Paquistán

La prensa paquistaní, que por tradición es muy dinámica, se ha convertido en el principal blanco del “Estado profundo” –un eufemismo para referirse al control constante que ejercen el ejército y los Inter-Services Intelligence (ISI, los temidos servicios secretos) en la población civil–. La influencia de este establishment militar, que no tolera el ejercicio independiente del periodismo, ha aumentado drásticamente desde que Imran Khan asumió el cargo de Primer ministro, en julio de 2018. Abundan los casos de censura descarada, favorecida por las presiones ejercidas por el Estado Mayor: interrupción de la distribución de diarios –como el periódico de referencia Dawn–; chantajes para otorgar la publicidad del Estado; interferencia de la señal de los canales de televisión que han tenido la audacia de dar la palabra a representantes de la oposición. Los periodistas que se atreven a cruzar la línea roja intentando cubrir temas considerados tabú por el ejército sufren campañas de acoso orquestadas por los ISI. Muchos de ellos fueron secuestrados en 2020 para hacerles llegar un mensaje: "O dejas de cubrir los temas que molestan, o tu familia no volverá a verte con vida". Tras hacer que la prensa tradicional marcara el paso, el régimen procedió a depurar Internet –en particular las redes sociales– de todo contenido que le molestara. Para ello, el gobierno sigue intentando que se adopte una legislación para “regular” el ciberespacio –en este caso “regulación” se puede entender como censura–. También se observa un fenómeno emergente: las campañas de acoso en internet manejadas por trolls a favor del gobierno o del ejército y dirigidas contra los periodistas, más concretamente, contra las mujeres reporteras. Por otro lado, la situación de los periodistas sigue siendo muy precaria, sobre todo en las provincias occidentales de Baluchistán y Khyber Pakhtunkhwa, donde se ven atrapados entre las fuerzas de seguridad y los rebeldes armados. Cuatro periodistas murieron en 2020 a causa de su trabajo y, como sucede en muchas ocasiones, por sus investigaciones sobre la corrupción o el crimen organizado. Tal como ocurre desde hace al menos una década, estos asesinatos permanecen en una casi completa impunidad.