Reporteros sin Fronteras se subleva ante los intentos de intimidar y desacreditar a Clive Stafford-Smith (foto), abogado del periodista sudanés Sam Al-Haj, encarcelado en la base militar norteamericana de Guatánamo desde el 13 de junio de 2002. La organización reitera su llamamiento a la liberación de éste último.
Reporteros sin Fronteras está escandaliza por las amenazas y los intentos de desacreditar a Clive Stafford-Smith, abogado británico y defensor del periodista sudanés de Al-Jazira Sami Al-Haj, encarcelado en la base norteamericana de Guantánamo desde el 13 de junio de 2002. El Naval Criminal Investigative Service, inmerso en una investigación interna sobre el suicidio de tres detenidos, ha intentado acreditar la tesis de que el abogado habría animado a los tres hombres a terminar con su vida.
“¿Las autoridades militares de Guantánamo creen que cargando a Clive Stafford-Smith con una acusación tan estúpida e indignante pueden hacer que se olvide el trato inhumano que infligen a sus presos? En Guantánamo, donde los abogados apenas tienen acceso a sus clientes, se burlan constantemente los derechos de la defensa. Resulta difícil pensar que uno de ellos hubiera podido aconsejar que se suicidaran a tres presos, a fortiori porque ni siquiera les defendía. Un procedimiento tan innoble justifica, si es que aún se necesitaran más argumentos, el cierre del campo. El hecho de que no se haya ejecutado la decisión del Tribunal Supremo del pasado 29 de junio, que invalida los tribunales militares de excepción, y el que ahora el Congreso intente proporcionar a toda prisa un marco jurídico para Guantánamo, demuestran claramente que las autoridades norteamericanas intentan, a cualquier precio, que se olvide que no existen cargos contra la mayoría de los detenidos en la base. Reiteramos nuestro llamamiento a la liberación Sami Al-Haj, encarcelado sin motivo desde hace cuatro años, y privado de los cuidados que necesita”, ha declarado Reporteros sin Fronteras.
Según una nota confidencial enviada a Reporteros sin Fronteras, en la mañana del 5 de agosto de 2006 un militar de la base de Guantánamo amenazó con la cárcel a Clive Stafford-Smith. Aquel día, el abogado solicitó entrevistarse con dos clientes -uno de los cuales era quizá Sami Al-Haj-, mencionados con los números 905 y 906. El oficial pretendió que los presos se negaban a verle. Sorprendido, Clive Stafford-Smith escuchó como inmediatamente le acusaban de violar las reglas del procedimiento, incitando a uno de sus clientes, el saudita Shaker Aamer (“número 239”) a efectuar una huelga de hambre. El abogado ni siquiera había podido verle en su anterior visita, un mes antes. El militar amenazó a Clive Stafford-Smith con recurrir al Ministerio federal de Justicia, para conseguir encarcelarle.
Clive Stafford-Smith ha dicho que durante los meses de julio y agosto de 2006 se enteró de que otro de sus clientes, el chadiano Mohammed El Gharani, fue sometido a constantes presiones de sus guardianes, para que le comprometiera. Víctima de torturas e insultos racistas, al joven chadiano le llevaron, en marzo de 2006, junto a Shaker Aamer en Camp Echo (unidad de alta seguridad), para que le convenciera de acabar con la huelga de hambre. Después, a Mohammed El Gharani le obligaron a confesar, amenazándole con internarle en la unidad de máxima seguridad (Camp 5), que Shaker Aamer le había confiado que Clive Stafford-Smith era el instigador de su huelga de hambre y del suicidio de tres detenidos, dos sauditas y un yemení. Clive Stafford-Smith no ha sido nunca el defensor de los tres presos en cuestión, y ni siquiera conocía sus nombres.
A pesar de las presiones de la comunidad internacional para que se cierre Guantánamo, y del anuncio de un mayor respeto por los derechos de la defensa, “no se filtra ninguna información, ni siquiera a los abogados, acerca del estado de los detenidos”, ha explicado Clive Stafford-Smith a Reporteros sin Fronteras. “Las autoridades militares me aseguran que a Sami Al-Haj, al que pude ver durante unos momentos hace quince días, le están tratando el cáncer de garganta. Pero no puedo hacer nada para verificarlo”.