Bután fue uno de los últimos países del mundo en autorizar la televisión e Internet, hace un cuarto de siglo, y, hoy, este reino del Himalaya se encuentra en plena mutación, al igual que su panorama mediático.
Panorama mediático
El principal periódico del país, Kuensel, editado en dzongkha y en inglés, está en manos del gobierno. La apertura del país y su transición democrática, iniciadas a mediados de la década del 2000, se acompañaron del auge de la prensa privada, formada por cabeceras como The Bhutan Times o Bhutan Observer. La corporación audiovisual del Estado, la Bhutan Broadcasting Service, no tiene ningún estatuto que garantice su independencia editorial. La esfera digital se encuentra, por su parte, en plena expansión y la información circula cada vez más por los blogs y las redes sociales.
Contexto político
La monarquía constitucional de Bután fue instituida por la Constitución de 2008, que consagró la libertad de prensa. Las presiones que el poder ejecutivo puede ejercer sobre los medios están limitadas por la alternancia política fruto de las elecciones, lo que permite que se afiance un cierto pluralismo.
Marco legal
La ley sobre la comunicación de los medios de 2018 dotó de poderes a una comisión, llamada InfoComm y Medios, cuyos cinco miembros son nombrados directamente por el gobierno, lo que afecta seriamente a la independencia de la prensa. Los periodistas de Bután se lamentan también de las dificultades que tienen para acceder a informaciones públicas o gubernamentales: la burocracia real perpetúa una especie de cultura del secretismo y del recelo hacia la prensa que acaba por privar a la población de informaciones de interés público. Se han dado varios casos de demandas por difamación que, junto con la ley sobre seguridad nacional -que castiga toda declaración o comentario susceptible de crear “incomprensión u hostilidad entre el gobierno y el pueblo”- constituyen un freno al libre ejercicio del periodismo.
Contexto económico
Las publicaciones privadas sobreviven en un contexto económico difícil, con una audiencia relativamente limitada y anuncios publicitarios insuficientes y procedentes esencialmente de agencias gubernamentales, que representan el 80% de los ingresos publicitarios de los diarios escritos. Esta situacion puede tener consecuencias directas en los contenidos editoriales: el gobierno fue acusado, en 2012, de haber reducido sus inversiones publicitarias en el semanario The Buthanese, como represalia por un artículo que daba cuenta de casos de corrupción, lo cual sirvió como advertencia para el conjunto de los medios.
Contexto sociocultural
En el país de la “felicidad nacional bruta”, la autocensura es uno de los principales problemas: muchos periodistas no se atreven a cubrir cuestiones que podrían ser consideradas sensibles por temor a quedar como elementos contestatarios del orden social. La situación de las poblaciones Lhotshampa, una minoría del sur del país que usa la lengua nepalí, se trata muy poco en los medios.
Seguridad
Los periodistas raramente son objeto de amenazas físicas. Sin embargo, con el desarrollo de las redes sociales, los que publiquen reportajes o artículos molestos pueden ser el blanco de campañas de acoso en línea, promovidas por activistas políticos que mezclan desinformación, difamación y ataques personales y/o racistas.