego, Señor Presidente, Señora Secretaria de Estado, reciban la expresión de mi mayor consideración. Jean-François Julliard
Secretario general