Esos jefes de Estado que amenazan públicamente a los periodistas

A través de una infografía, Reporteros sin Fronteras (RSF) registra las declaraciones despectivas, injuriosas, incluso acusadoras hechas por los jefes de Estado de América Latina contra los periodistas. Declaraciones públicas que van contra el principio de la libertad de información y que ilustran las tensiones que padecen los periodistas, cuya única culpa ha sido la de ejercer su oficio.

En América Latina numerosos jefes de Estado no dudan en señalar con el dedo a los medios de comunicación y en denigrar la labor periodística en sus discursos públicos. Los ataques de los dirigentes son frontales y acusadores. Algunos incitan al odio y, a veces, a la violencia. Una tendencia muy preocupante: estas ofensas provenientes de la cúpula del Estado no hacen sino minar, aún más, la libertad de información – que de por sí ya se encuentra en mal estado en el continente – y, más aún, pueden ser interpretadas como una luz verde para agredir a los periodistas. Algunos jefes de Estado eligen atacar a los periodistas para evitar el debate de ideas. En países donde la polarización política es muy fuerte –lo que favorece la instrumentalización de ciertos medios de comunicación–, es más fácil acusar a los actores de la información de haber tomado partido o de conspirar contra el Estado, que responder a la crítica. Así, el periodismo independiente ya no se considera una fuente de intercambio, sino de calumnias e injurias, que no merece por lo tanto una respuesta; toda crítica a una política pública puede ser considerada un ataque al país. “Cuando un jefe de Estado en ejercicio de sus funciones se permite lanzar invectivas contra los representantes de los medios de comunicación, que sólo hacen su trabajo informativo, se sobrepasa un límite”, señaló Christophe Deloire, Secretario General de RSF. “¿Cómo pueden los periodistas trabajar en condiciones tranquilas cuando saben que el Estado está encarnado por una autoridad que los menosprecia, intimida, reprime, recrimina y transmite el mensaje de que es legítimo hacer esto?”, cuestionó. Mientras que estos presidentes tienen precisamente el deber de garantizar la seguridad de sus ciudadanos, según la Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión, los ataques presidenciales de un Maduro, un Correa o un Hernández contra la prensa no hacen sino contribuir a un peligroso clima de censura, autocensura e impunidad. En sus discursos públicos, en los que la participación de periodistas no es bienvenida, el presidente Nicolás Maduro no pierde la ocasión para acusar a los medios de comunicación extranjeros – como CNN en español y Miami Herald – de emprender una “campaña internacional” contra Venezuela. En septiembre de 2014, durante una conferencia de prensa por la entrega de vivienda social, el presidente venezolano los acusó de tratar “de envenenar y de lanzar su veneno desde Miami a Venezuela y al mundo”. Declaraciones violentas que denigran la objetividad periodística y en las que se acusa a los medios de comunicación de tener intenciones secretas contra el país. El presidente ecuatoriano Rafael Correa utiliza el mismo modelo, valiéndose de la prensa y de los videos oficiales transmitidos a través del “Enlace ciudadano". En uno de estos discursos oficiales (enlace ciudadano n°424, con fecha del 16 de mayo de 2015) atacó al administrador del sitio web Crudo Ecuador, amenazándolo con “responder con sus mismas armas”, y acusó a algunos periodistas de usar “el discurso deshonesto de la oposición, que trata de satanizar lo perfectamente legítimo, democrático y absolutamente transparente”. Esto, después de que el conductor de televisión Alfonso Espinosa hiciera diversos comentarios sobre el proyecto de reelección (presidencial) indefinida. Con ocasión del Día del Periodista en Honduras, celebrado el 25 de mayo pasado, el presidente hondureño Juan Orlando Hernández rindió homenaje a la prensa a su manera: habló de los “pseudoperiodistas (que) ocultan, tergiversan e inventan en su estado afanoso de incendiar al país”, respondiendo así a la acusación de que el Partido Nacional estaría implicado en una malversación de fondos del Instituto Hondureño de Seguridad Social. En El Salvador, en una conferencia de prensa, el presidente Salvador Sánchez Cerén reprochó a los medios de comunicación que habían publicado estadísticas sobre la violencia en el mes de marzo de 2015, de participar en una campaña de “terror psicológico” que intimidaba a la población sobre el tema de la seguridad, evadiendo así el problema. El 7 de enero de 2015 en una entrevista televisada, su homólogo guatemalteco, Otto Pérez Molina, acusó a un diario de haberse dedicado “a decir mentira, tras mentira”. Una forma de hacer a un lado la polémica por las declaraciones falsas de bienes inmuebles hechas por el secretario privado de la vicepresidencia, difundidas por el diario elPeriódico. En el mismo estilo, el 2 de mayo de 2015 el presidente boliviano Evo Morales se negó a responder a las preguntas de periodistas chilenos, a los que acusó de ser “agentes de inteligencia de Chile”, en un contexto de gran tensión diplomática entre Bolivia y Chile. El presidente confunde las relaciones diplomáticas y el respeto del derecho a la información. En la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de RSF, publicada en febrero de 2015, estos países se encuentran en los siguientes lugares (entre 180 países): Venezuela, 137o; Honduras, 132º; Guatemala, 124º; Ecuador, 108º; Bolivia, 94º, y El Salvador, 45º.
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Updated on 20.01.2016