La prensa israelí goza de una verdadera libertad, un hecho raro en la región de Oriente Medio. Aunque existen medios de comunicación libres e independientes, los periodistas se enfrentan a la abierta hostilidad de los miembros del gobierno. Dirigentes políticos han emprendido campañas de descrédito contra medios de comunicación, que han sido seguidas por sus partidos y simpatizantes, por lo que los periodistas afectados han padecido acoso, amenazas anónimas, e incluso han necesitado protección personal. Los periodistas también se enfrentan a la “censura militar”, a la prohibición de cubrir ciertos temas, incluso a intentos de corrupción, sin contar los procesos judiciales que el sector empresarial suele emplear para amordazarlos. La prensa israelí no aborda o trata muy poco lo que sucede en los territorios palestinos, debido a la autocensura. Los corresponsales extranjeros a menudo enfrentan dificultades para obtener o renovar su acreditación de prensa. Con frecuencia el ejército israelí agrede a periodistas palestinos, sobre todo cuando cubren manifestaciones o los enfrentamientos en Cisjordania y la franja de Gaza. En 2018 el ejército israelí asesinó a dos periodistas palestinos e hirió a decenas de reporteros cuando cubrían la Gran Marcha del Retorno en la franja de Gaza. Desde entonces, esta marcha se realiza una vez a la semana y muchos periodistas han resultado heridos. En Cisjordania el ejército israelí usa balas reales para dispersar a los manifestantes, por lo que los reporteros se exponen a ser heridos de gravedad. Al menos tres periodistas palestinos, heridos de esta manera, han perdido un ojo. Muchos otros periodistas palestinos, acusados de incitar a la violencia contra el país o de colaborar con organizaciones terroristas, han sido víctimas del sistema de detención administrativa de Israel: pueden ser retenidos por un periodo indefinido, aunque no se hayan presentado formalmente cargos en su contra, y sin que un abogado se haga cargo de su expediente, ya que se trata de un asunto “confidencial”. A algunos, como a la periodista Majdoleen Hassona, también se les prohíbe viajar durante muchos meses sin ofrecer explicaciones. En los últimos años diversos medios de comunicación palestinos acusados de incitar a la violencia han enfrentado procesos judiciales o han sido cerrados por las fuerzas armadas israelíes.
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