El Sahara Occidental, la corrupción de los funcionarios y la vida del Palacio: tres temas tabúes para la prensa

Reporteros sin Fronteras está preocupada por el recrudecimiento de las restricciones a la libertad de prensa en Marruecos. En las dos últimas semanas, cuatro casos emblemáticos han ilustrado perfectamente los temas particularmente sensibles que no pueden cubrir los periodistas, so pena de sufrir las consecuencias. "Los periodistas marroquíes son libres de hacer su trabajo mientras no rebasen las líneas rojas trazadas por el Palacio real", ha declarado la organización. "De los recientes casos en curso se desprenden tres temas tabúes principales: los asuntos internos del Palacio, la cuestión de Sahara Occidental y los distintos tráficos en que a veces están implicados algunos altos responsables del Reino. En ese contexto, los periodistas que no practican la autocensura son castigados gravemente. Mientras que, en 2004, las autoridades marroquíes dieron algunas señales alentadoras para la libertad de prensa, hoy dan marcha atrás optando claramente por una política de alineamiento. En primer lugar, pedimos que cese la instrumentación de la justicia para silenciar las voces discordantes; en segundo lugar, que la justicia encuentre y castigue a los agresores del periodista Abderramán Bensfaia, y finalmente que el Palacio deje de dar muestras de una irritabilidad extremada, que frecuentemente se traduce en amenazas". El 12 de abril de 2005, el tribunal de primera instancia de Rabat condenó por difamación a Alí Lmrabet a diez años de prohibición de ejercer el oficio de periodista y a una multa de 50.000 dirhams (unos 4.500 euros), como consecuencia de unas controvertidas declaraciones sobre la cuestión de los saharauis de Tinduf. En marzo de 2005, los tribunales de la ciudad de Nador (a 550 km. al noreste de Rabat) condenaron en varios casos de difamación a Hamid Naimi, director del semanario Kawaliss Rif (Historias del Rif). Varios de los casos se remontan a 1998, y ya habían sido sobreseídos. Tras la publicación de un artículo, en noviembre de 2004, denunciando el desvío de fondos públicos para fines personales, por parte de algunos potentados de la ciudad de Nador, se reabrieron los casos sobreseídos y se presentaron nuevas denuncias contra el periodista. El tribunal de primera instancia de la ciudad juzgó cuarenta de esos casos en una semana, y condenó al periodista a tres años de prisión incondicional, en penas acumuladas, y a pagar el equivalente a 40.000 euros en multas. Desde la creación del periódico en 1996, Hamid Naimi ha provocado en varias ocasiones la ira de las autoridades, entre otras cosas reivindicando la independencia de la región del Rif. En otro caso, los secuaces de un empresario, propietario de varios restaurantes y bares de la ciudad, agredieron, el 22 de marzo de 2005, al corresponsal en El Jadida ( a 200. km al sur de Rabat) del diario nacional arabófono Annahar Al Maghribiya (Los Días marroquíes). Abderramán Bensfaia preparaba un dossier sobre el turismo, entre otros el turismo sexual. El periodista, que recibió patadas y arañazos, presentó una denuncia el mismo día. Contactado por teléfono, Bensfaia ha indicado que la investigación se encuentra estancada porque las autoridades todavía no han citado a la parte contraria. Por otra parte, el semanario arabófono Al Jarida Al Oukhra (El Otro Periódico) ha recibido una "advertencia" de Abdelhak El Mrini, director del protocolo y de la cancillería del Ministerio de la Casa Real tras la publicación, el 6 de abril de 2005, de un dossier sobre la vida cotidiana de la princesa Lalla Selma, esposa de Mohammed VI. El Mrini acusó al periódico de "inmiscuirse en la vida privada de la princesa" y aseguró que "cualquier información o noticia relativa a la vida privada de los miembros de la familia real jerifiana pertenece estrictamente a las competencias del Ministerio de los Palacios Reales y del Protocolo". Alí Anouzla, director del semanario, ha declarado a Reporteros sin fronteras que no piensa que haya atentado contra la princesa. Por el contrario, según él, el periódico hizo el retrato de una mujer cercana a su pueblo, que conjuga perfectamente tradición y modernidad. "La carta no tiene ninguna base jurídica. El protocolo real no está habilitado para juzgar el trabajo periodístico, que se rige por leyes y no por costumbres ancestrales. Eso es lo que establece la diferencia entre un Estado de derecho y un estado de excepción", añadió.
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Updated on 20.01.2016