La posible reelección de Jair Bolsonaro es, para RSF, “la mayor amenaza que pende actualmente sobre la libertad de prensa en Brasil”

Brazil's president-candidate Jair Bolsonaro

El presidente Jair Bolsonaro ha hecho de los ataques contra la prensa una de las señas de identidad de su primer mandato. Sostenido por una base electoral cada vez más virulenta y fuertemente respaldado por las campañas de desinformación, ha socavado significativamente la libertad de prensa y el derecho a la información en el país. Su reelección supondría una grave amenaza para el derecho a una información fiable y para la propia democracia brasileña

“Desde los primeros días de su mandato, el presidente Bolsonaro ha adoptado una postura abiertamente agresiva y beligerante contra los periodistas. En incontables ocasiones, ha demostrado su desconocimiento absoluto del papel de la prensa en una sociedad democrática. En su concepción, los medios son meros  instrumentos de propaganda al servicio de su gobierno. La perspectiva de un segundo mandato de Jair Bolsonaro al frente de Brasil es actualmente la mayor amenaza que pende sobre la libertad de prensa en el país. Abriría la vía a nuevos y graves ataques contra una información fiable y contra la propia democracia brasileña”, advierte el director de la Oficina de RSF en América Latina, Emmanuel Colombié. 

El próximo domingo 2 de octubre, más de 156 millones de brasileños están llamados a las urnas para elegir a su presidente, a los representantes de las dos cámaras del Congreso Nacional, a los nuevos gobernadores y a los diputados de los parlamentos de los Estados del país para los próximos cuatro años. De todos estos comicios, la elección presidencial es la más decisiva para el futuro de la libertad de prensa en el país. Desde su llegada al poder, en 2018, el presidente Bolsonaro -candidato a la reelección- se ha transformado en el máximo catalizador de los ataques contra los periodistas, mediante la aplicación de una política de constante descrédito de la prensa y la promoción de campañas de desinformación, cuyas consecuencias son desastrosas para el ejercicio de la profesión y la salud del debate público.

Un ambiente hostil para el periodismo

El discurso oficial del presidente Bolsonaro, basado en transformar a la prensa en una enemiga del Estado que debe ser combatida, ha encontrado, especialmente en campaña, un eco considerable en la base electoral que apoya al presidente, muy bien organizada en las redes sociales. Desde el inicio de su campaña, el 16 de agosto de 2022, RSF ha llevado a cabo un seguimiento sistemático de los ciberataques, que ha destapado al menos 2,8 millones de posts con comentarios ofensivos contra la prensa en general. Considerando las publicaciones que son dirigidas en contra de periodistas, 86% son contra mujeres. Detrás de la gran mayoría de las publicaciones hostiles, se hallan los partidarios del presidente, su familia y los ministros de su gobierno, cuyo radio de acción es gigantesco y alcanza a millones de brasileños.

En el conjunto del año 2020, el “sistema Bolsonaro” (que incluye al presidente, a sus hijos y ministros más cercanos) es autor de al menos 580 ataques coordinados contra la prensa crítica (ver el balance realizado por RSF). Un informe publicado por RSF en el primer semestre de 2021 demuestra que Jair Bolsonaro ha arremetido directamente contra la prensa 87 veces en las redes sociales. Desde entonces, la cifra no ha dejado de crecer.

Otro estudio publicado en 2022 por RSF y  Gênero e Número, organización aliada en Brasil, ha evidenciado las consecuencias dramáticas que tienen la expansión y banalización de estos ataques en la vida personal y en el trabajo de las mujeres periodistas: 8 de cada 10 mujeres han tenido que modificar su comportamiento en las redes sociales durante los últimos años; más del 50% afirma que estos ataques han afectado a su rutina profesional y el 15% confiesa haber desarrollado problemas de salud mental.

Las intimidaciones e insultos orquestados al más alto nivel del Estado no se limitan al espacio digital. Durante los últimos cuatro años, las campañas de acoso, insultos, estigmatizaciones y humillaciones a los periodistas se han transformado en el día a día del bolsonarismo. En 2021, rodeado por varios ministros y partidarios, y a colación de una partida de gasto abusiva del Gobierno federal, Bolsonaro invitó a los periodistas a “meterse botes de leche condensada por el c…”, tras lo que fue aplaudido por los asistentes. El 23 de agosto de 2020, durante un viaje a Brasilia, el presidente, en apuros por una pregunta de un periodista del grupo Globo sobre uno de los casos de corrupción que salpican directamente a su familia, contestó: “¡Te voy a partir la boca a puñetazos, cabrón!”. Estas declaraciones groseras y abyectas se han multiplicado durante su mandato y han provocado, en la mayoría de las ocasiones, oleadas de ataques orquestados contra la prensa en las redes sociales.

A raíz de una denuncia interpuesta por RSF y sus socios brasileños en 2020, la Fiscalía Federal emitió un dictamen (parecer) determinando la necesidad de adoptar medidas de seguridad específicas para los periodistas encargados de cubrir las secciones de política desde la capital, Brasilia. Esta decisión se produjo después de que los periodistas sufriesen innumerables agresiones por parte de partidarios del presidente delante del palacio presidencial de Alvorada y de humillaciones orquestadas por Jair Bolsonaro contra la prensa crítica.

En 2021, Jair Bolsonaro se unió a la lista de depredadores de la libertad de prensa de RSF. En junio de 2022, fue condenado por acoso moral colectivo contra la profesión periodística, tras una acción judicial promovida por el sindicato de periodistas de São Paulo, un hecho sin precedentes en la historia del país. En su decisión, la jueza a cargo del caso destacó el uso de "chistes homófobos, comentarios xenófobos, expresiones vulgares, incitación al odio, desprecio e intolerancia hacia los periodistas".

La desinformación como método de gobierno

Insultar, difamar, humillar… Con su retórica antimediática, Jair Bolsonaro desacredita a la prensa y su función como garante del pluralismo de opiniones y del correcto desarrollo del debate público, y aspira a acabar con todo cuestionamiento acerca de las campañas de desinformación orquestadas desde el palacio presidencial. Este método le permitió continuar con sus mentiras sobre la deforestación en Amazonia, manipular información sobre la pandemia, prohibir por 100 años el acceso a información comprometedora para su familia o tapar las denuncias de corrupción en el seno del gobierno.

La agencia pública de comunicación de Brasil (EBC) ha sido totalmente tomada por la propaganda gubernamental: la Secretaría de Comunicación de la Presidencia de la República (SECOM) pagó 3,2 millones de reales, entre enero y mayo de 2022, para transmitir en directo eventos en los que Bolsonaro difundió nada menos que 287 mensajes falsos y/o declaraciones falsas o engañosas.

Varios videos del presidente difundiendo información falsa sobre la pandemia de coronavirus y denunciando, sin pruebas, fraudes en el sistema electoral han sido eliminados directamente de plataformas digitales como Youtube o Facebook.

Durante la última semana de la campaña electoral, negando los resultados sobre la intención de voto, Jair Bolsonaro afirmó que el único resultado posible de estos comicios es su victoria en primera vuelta. Según él, cualquier resultado contrario supondría que ha habido fraude. El riesgo de explosión social y de ruptura institucional, que dependerá de los resultados de esta primera vuelta del domingo 2 de octubre, es una realidad.

A principios de agosto, junto con otras 10 organizaciones de libertad de prensa, RSF envió a los 12 candidatos presidenciales una carta de compromiso pidiendo garantías para el libre ejercicio del periodismo, en el marco de las elecciones. Jair Bolsonaro no ha firmado esta carta.

El 27 de septiembre, RSF se reunió con la misión de observación electoral de la Organización de los Estados Interamericanos (OEA) para advertir sobre el contexto hostil contra la prensa durante la cobertura de estas elecciones.

Entre 2018 y 2022, Brasil pasó de la posición 102 a la 110 en la Clasificación Mundial de Libertad de Prensa de RSF. El país ocupa actualmente el puesto 124 de 180 países en el indicador de seguridad. Los riesgos de un mayor deterioro de estos marcadores, en caso de que sea reelegido Jair Bolsonaro, son inmensos.

En vísperas de las elecciones, el derecho a la información está más en peligro que nunca y la democracia brasileña, en la cuerda floja.

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