Por qué un grupo de países democráticos debería comprar Twitter para transformarlo en servicio de interés general

El gran despropósito de Elon Musk al frente de Twitter pone en peligro una plataforma central en el acceso a la información y al debate, pero, sobre todo, pone en peligro los principios democráticos. Reporteros Sin Fronteras (RSF) propone que un grupo de países democráticos financie la compra de Twitter con distintas fórmulas.

Elon Musk tuiteó, el 21 de diciembre, que dimitiría como CEO de Twitter en cuanto encontrara a alguien lo suficientemente “tonto” como para hacer el trabajo. RSF presenta una contrapropuesta más ambiciosa y beneficiosa en aras del interés general: un grupo de países democráticos podría adquirir participaciones para convertirse en accionista mayoritario o de referencia, con poder de bloqueo, o bien podría crear una fundación internacional de redes sociales que aspire a transformarse en propietaria de Twitter. En el primer caso, un acuerdo entre accionistas configuraría la gobernanza democrática de la red; en el segundo, los estatutos ofrecerían garantías para evitar cualquier interferencia política.

“La era post-Musk debe ser la de las redes sociales como servicio de interés general", afirma el secretario general de RSF, Christophe Deloire. Un servicio de interés general puede ser prestado por entidades públicas o privadas. Desde el punto de vista de la libertad de opinión y expresión, este servicio debe regirse por principios democráticos, sin riesgo de arbitrariedad o injerencias. La rapidez con la que el multimillonario ha deteriorado Twitter podría ser un acicate para que las democracias reaccionen con diligencia y financien una adquisición de la red social para ponerla al servicio de la libertad de opinión y  de expresión, incluido el derecho a la información.

Christophe Deloire
Secretario general de RSF

Una fundación tendría como misión impulsar unas redes sociales democráticas, respetuosas con los derechos humanos y con el acceso a una información fiable. Se podría sufragar con contribuciones internacionales. Su independencia estaría garantizada y su consejo de supervisión podría incluir a autoridades independientes. Su objetivo sería garantizar que las tecnologías de la comunicación, como las redes sociales, estén al servicio del interés general.

La Unión Europea podría ser una pieza importante en este proceso, adopte la forma que adopte. Para desarrollar un servicio de interés general en materia de redes sociales y plataformas digitales, sin tener que partir de cero, la propia UE o algunos de sus Estados miembros podrían realizar una inversión conjunta con otros países democráticos, incluido, por supuesto, Estados Unidos. Puesto que Twitter parece haberse transformado en una patata caliente para Musk, temeroso de que la red entre en bancarrota, el magnate podría estar interesado en emprender conversaciones.

Las grandes democracias han sabido reaccionar ante el riesgo sistémico que acechaba a los bancos. En este caso, existe un riesgo sistémico para el espacio público e, incluso, para la democracia. Ha llegado el momento de tomar medidas enérgicas y ofrecer, a escala internacional, un servicio de interés general en materia de redes sociales. Las ocurrencias y golpes de efecto de Elon Musk han demostrado lo rápido que puede degradarse el espacio de comunicación e información. Estas plataformas tecnológicas se han vuelto  indispensables para el flujo de información y, por tanto, no pueden estar sujetas a los caprichos, ideologías e intereses de propietarios privados.

El mundo de la tecnología cree que la innovación es la respuesta a todos los problemas. Para hacer frente a los grandes problemas democráticos que plantea Twitter, RSF propone una innovación política radical.

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