Reporteros sin Fronteras condena las agresiones a periodistas, cometidas por partidarios del general Pinochet
Reporteros sin Fronteras condena la violencia ejercida, por partidarios de Augusto Pinochet, en las jornadas que precedieron a los funerales del dictador en Santiago. La organización pide que se sancione a los autores de esa violencia y a los miembros de las fuerzas del orden que no consideraron útil interponerse para proteger a los periodistas.
El 10 de diciembre, delante del hospital militar donde acababa de extinguirse el dictador, 200 simpatizantes de Augusto Pinochet atacaron a Mónica Pérez, Mauricio Bustamante e Iván Núñez, de la Televisión Nacional de Chile (TVN). A los dos primeros les arrojaron botellas de cristal; al tercero le dieron una paliza. Los manifestantes atacaron igualmente a Antonio Quinteros, del Canal 13, y a un equipo de Chilevisión.
Al día siguiente, delante de la Escuela Militar donde tenían lugar las exequias del dictador, a María José Ramudo, corresponsal del canal español TVE, le interrumpieron mientras estaba trabajando. Un desconocido le arrancó el micrófono, para gritar en directo: “Españoles, hijos de puta” (la justicia española pidió la extradición de Augusto Pinochet - ndlr), y después le arrojaron diversos objetos. Los carabineros que presenciaron la escena no intervinieron en ningún momento. ___________________________________________________________ 11.12.06 - Fallecimiento de Augusto Pinochet : Reporteros sin Fronteras rinde homenaje a los 68 profesionales de los medios de comunicación asesinados o desaparecidos durante la dictadura
Reporteros sin Fronteras quiere rendir homenaje a los 68 profesionales de los medios de comunicación - periodistas, fotógrafos, grafistas, obreros de prensa - que figuran entre las 4.000 personas asesinadas o desaparecidas durante la dictadura del general Augusto Pinochet. Su fallecimiento, ocurrido el 10 de diciembre de 2006, impide de hecho que se rinda totalmente justicia a las víctimas, y a sus familias. Pero la muerte del dictador no debe sin embargo significar la impunidad. “Lamentamos, como tantos otros, que el general Pinochet haya muerto sin haber comparecido nunca ante un tribunal. Con razón, su fallecimiento provoca grandes frustraciones que solo podrán atemperarse, ante la imposibilidad de que desaparezcan, si la justicia chilena se compromete resueltamente a juzgar y condenar a los responsables de las violaciones de los derechos humanos, cometidas entre 1973 y 1986. Rendimos homenaje a las víctimas de aquel sangriento régimen, que disfrutó de la escandalosa complacencia de las potencias occidentales y del apoyo de Estados Unidos. Nuestros pensamientos van dirigidos, en particular, a los 68 profesionales de los medios de comunicación y a sus familias, para quienes la muerte del dictador no debe rimar con impunidad”, ha declarado Reporteros sin Fronteras. Desde el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 hasta 1986, cuatro años antes de la vuelta del poder civil, la dictadura del general Augusto Pinochet causó la muerte o la desaparición de 68 profesionales de los medios de comunicación, entre los que se encontraban 21 redactores, 20 fotógrafos, camarógrafos y técnicos, y 27 obreros de prensa. La mayoría fueron detenidos, torturados y asesinados en las semanas inmediatamente posteriores al golpe de Estado pero una ley, promulgada por la Junta en 1978, amnistió todos los crímenes cometidos con anterioridad. El 21 de marzo de 2006 la justicia inculpó a trece militares por su participación en la “Caravana de la muerte”, un comando itinerante encargado de eliminar a los opositores, que causó estragos en octubre y noviembre de 1973. Todavía no ha comenzado el juicio. La “Caravana de la muerte” ejecutó al menos a 75 presos políticos y entre ellos, el 19 de octubre de 1973, a Carlos Berger Guralnik, director de la emisora Radio Loa. En los años 80 mataron a otros periodistas en la represión, por el poder, de las oleadas de protestas anteriores al referendum de 1988, preludio del final de la dictadura. El 2 de julio de 1986, el fotógrafo independiente Rodrigo Rojas murió después de que una patrulla del ejército le quemara vivo. El teniente Pedro Fernández Dittus, responsable directo del asesinato, fue condenado a una pena de cárcel. El 8 de septiembre de 1986, al día siguiente de un atentado fallido contra el general Pinochet, murió ametrallado José Carrasco Tapia, director del semanario Análisis (hoy desaparecido), junto con otros tres opositores. El 26 de octubre de 2005 inculparon a catorce ex agentes de la policía política pero su superior jerárquico, el general Humberto Gordon, falleció de un cáncer en 2000, mientras disfrutaba de libertad condicional. José Carrasco Tapia fue el último periodista asesinado durante la dictadura. El 8 de septiembre de 1999, y en el lugar donde apareció su cuerpo, se inauguró un monumento en memoria de los periodistas muertos y desaparecidos durante el régimen de Pinochet.