Asia-Pacífico
Camboya
-
Clasificación 2023
147/ 180
Puntuación: 42,02
Indicador político
156
38.50
Indicador económico
171
27.84
Indicador legislativo
135
46.42
Indicador social
115
57.27
Indicador de seguridad
144
40.05
Clasificación 2022
142/ 180
Puntuación: 43,48
Indicador político
139
42.42
Indicador económico
159
27.96
Indicador legislativo
138
49.65
Indicador social
113
62.40
Indicador de seguridad
145
34.96

La transición democrática iniciada a finales de los años 80 favoreció el auge de una prensa floreciente, hasta que el inamovible primer ministro Hun Sen emprendió una guerra despiadada contra el libre ejercicio del periodismo, a finales de la década pasada.

Panorama mediático

El principal periódico del país es Rasmei Kampuchea, muy complaciente con el gobierno. Le disputan el terreno nuevos diarios, como Nokorwat News o Nokor Thom, que intentan abrirse hueco congraciándose también con el poder. Estos periódicos coexisten con una prensa bilingüe khmer/inglés que solía enarbolar la causa democrática en el país, pero que también ha sucumbido a los ataques del gobierno. Así, el Phnom Penh Post ha perdido su independencia tras ser comprado, en 2018, por un magnate próximo al primer ministro Hun Sen. Unos meses antes, más de 30 emisoras de radio independientes fueron obligadas a echar el cierre. Es el caso de VOD (“La Voz de la Democracia”), cuyas emisiones en las radios locales jugaba un papel fundamental para la difusión de una información independiente, especialmente en las zonas rurales. La emisora, que posteriormente emitió programas desde su sitio web y en su canal de vídeo en Internet, vio revocada su licencia a principios de 2023, año en que se celebran nuevas elecciones parlamentarias.

Contexto político

Preocupado ante la perspectiva de tener que ceder el poder tras más de 30 años de reinado, el primer ministro Hun Sen se lanzó a una guerra sin cuartel contra la prensa, cara a las elecciones de julio de 2018. El panorama periodístico independiente salió devastado: radios y periódicos prohibidos, equipos de redacción purgados, periodistas perseguidos… Desde entonces, las pocas iniciativas que tratan de reanimar al periodismo independiente atraen sistemáticamente la furia del poder, como evidencia la nueva oleada de represión emprendida por el gobierno con mira a las elecciones de julio de 2023.

Marco legal

A partir de 1992, Camboya ratificó el primer pacto internacional sobre derechos civiles y políticos, y desarrolló disposiciones para garantizar el libre ejercicio del periodismo. En 1995, fue aprobada una ley de prensa para favorecer una solución amistosa de conflictos relativos a la difamación. Sin embargo, en la práctica, las autoridades recurren frecuentemente al código penal, invocando sus artículos 494 y 495, relativos a la “incitación al delito”, para demandar y detener, sin orden judicial, a los periodistas que investigan sobre temas sensibles. El primer ministro aprovechó, además, la crisis del Covid-19 para colar una ley sobre el estado de emergencia, que le permite censurar cualquier contenido periodístico que le disguste.

Contexto económico

Cuatro grandes grupos se reparten el mercado de los medios dirigidos al gran público y todos están dirigidos por magnates de la prensa próximos al clan Hun Sen. Por ejemplo, su hija, Hun Mana, lidera una enorme conglomerado que posee periódicos, revistas, emisoras de radio, cadenas de televisión y sitios de Internet, siempre dispuestos a loar los méritos de “papá”. Tras la ola de clausuras y cierres de filas de las redacciones, en 2017 y 2018, el terreno ha quedado abonado para que los camboyanos solo tengan acceso a una información vertida por los grandes grupos ligados a Hun Sen, así como por la agencia de noticias online Fresh News, máquina de propaganda progubernamental.

Contexto sociocultural

Frente a los medios tradicionales afines al gobierno, los camboyanos se vuelcan en Internet, en pleno boom desde que se generalizó el uso de smartphones, para acceder a informaciones fiables e independientes. Sin embargo, están a merced de los algoritmos de Facebook, la plataforma más usada en el país, que tiende a favorecer también los contenidos patrocinados por las autoridades. El gobierno sueña con instaurar una “gran muralla digital”, como en China; de hecho, se ha firmado un decreto que concede al ejecutivo el poder de vigilar todas las comunicaciones y de bloquear ciertas “webs tipo”, creando un punto de acceso único a la red, por el cual tendrán que pasar los 15 millones de internautas camboyanos.

Seguridad

El periodismo medioambiental es peligroso en Camboya. Dos reporteros fueron asesinados en 2014 por investigar la deforestación y la pesca ilegal. Desde la oleada represiva de 2017, los periodistas pueden ser detenidos con pretextos falaces, y algunos pasan meses en prisión por imputaciones absurdas como el “terrorismo” o la “pornografía”. La cobertura de cualquier asunto de corrupción que afecte, de cerca o de lejos, al primer ministro se ha vuelto prácticamente imposible. Frente a estos desafíos, el amparo de la Alianza de Periodistas de Camboya (CamboJA), creada a finales de 2019, supone una burbuja de oxígeno para los reporteros del país.