Reporteros sin Fronteras está consternada con la sentencia del tribunal federal de San Francisco (California, Oeste) que, el martes 1 de agosto, declaró culpable de desacato a Josh Wolf, periodista freelance, quien se negó a entregar a la justicia sus archivos de vídeo, apelando al secreto de las fuentes. El joven reportero fue encarcelado cuando salió del tribunal.
Reporteros sin Fronteras está consternada con la sentencia del juez federal de San Francisco William Alsup que, el martes 1 de agosto, ordenó el encarcelamiento del periodista freelance Josh Wolf, por “desacato al tribunal”. El periodista se negó a entregar a la justicia un vídeo, grabado en junio de 2005, del enfrentamiento entre unos anarquistas y la policía, cuando se celebraba un cumbre del G8. Como se rechazó su petición de libertad condicional, el periodista fue internado inmediatamente en el centro federal de detención de Dublín (California). Su abogado, José Luis Fuentes, va a apelar hoy ante el tribunal del distrito 9, y va a presentar una nueva petición de libertad condicional.
“Enviar a la cárcel a este periodista porque ha protegido sus informaciones constituye, a la vez, una grave violación de la libertad de prensa y una negación de la Primera Enmienda de la Constitución. Los periodistas no son ni auxiliares de la justicia, ni auxiliares de la policía. Es urgente que se debatan y aprueben en el Congreso los proyectos de ley sobre la libertad de circulación de la información, en la medida en que consagran este privilegio para la prensa Esto llenaría el vacío jurídico existente a nivel federal, mientras que la legislación de 32 Estados reconoce ese derecho a los periodistas. Esta sentencia absurda y desproporcionada contra Josh Wolf viola el artículo 8 de la Convención Interamericana de los Derechos Humanos, que establece “el derecho a no divulgar las fuentes informativas”. Pedimos la libertad inmediata de Josh Wolf”, ha declarado la organización.
El martes 1 de agosto de 2006 compareció ante la justicia federal el periodista freelance Josh Wolf, por haberse negado a entregar a la policía unos archivos de vídeo, grabados durante las manifestaciones de San Francisco contra la celebración de la cumbre del G8 en Escocia. Las imágenes mostrarían el incendio intencionado de un coche policial. Josh Wolf niega tener tales imágenes. El juez William Alsup, teniendo la precaución de decir que no atacaba la confidencialidad de las fuentes, consideró que se trataba de un desacato al tribunal, ya que la necesidad del gobierno de acceder a esos vídeos es más importante que las protecciónes constitucionales concededidas a Josh Wolf. Por tanto, el periodista fue internado, sin libertad condicional, en la cárcel de Dublín (California), y hasta que entregue los vídeos, o expire el período de investigación de que dispone el “gran jurado”, a saber en julio de 2007.
El abogado del periodista ha dicho a Reporteros sin Fronteras que el juez se negó incluso a ver el vídeo durante la audiencia, por considerar que eso le corresponde hacerlo al “gran jurado”. William Alsup ha dicho que, a nivel federal, no existe ninguna « ley escudo » que proteja a los periodistas y les exonere de participar en la investigación de un “gran jurado”. De este caso se ha encargado la justicia federal únicamente porque fue un vehículo federal el que ardió. Si al periodista le hubieran juzgado las autoridades de su Estado habría tenido protección completa mientras que, en este caso, está totalmente sometido a la ley federal que, paradójicamente, es mucho menos protectora. El caso de Josh Wolf pone de manifiesto la gran precariedad del estatuto de los periodistas en Estados Unidos, y recuerda al de la periodista Vanesa Legett, detenida 168 días en 2002. Su puesta en libertad la consiguió cuando expiró el mandato del tribunal que la sancionó por « desacato », y no porque se produjera una sentencia judicial positiva. Por tanto, en el caso de que se reabra la investigación, a la periodista todavía pueden interrogarla y detenerla de nuevo.