“No existen tabúes cuando rige la represión”: Reporteros sin Fronteras hace un llamado al presidente brasileño Lula
Organización:
Señor Luiz Inácio Lula da Silva
Presidente de la República Federal de Brasil
Palacio de Planalto, Brasilia, D.F. Señor Presidente, El trágico fallecimiento de Orlando Zapata Tamayo, el 23 de febrero pasado, suscitó que los disidentes cubanos dirigieran sus demandas a usted, que se encontraba en La Habana cuando el opositor sucumbió en prisión después de 80 días de huelga de hambre. Algunos de ellos le reprocharon el haber expresado demasiado tarde su “pesar” por este drama. Sin embargo, su reacción alimentó la esperanza de que usted se convirtiera en mediador frente a las autoridades cubanas en lo que respecta a los prisioneros de conciencia, como lo demuestra el correo de un nuevo “Comité Orlando Zapata”, recibido el 9 de marzo en la embajada de Brasil en La Habana. Reporteros sin Fronteras, organización internacional dedicada a la defensa de la libertad de prensa, apoya esta demanda y le exhorta a que, más allá de sus reservas, le dé seguimiento. Brasil y el resto de países latinoamericanos son los únicos que pueden influir en la posición del régimen cubano en materia de derechos humanos y de libertad de información. La muerte de Orlando Zapata Tamayo quizá le sensibilice de manera especial, pues usted mismo fue un oponente político víctima de la dictadura de su país. Usted quiso respetar un principio fundamental de la diplomacia brasileña, que implica evitar toda injerencia directa en los asuntos internos de otros países. Pero, ¿es que un llamado al respeto de los principios universales fundamentales -derecho a expresarse libremente, derecho de circular libremente, derecho de no temer por sus opiniones o escritos- constituye una injerencia dirigida y discriminadora? En diálogo con España, que preside actualmente la Unión Europea, las autoridades cubanas se comprometieron al respeto de esos principios y firmaron en febrero de 2008 dos pactos de la Organización de las Naciones Unidas relativos a los derechos civiles y políticos. Ahora, esas mismas autoridades se niegan a ratificarlos, ¿por qué? Al igual que nosotros, Usted condenó, con razón, las graves violaciones de los derechos humanos cometidas después del golpe de Estado en Honduras, en junio de 2009. Brasil también acogió en su embajada a un presidente elegido democráticamente y derrocado por la fuerza. Los golpistas hondureños lo acusaron de haber intervenido, cuando usted actuó contra una injusticia. ¿Debería hacer lo mismo por Cuba donde 200 personas están privadas de su libertad por el solo hecho de pensar de una manera distinta a la de sus dirigentes ? Entre ellos hay 25 periodistas, bloguers e intelectuales -incluido nuestro corresponsal, Ricardo González Alfonso, condenado a 20 años de prisión la “Primavera negra” de marzo de 2003- que deben cumplir grandes condenas sólo por haber informado fuera del control del Estado. ¿Cómo un gobierno que trabaja a favor de la libertad de expresión y del acceso de sus ciudadanos a la información podría permanecer sordo a este llamado? Durante mucho tiempo Cuba fue un símbolo en América Latina. La revolución de 1959 puso fin a una dictadura. El país sufre desde hace medio siglo un embargo absurdo, injusto para la población cubana, pero útil para el régimen. Recientemente, en una misión en Haití, que debe mucho a la presencia brasileña, pudimos constatar la eficacia de las brigadas médicas cubanas -un orgullo nacional-, que socorrieron a la población víctima del sismo. Sin embargo, esas realidades no compensan de ninguna manera la suerte que las autoridades de La Habana infligen a sus oponentes. Tampoco excusan las brutalidades y las humillaciones cometidas contra los periodistas, militantes, sindicalistas y sus familias. No justifican en ningún caso la imposibilidad para los cubanos de acceder libremente a la Internet o de viajar sin autorización. Subrayar esta otra realidad cubana es exponerse a la propaganda odiosa de esos que, creyendo proteger el honor del país, defienden los métodos de un régimen que carece de argumentos. El porvenir de Cuba y de sus instituciones concierne a los cubanos. Las violaciones de los derechos humanos en Cuba conciernen a la comunidad internacional y a la conciencia universal, como en cualquier otro país donde esos derechos son pisoteados. Para que sea respetado, el régimen cubano debe ser respetable. Ese es el sentido de la resolución votada casi unánimemente por el Parlamento Europeo el 11 de marzo pasado, incluidas todas las corrientes políticas. Es urgente. En memoria de Orlando Zapata Tamayo y a nombre de la liberación de los presos de conciencia, el periodista Guillermo Fariñas Hernández realiza una huelga de hambre. Nosotros lo incitamos a suspenderla, pero él se dice preparado a morir. Otros disidentes harán lo mismo en ausencia de un mínimo esfuerzo de las autoridades cubanas y si persiste el silencio de los países hermanos de América Latina. ¿Cómo responde el gobierno al desamparo de estas personas ? Ensañándose en manchar su reputación. El continente americano, hoy comprometido con la unidad y la integración regional, ha padecido las dictaduras y la represión. Las democracias latinoamericanas no pueden permitir que esta situación perdure en Cuba sin tener alguna reacción. En el triste séptimo aniversario de la “Primavera negra”, no hay más símbolo cubano. No hay más tabú cubano. Agradeciendo la respuesta que dará Usted a esta carta, que me comprometo a publicar con su autorización, le envío Señor Presidente mis saludos más cordiales. Jean-François Julliard
Secretario General de Reporteros sin Fronteras
Foto: AFP
Presidente de la República Federal de Brasil
Palacio de Planalto, Brasilia, D.F. Señor Presidente, El trágico fallecimiento de Orlando Zapata Tamayo, el 23 de febrero pasado, suscitó que los disidentes cubanos dirigieran sus demandas a usted, que se encontraba en La Habana cuando el opositor sucumbió en prisión después de 80 días de huelga de hambre. Algunos de ellos le reprocharon el haber expresado demasiado tarde su “pesar” por este drama. Sin embargo, su reacción alimentó la esperanza de que usted se convirtiera en mediador frente a las autoridades cubanas en lo que respecta a los prisioneros de conciencia, como lo demuestra el correo de un nuevo “Comité Orlando Zapata”, recibido el 9 de marzo en la embajada de Brasil en La Habana. Reporteros sin Fronteras, organización internacional dedicada a la defensa de la libertad de prensa, apoya esta demanda y le exhorta a que, más allá de sus reservas, le dé seguimiento. Brasil y el resto de países latinoamericanos son los únicos que pueden influir en la posición del régimen cubano en materia de derechos humanos y de libertad de información. La muerte de Orlando Zapata Tamayo quizá le sensibilice de manera especial, pues usted mismo fue un oponente político víctima de la dictadura de su país. Usted quiso respetar un principio fundamental de la diplomacia brasileña, que implica evitar toda injerencia directa en los asuntos internos de otros países. Pero, ¿es que un llamado al respeto de los principios universales fundamentales -derecho a expresarse libremente, derecho de circular libremente, derecho de no temer por sus opiniones o escritos- constituye una injerencia dirigida y discriminadora? En diálogo con España, que preside actualmente la Unión Europea, las autoridades cubanas se comprometieron al respeto de esos principios y firmaron en febrero de 2008 dos pactos de la Organización de las Naciones Unidas relativos a los derechos civiles y políticos. Ahora, esas mismas autoridades se niegan a ratificarlos, ¿por qué? Al igual que nosotros, Usted condenó, con razón, las graves violaciones de los derechos humanos cometidas después del golpe de Estado en Honduras, en junio de 2009. Brasil también acogió en su embajada a un presidente elegido democráticamente y derrocado por la fuerza. Los golpistas hondureños lo acusaron de haber intervenido, cuando usted actuó contra una injusticia. ¿Debería hacer lo mismo por Cuba donde 200 personas están privadas de su libertad por el solo hecho de pensar de una manera distinta a la de sus dirigentes ? Entre ellos hay 25 periodistas, bloguers e intelectuales -incluido nuestro corresponsal, Ricardo González Alfonso, condenado a 20 años de prisión la “Primavera negra” de marzo de 2003- que deben cumplir grandes condenas sólo por haber informado fuera del control del Estado. ¿Cómo un gobierno que trabaja a favor de la libertad de expresión y del acceso de sus ciudadanos a la información podría permanecer sordo a este llamado? Durante mucho tiempo Cuba fue un símbolo en América Latina. La revolución de 1959 puso fin a una dictadura. El país sufre desde hace medio siglo un embargo absurdo, injusto para la población cubana, pero útil para el régimen. Recientemente, en una misión en Haití, que debe mucho a la presencia brasileña, pudimos constatar la eficacia de las brigadas médicas cubanas -un orgullo nacional-, que socorrieron a la población víctima del sismo. Sin embargo, esas realidades no compensan de ninguna manera la suerte que las autoridades de La Habana infligen a sus oponentes. Tampoco excusan las brutalidades y las humillaciones cometidas contra los periodistas, militantes, sindicalistas y sus familias. No justifican en ningún caso la imposibilidad para los cubanos de acceder libremente a la Internet o de viajar sin autorización. Subrayar esta otra realidad cubana es exponerse a la propaganda odiosa de esos que, creyendo proteger el honor del país, defienden los métodos de un régimen que carece de argumentos. El porvenir de Cuba y de sus instituciones concierne a los cubanos. Las violaciones de los derechos humanos en Cuba conciernen a la comunidad internacional y a la conciencia universal, como en cualquier otro país donde esos derechos son pisoteados. Para que sea respetado, el régimen cubano debe ser respetable. Ese es el sentido de la resolución votada casi unánimemente por el Parlamento Europeo el 11 de marzo pasado, incluidas todas las corrientes políticas. Es urgente. En memoria de Orlando Zapata Tamayo y a nombre de la liberación de los presos de conciencia, el periodista Guillermo Fariñas Hernández realiza una huelga de hambre. Nosotros lo incitamos a suspenderla, pero él se dice preparado a morir. Otros disidentes harán lo mismo en ausencia de un mínimo esfuerzo de las autoridades cubanas y si persiste el silencio de los países hermanos de América Latina. ¿Cómo responde el gobierno al desamparo de estas personas ? Ensañándose en manchar su reputación. El continente americano, hoy comprometido con la unidad y la integración regional, ha padecido las dictaduras y la represión. Las democracias latinoamericanas no pueden permitir que esta situación perdure en Cuba sin tener alguna reacción. En el triste séptimo aniversario de la “Primavera negra”, no hay más símbolo cubano. No hay más tabú cubano. Agradeciendo la respuesta que dará Usted a esta carta, que me comprometo a publicar con su autorización, le envío Señor Presidente mis saludos más cordiales. Jean-François Julliard
Secretario General de Reporteros sin Fronteras
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20.01.2016