Desde que heredó la presidencia siria tras la muerte de su padre, Hafez, Bachar el Asad ha marcado todas las casillas para ganarse el título de depredador de la libertad de información. Mucho antes del inicio de la revolución y la guerra civil que desgarra al país desde 2011, la información difundida en los medios oficiales ya estaba estrictamente controlada por las autoridades, a los periodistas extranjeros se les prohibía regularmente el acceso al territorio y la ciberpolicía rastreaba a cualquier persona cuyas actividades en línea eran consideradas contrarias a los intereses del régimen. La situación se deterioró terriblemente después de que comenzara el levantamiento, en marzo de 2011. Bachar el Asad se encuentra ahora en el epicentro de un feroz sistema de represión que se apoya en unos temibles servicios de inteligencia, pero también en los "chabihas", secuaces con ropa de civil que aterrorizan a los periodistas y oponentes sospechosos. Cientos de periodistas han sido agredidos, arrestados, detenidos de forma arbitraria y torturados.
Más de 700 periodistas, profesionales o no, han perdido la vida desde que comenzó el conflicto, en marzo de 2011. Son víctimas de la represión gubernamental, pero también de crímenes cometidos por diversos grupos armados. Casi 100 detenidos o secuestrados siguen aún desaparecidos. Algunos de ellos habían decidido hacer información por sí mismos y filmar los abusos que habían presenciado y que el poder ocultaba, lo que les valió la acusación de apoyar a los terroristas. Otros sirvieron como guías para periodistas extranjeros en su trabajo sobre el terreno o se convirtieron en corresponsales de medios internacionales.
DISCURSO OFICIAL: absoluto cinismo
“[Marie Colvin] trabajaba con los terroristas y, como entró ilegalmente, todo lo que le ha ocurrido es responsabilidad suya”. (NBC, 14 de julio de 2016, a propósito de la reportera del Sunday Times, muerta en un atentado con bomba del ejército sirio en Homs mientras informaba de que los ataques se dirigían de manera deliberada a civiles).