En Colombia siguen siendo frecuentes las agresiones, las amenazas de muerte y los asesinatos de periodistas, por lo que aún es uno de los países más peligrosos del continente para la prensa. Los reporteros que trabajan en temas como el orden público, los conflictos armados, la corrupción, la colusión de políticos con grupos armados y los problemas medioambientales suelen padecer presiones, intimidaciones, actos de violencia. Los periodistas colombianos se enfrentan a la amenaza permanente de las “bacrims”, bandas criminales conformadas por paramilitares, implicadas en el narcotráfico. Todavía son frecuentes los secuestros de periodistas. Los grupos armados, como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), intentan hacer callar a los medios de comunicación alternativos o comunitarios que investigan sus actividades, generando verdaderos agujeros negros de la información, sobre todo en regiones rurales y en las zonas fronterizas con Venezuela y Ecuador. En Colombia, los medios de comunicación tienen vínculos cercanos con grandes empresas y con políticos, lo que pone en peligro su independencia editorial y favorece la autocensura. Desde que el conservador Iván Duque Márquez asumió la presidencia, en agosto de 2018, periodistas y medios de comunicación que habían denunciado que miembros del gobierno estaban implicados en casos de fraude, corrupción y violaciones a los derechos humanos, han padecido campañas de intimidación y acoso, así como operaciones de espionaje y numerosas presiones judiciales.
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