Desde su acceso al poder, Gurbanguly Berdimuhamedow se adorna con un discurso reformista, pero su narrativa no hace más que agrandar la evidente brecha con la política que sigue uno de los regímenes más totalitarios del mundo. En enero de 2013, el país aprobó por fin una ley de medios, que proclamaba oficialmente la libertad de expresión y la prohibición de la censura. Pura fachada, ya que el Estado sigue teniendo una soberanía suprema sobre todos los medios de comunicación turcomanos, a los que se utiliza como repetidores de propaganda y donde se castiga severamente cualquier desviación de la línea oficial. En 2008, Gurbanguly Berdimuhamedow declaró la guerra a las antenas parabólicas, única vía de acceso de la población a información no controlada, lo que la privaba de canales por satélite rusos, turcos o árabes que escapan a la asfixiante propaganda de los medios estatales. En cuanto al espacio digital, solo existe una intranet completamente censurada, la “Turkmenet”, a la que se accede previa presentación del pasaporte y copia de un documento que acredite la propiedad, el arrendamiento o el uso gratuito del local donde se establece la conexión. Está prohibido el uso de VPN.
En los últimos años, varios periodistas han sido detenidos de forma arbitraria y encarcelados en condiciones espantosas. La muerte bajo tortura de la corresponsal de
Radio Azatlyk Ogulsapar Muradova, en 2006, sigue presente en la memoria. En 2017,
Khudaiberdy Allachov, corresponsal del servicio turcomano de
RFE/RL, fue electrocutado como forma de tortura mientras estaba en prisión. El bloguero
Nurgeldy Halykov fue sentenciado a cuatro años de prisión solo porque envió una simple foto a un medio digital de noticias. Apenas quedan periodistas independientes en Turkmenistán: el país se ha visto reducido a un enorme desierto mediático. Quienes trabajan desde el extranjero y sus familias tampoco están a salvo, ya que sufren ataques y acoso. Los pocos periodistas que todavía colaboran de manera clandestina para medios independientes con sede en el extranjero se enfrentan a una presión sin precedentes, ya que muchos se han visto obligados a cesar sus actividades.
DISCURSO OFICIAL: presión autoritaria
“Los medios turcomanos no dan suficiente cobertura a los éxitos del Estado”. (Mensaje a la prensa en enero de 2014).