Arresto abusivo de tres periodistas en una manifestación delante de la sede de la Escuela de las Américas

La corresponsal estadounidensede la cadena Russia Today, Kaelyn Forde, y su cámara Jonathan Conway fueron arrestados por la policía estadounidense mientras cubrían unas manifestaciones cerca de Fort Benning, una base militar de Georgia, el 22 de noviembre de 2010. Cecilia Kluding, becaria de KNGU radio comunitaria local, también fue detenida aunque llevase acreditación. Reporteros sin Fronteras condena su arresto y pide a la policía de Columbus que abandone todos los cargos contra los periodistas. He aquí el testimonio de Kaelyn Forde. “Estábamos cubriendo la manifestación silenciosa en Western Hemisphere Institute for Security Coperations/School of the Americas (el Instituto de Cooperación para la Seguridad de la Escuela de las Américas), fuera de Fort Benning. No estábamos manifestándonos y llevábamos nuestras acreditaciones. También entrevistamos al capitán de policía por la mañana y entonces nos identificamos claramente como periodistas. Cuando terminó la manifestación, empezamos a grabar a los manifestantes que salían de la zona legal de protesta e iban en fila sobre la acera. La policía nos pidió que nos apartáramos y nos subiéramos a la acera, lo que hicimos. Los manifestantes también obedecieron las instrucciones de la policía. Pero cuando arrestaron a algunos de ellos, entonces seguimos grabando. La policía nos pidió entonces que nos subiéramos a la acera para grabar. Estábamos en el aparcamiento de una gasolinera. Obedecimos. Mi cámara seguía grabando mientras yo me alejaba en dirección opuesta a la policía. Advertí que me agarraban. Fue cuando me arrestaron. Mi cámara grabó mi arresto y unos minutos más tarde lo detuvieron también. Cuando subimos al autobús que la policía usaba para llevar a los manifestantes detenidos, preguntamos de qué se nos acusaba. Ningún representante de las fuerzas del orden quiso contestarnos a pesar de insistir. Al final, un agente nos dijo: “No hay ninguna acusación. Es una vuelta en autobús gratis“, y se echó a reír. Nos tomaron las huellas, nos sacaron fotos y confiscaron nuestras pertenencias, incluyendo las cámaras, las cintas y el material. Nos dejaron en una celda con otros manifestantes. Una de las mujeres presentes necesitaba sus medicinas y las pidió muchas veces a la policía, quien la ignoró. Casi le da un ataque y se cae al suelo. Otra mujer tuvo un ataque de asma. Se cogía el cuello entre las manos y estaba tendida en el suelo, incapaz de respirar. Otro reportero y yo pedimos que le devolvieran su inhalador. Tardaron más de once horas en llevárselo. Nuestra fianza fue diez veces superior a la normal para la cárcel del Condado de Muskogee; la mía era de 4 100 dólares, cuando suele ascender a unos 200 a 300 dólares para este tipo de delitos. Nos dijeron que íbamos a pasar la noche en prisión y nos dieron colchones, tazas, una toalla y luego nos llevaron junto con otros detenidos. Luego, nos dijeron que podríamos hablar con un abogado antes de que se leyese el acta de acusación. Enseñé mi acreditación a mi abogado que, luego, la presentó al juez. Los tres cargos retenidos contra mí son: -Concentración ilegal (que depende del Estado) -Manifestación sin permiso (que depende de la ciudad) -Negativa a dispersarse (que depende de la ciudad). La situación era bastante increíble. Mientras se leía el acta de acusación, sólo entramos y salimos uno por uno en un intervalo de minuto y medio por persona. Me pidieron que saliese de la sala y no se me dio permiso a escuchar la declaración de la policía en mi contra. No pude hablar ni defenderme en la lectura del acta de acusación y ni siquiera me dejaron hablar con mi abogado puesto que un policía estaba de pie entre nosotros. Los jueces tardaron tres horas y media en ver los vídeos de mi arresto grabados por la policía, unos transeúntes y otro periodista. Aunque se vea que soy inocente y que llevaba claramente mi acreditación, todos los periodistas y manifestantes fueron declarados culpables, incluida yo. No se hizo ninguna diferencia entre los representantes de la prensa y los manifestantes. Me dijeron que la única forma de salir de prisión era aceptar la sentencia y pagar una multa de 290 dólares por cargo que depende de la ciudad. Le pasó lo mismo a mi cámara, Jonathan Conway. También tuvimos que pagar una fianza de 1 000 dólares por “concentración ilegal“, acusación que no se ha levantado aún. No nos manifestábamos. Nos identificamos varias veces como periodistas, acogiéndonos a la Primera Enmienda. No obstante, nos arrestaron por manifestarnos. Una chica de 17 años, becaria par una emisora de radio comunitaria, corrió la misma suerte que nosotros, a pesar de llevar su acreditación. El juez también anunció que se prohibía la entrada a la ciudad de Colombus a algunos acusados durante dieciocho meses. Pensaba que tal cosa no podía ocurrir en mi país y que la Primera Enmienda nos protegía. Pero lo único que pudieron negociar nuestros abogados fue el tiempo que iba a durar nuestra detención. Nos obligaron a aceptar el veredicto sin más formalidades. Como periodistas, nuestras libertades fueron pisoteadas.”
Publié le
Updated on 20.01.2016