El ex brazo derecho del vicepresidente Dick Cheney autorizado a utilizar las notas de un periodista para defenderse ante la justicia
Organización:
El juez federal Reggie B. Walton autorizó, el 26 de mayo de 2006, que las notas de las conversaciones entre el periodista Matthew Cooper, de la revista Time, y el ex director del gabinete del vicepresidente Dick Cheney, Lewis “Scooter” Libby, fueran entregadas a los abogados de este último. Una vez más Reporteros sin Fronteras lamenta que se haya adoptado una decisión “irrespetuosa con la independencia de la prensa”.
Lewis Libby, sospechosos de haber revelado a varios periodistas, entre los que se encuentra Matthew Cooper, el nombre de la antigua agente de la CIA Valerie Plame, se encuentra actualmente acusado de “perjurio” y “obstrucción a la justicia”. Le acusan de haber mentido al FBI, y ante un gran jurado federal, sobre el origen de la “filtración”, de la que es sospechoso. Su suerte debería fijarse en enero de 2007.
Mientras tanto, Lewis Libby y sus consejeros han contraatacado intentando cuestionar la buena fe de los periodistas, a quienes se habría confiado. Por ello, el ex director del gabinete exigió que Judith Miller, del New York Times, Mathhew Cooper, del Time, y Andrea Mitchell, de NBC News, entregaran las notas, documentos y emails que pudieran servir para su defensa. Tras examinar esos documentos, el juez Walton encontró “algunas diferencias” entre algunos extractos de las conversaciones de Matthew Cooper con Lewis Libby y la reseña que escribió el periodista sobre las declaraciones efectuadas por el responsable político, en audiencia preliminar, ante el gran jurado. Por eso se ha obligado al periodista a entregar sus notas. “Por el momento”, ha precisado el juez, la decisión no afecta a sus dos colegas. Reggie B. Walton lo ha decidido argumentando que “los periodistas no están protegidos por la Primera Enmienda constitucional, cuando se trata de un asunto criminal”.
Por negarse a revelar sus fuentes en el caso Plame, Mathhew Cooper y Judith Miller fueron denunciados y condenados dos veces, por “desacato al tribunal”. Después de que el 27 de junio de 2005 el Tribunal Supremo Federal se negara a pronunciarse sobre su caso, el periodista del Time consiguió evitar la cárcel aceptando revelar su fuente, en la persona de Lewis Libby. En cuanto a Judith Miller, estuvo encarcelada desde el 6 de julio hasta el 29 de septiembre, fecha en la cual finalmente cedió. Después de aquello, la periodista dejó la redacción del New York Times.
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30.09.05 - En libertad Judith Miller: una feliz noticia pero un nuevo revés para el secreto de las fuentes
Reporteros sin Fronteras se congratula de la liberación, el 29 de septiembre de 2005, de Judith Miller, del New York Times, encarcelada desde el 6 de julio por haberse negado a revelar una fuente informativa. Sin embargo, la organización lamenta que, en contrapartida de su puesta en libertad, la periodista se haya visto obligada a violar el secreto profesional. “Evidentemente, la liberación de Judith Miller es una feliz noticia, en sí misma. Sin embargo, ha recobrado la libertad a cambio de facilitar el nombre de su fuente, aunque con el acuerdo de ésta. Por tanto, se ha burlado el principio de confidencialidad de las fuentes, que es uno de los pedestales del oficio de periodista. Debe continuar la lucha para que la justicia federal norteamericana reconozca este principio. Esperamos que el Congreso, donde se han presentado dos propuestas de ley en este sentido, se haga cargo de la cuestión lo antes posible”, ha declarado Reporteros sin Fronteras. A primeras horas de la tarde del 29 de septiembre, Judith Miller salió de la cárcel federal de Alexandria (Estado de Virginia, Este), donde llevaba detenida cerca de doce semanas. La periodista quedó en libertad en virtud de un acuerdo con el fiscal federal Patrick Fitzgerald, que la encausó por “desacato al tribunal”, a causa de su negativa a revelar el nombre de su informante en el caso de Valerie Plame, ex agente de la CIA, cuya identidad se filtró a la prensa en 2003. El silencio de Judith Miller, en cuanto al origen de sus informaciones en ese caso, le valió dos condenas de un tribunal federal de apelación, al mismo tiempo que uno de sus colegas, Matthew Cooper, del Time. Después de que el Tribunal Supremo se negara, el 27 de junio, a pronunciarse sobre su caso, Matthew Cooper logró evitar la cárcel aceptando revelar su fuente, mientras que Judith Miller persistió en su negativa. Según el New York Times, el informador de Judith Miller en el caso Plame sería Lewis Libby, un colaborador muy cercano del vicepresidente Dick Cheney. La periodista tenía que confirmarlo el 30 de septiembre ante el gran jurado del tribunal federal de apelación, que la condenó anteriormente. Ahora, la resolución del debate sobre el secreto de las fuentes se encuentra en manos del legislativo. En este sentido, en febrero se presentaron en el Congreso dos propuestas de ley , que todavía no se han debatido. Su aprobación significaría el fin de una carencia jurídica que no reconoce a los periodistas, a nivel federal, el privilegio del secreto de las fuentes, mientras que en teoría sí esta reconocido en 31 Estados de la Unión, dotados de “leyes escudo” (“shield laws”).
Reporteros sin Fronteras se congratula de la liberación, el 29 de septiembre de 2005, de Judith Miller, del New York Times, encarcelada desde el 6 de julio por haberse negado a revelar una fuente informativa. Sin embargo, la organización lamenta que, en contrapartida de su puesta en libertad, la periodista se haya visto obligada a violar el secreto profesional. “Evidentemente, la liberación de Judith Miller es una feliz noticia, en sí misma. Sin embargo, ha recobrado la libertad a cambio de facilitar el nombre de su fuente, aunque con el acuerdo de ésta. Por tanto, se ha burlado el principio de confidencialidad de las fuentes, que es uno de los pedestales del oficio de periodista. Debe continuar la lucha para que la justicia federal norteamericana reconozca este principio. Esperamos que el Congreso, donde se han presentado dos propuestas de ley en este sentido, se haga cargo de la cuestión lo antes posible”, ha declarado Reporteros sin Fronteras. A primeras horas de la tarde del 29 de septiembre, Judith Miller salió de la cárcel federal de Alexandria (Estado de Virginia, Este), donde llevaba detenida cerca de doce semanas. La periodista quedó en libertad en virtud de un acuerdo con el fiscal federal Patrick Fitzgerald, que la encausó por “desacato al tribunal”, a causa de su negativa a revelar el nombre de su informante en el caso de Valerie Plame, ex agente de la CIA, cuya identidad se filtró a la prensa en 2003. El silencio de Judith Miller, en cuanto al origen de sus informaciones en ese caso, le valió dos condenas de un tribunal federal de apelación, al mismo tiempo que uno de sus colegas, Matthew Cooper, del Time. Después de que el Tribunal Supremo se negara, el 27 de junio, a pronunciarse sobre su caso, Matthew Cooper logró evitar la cárcel aceptando revelar su fuente, mientras que Judith Miller persistió en su negativa. Según el New York Times, el informador de Judith Miller en el caso Plame sería Lewis Libby, un colaborador muy cercano del vicepresidente Dick Cheney. La periodista tenía que confirmarlo el 30 de septiembre ante el gran jurado del tribunal federal de apelación, que la condenó anteriormente. Ahora, la resolución del debate sobre el secreto de las fuentes se encuentra en manos del legislativo. En este sentido, en febrero se presentaron en el Congreso dos propuestas de ley , que todavía no se han debatido. Su aprobación significaría el fin de una carencia jurídica que no reconoce a los periodistas, a nivel federal, el privilegio del secreto de las fuentes, mientras que en teoría sí esta reconocido en 31 Estados de la Unión, dotados de “leyes escudo” (“shield laws”).
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20.01.2016