Tres años durante los cuales los eritreos han tenido como únicas fuentes de información la prensa oficial, o las escasas radios extranjeras que se captan en el país. Eritrea es hoy el único país del continente africano, y uno de pocos del planeta, en que solo tiene derecho a publicarse la prensa gubernamental. Además, desde hace algunos días, ningún periodista extranjero está presente en Eritrea.
Desde el 18 de septiembre de 2001, o sea desde hace tres años, ya no existe prensa privada en Eritrea. Tres años durante los cuales los eritreos han tenido como únicas fuentes de información la prensa oficial, o las escasas radios extranjeras que se captan en el país.
Además, desde hace algunos días, ningún periodista extranjero está presente en Eritrea. A principios de septiembre de 2004, Jonah Fisher, corresponsal de la BBC y último periodista extranjero en Asmara, fue expulsado después de que el Ministro de Interior le criticara públicamente.
Se trata de una situación única en el mundo. En septiembre de 2001, y de un día para otro, el gobierno cerró todos los periódicos privados y encarceló a los principales periodistas, hundiendo al país en un largo black-out. Eritrea es hoy el único país del continente africano, y uno de pocos del planeta, en que solo tiene derecho a publicarse la prensa gubernamental.
Ahora, al menos catorce profesionales de la prensa se encuentran encarcelados en condiciones muy difíciles. Las autoridades no facilitan ninguna información sobre ellos, ni se conocen los lugares, ni las condiciones de su detención. En varias ocasiones, algunos miembros del gobierno de Asmara o del partido en el poder han calificado a los periodistas encarcelados de "traidores a la nación", pero no se ha hecho pública ninguna acusación oficial contra ellos.
Una vez más, y a pesar de la terquedad del presidente Isaías Afeworki, Reporteros sin Fronteras exhorta a las autoridades eritreas a dejar en libertad a los periodistas, y autorizar la reaparición de los medios de comunicación privados. Así, Eritrea pondría fin a su triste record: el de ser la nación más joven de Africa, pero también la mayor cárcel del continente para los periodistas.