El 24 de febrero, un juez neoyorquino reconoció a dos periodistas del diario New York Times, Judith Miller et Philip Shenon,el privilegio del secreto de las fuentes. El fiscal podría apelar. Reporteros sin Fronteras se felicita por la decisión, a pesar de la actual tendencia de las jurisdicciones norteamericanas de intentar obligar a los periodistas a revelar sus contactos.
Reporteros sin Fronteras se felicita por la decisión del juez Robert W. Sweet, del distrito de Manhattan (Nueva York), de reconocer el privilegio del secreto de las fuentes a dos periodistas del New York Times, Judith Miller y Philip Shenon.
"Supone una pequeña victoria porque se trata de un juicio en primera instancia y todavía se encuentran en suspenso otros casos en los que se cuestiona el secreto de las fuentes. Sin embargo, esta sentencia viene a reafirmar un principio intangible de la libertad de prensa y representa una señal de ánimo, en espera de que el Senado y la Cámara de Representantes de Estados Unidos estudien dos proyectos de ley, que garantizan a los periodistas la absoluta protección de sus fuentes ante las jurisdicciones", ha declarado Reporteros sin Fronteras.
En una sentencia hecha pública el 24 de febrero, el juez Robert W. Sweet ha estimado que las grabaciones telefónicas de dos periodistas del New York Times no se entregaron a los fiscales federales, encargados de identificar una fuga a nivel gubernamental en la investigación, puesta en marcha en 2001, sobre dos asociaciones islámicas sospechosas de tener relaciones con organizaciones terroristas. El juez se ha basado en la Primera Enmienda de la Constitución y en el derecho común, para fallar a favor de los periodistas.
"Judith Miller y Philip Shenon telefonearon a las asociaciones para conocer su reacción sobre la investigación que les estaba efectuando el FBI", explica un abogado de la organización a Reporters committee for freedom of the press. "Mientras que la acusación acusa a los periodistas de haber alertado a las asociaciones de que el FBI iba a investigarlas".
El mismo fiscal, Patrick Fitzgerald, consiguió que Judith Miller y su colega del TimeMatthew Cooper fueran condenados a 18 meses de cárcel, con la condena en suspenso, por haberse negado a revelar sus fuentes en el caso Valerie Palme, que toma su nombre de la ex agente de la CIA cuya identidad llegó a la prensa a través de una fuga gubernamental.
Cerca de una decena de periodistas se encuentran hoy denunciados en Estados Unidos, por proteger sus contactos.