Reporteros sin Fronteras hace público su informe sobre la situación de la prensa en Cúcuta (noreste de Colombia), como resultado de una misión llevada a cabo en el lugar, los días 9 y 10 de febrero. En esa ciudad fue abatido, el 11 de enero, Julio Palacios Sánchez, de Radio Lema. Concentrada en el conflicto colombiano, Cúcuta da la medida del peligro que representa ser periodista en Colombia.
Reporteros sin Fronteras presenta su informe sobre la peligrosa situación de los periodistas en la ciudad fronteriza de Cúcuta (noreste de Colombia). El documento es el resultado de una misión de investigación efectuada por la organización, en el lugar, los días 9 y 10 de febrero de 2005. Su publicación coincide con la fecha del aniversario del asesinato del político Jorge Eliécer Gaitán, ocurrido el 9 de abril de 1948, que en Colombia simboliza el inicio de la violencia.
Para la prensa colombiana, el año 2005 comenzó trágicamente con el asesinato, el 11 de enero en Cúcuta, de Julio Palacios Sánchez, de Radio Lema. En 2004, la ciudad, lugar de confluencia de los grupos armados -guerrillas, paramilitares y narcotraficantes- fue el escenario de ocho casos de amenazas graves contra la prensa, de los 38 contabilizados en todo el país por Reporteros sin Fronteras. Varios periodistas tuvieron que dejar de trabajar y marcharse de la región. Otros, decididos a permanecer allí, se doblegan a la autocensura, para protegerse.
Esta situación motivó la puesta en marcha, los días 9 y 10 de febrero de 2005, de una misión llevada a cabo conjuntamente por Reporteros sin Fronteras (Francia y Suecia), la Fundación para la Libertad de Prensa (asociación colombiana que colabora con Reporteros sin Fronteras), el Instituto Prensa y Sociedad (Perú) y el International Media Support (Dinamarca). Los miembros de la misión se entrevistaron con una veintena de representantes de los medios de comunicación locales y nacionales, así como con diferentes autoridades políticas, judiciales y militares.
La investigación no solamente ha puesto de manifiesto la permanente presión que padece la prensa, en ese concentrado explosivo del conflicto colombiano. También ha evidenciado un clima de impunidad que se mantiene tenaz y una alarmante falta de responsabilidad de las autoridades, en relación con la situación de los periodistas. Como ese alcalde adjunto de Cúcuta que manifestó a la misión que nunca había oído hablar de atentados contra la prensa. O ese comandante de la policía que declaró a las organizaciones que el asesinato de Julio Palacios Sánchez era "un punto negro en un pañuelo blanco".
Esa irresponsabilidad representa otro peligro para la prensa colombiana y una auténtica amenaza para la libertad de prensa en Colombia.