Reporteros sin Fronteras condena el hecho de que algunos representantes del Estado, o del partido en el poder, estén animando a atacar a los medios de comunicación privados. En vísperas de las elecciones del próximo 23 de noviembre, a la organización le preocupa que haya un rebrote de “guerra mediática”.
Militantes progubernamentales del colectivo “La Piedrita”, implantado en el oeste de Caracas, reivindicaron públicamente el 23 de septiembre de 2008 un ataque con bombas lacrimógenas a la sede del canal privado Globovisión, cometido la víspera en la capital. Los militantes también distribuyeron panfletos, en los señalaban al canal informativo como “objetivo de guerra” y amenazaban a su director, Alberto Federico Ravell. El Ministro del Interior y Justicia, Tarek El Aissami, aunque garantizando que se iba a investigar esa violencia, acusó al canal de “golpismo”.
“La ‘guerra mediática', única en su genero en Venezuela, está recobrando intensidad en vísperas de las elecciones regionales y municipales del próximo 23 de noviembre. Se prevé que se produzcan más ataques de este tipo, y que puedan alcanzar también a periodistas del sector público, o considerados cercanos al gobierno. Desgraciadamente, las declaraciones de Tarek El Aissami y otros representantes del poder demuestran que las autoridades no solo no hacen nada para frenar esa violencia, sino que incluso la animan. Sin olvidar la actitud complaciente de algunos medios privados cuando el golpe de Estado de 2002 contra el presidente Hugo Chávez, es inaceptable que constantemente se utilice ese argumento para amordazar, intimidar e incluso amenazar a toda la prensa crítica con el gobierno. El Estado no desempeña su papel de garante de la paz civil, y del respeto a las libertades fundamentales. El fin de la guerra mediática pasa por la ruptura con el discurso paranoico, que pretende demostrar los objetivos conspirativos de los medios privados”, ha declarado Reporteros sin Fronteras.
El 10 de septiembre de 2008, en la antena del principal canal público venezolano, Venezolana de Televisión (VTV), se denunció un “plan para asesinar” al presidente Hugo Chávez. Mario Silva, productor del programa propagandístico “La Hojilla” y también portavoz del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), y candidato al puesto de gobernador del Estado de Carabobo (Centro-Norte), difundió una conversación telefónica entre militares, sospechosos de conspiración.
Acto seguido, el 15 de septiembre, Diosdado Cabello, antiguo Vicepresidente y candidato a la reelección en el puesto de gobernador del Estado de Miranda (Norte), acusó a Alberto Federico Ravell, Miguel Enrique Otero y Andrés Mata, directores de los diarios El Nacional y El Universal respectivamente, de “incitación al magnicidio”. “Iremos a por ti, Ravell”, amenazó. En el intervalo, el Ministro de Comunicación e Información, Andrés Izarra, denunció “el complot” de los medios privados. Tras el ataque a Globovisión, Lina Ron, dirigente del partido Unión Popular Venezolana, se dedicó a alabar a las “gloriosa milicias venezolanas”, al referirse a los agresores.
“Este atentado es el resultado del lenguaje violento de los últimos días contra el canal”, ha declarado Alberto Federico Ravell, quien dice estar dispuesto a que le interroguen públicamente en la Asamblea Nacional.