La junta intenta por todos los medios impedir la cobertura de la crisis que sacude al país

Reporteros sin Fronteras y la Burma Media Association denuncian con firmeza las prácticas empleadas por la Junta Militar para impedir que los periodistas birmanos, y sobre todo los corresponsales de medios de comunicación extranjeros, cubran la crisis relacionada con el aumento de los precios de la gasolina. Ambas organizaciones piden a las embajadas europeas en Rangún que recuerden públicamente que los periodistas birmanos tienen que poder trabajar sin obstáculos. "Los militares, enfrentados desde el 19 de agosto a una oleada de manifestaciones contra el brutal aumento del coste de la vida, una vez más han optado por el método más fuerte: represión, intimidaciones y censura para los periodistas birmanos. A pesar de esta violencia de los militares, y sus adláteres, han podido salir del país algunas informaciones e imágenes de las manifestaciones, lo que pone de manifiesto el valor de los periodistas y los opositores birmanos", han manifestado ambas organizaciones. Tras la decisión gubernamental de aumentar el precio de la gasolina, el 15 de agosto de 2007, tanto la Oficina de Censura como la policía han aumentado sus controles. Algunos corresponsales birmanos de medios de comunicación extranjeros han dicho haber recibido fuentes intimidaciones por parte de policías de civil y miembros de la Union Solidarity and Development Association (USDA, milicia del régimen), cuando cubrían las recientes manifestaciones en Rangún. Armados de palas y barras de hierro, y circulando en camiones del ejército, esos hombres insultan y amenazan a los periodistas. El 22 de agosto un periodista no identificado fue maltratado por unos hombres de civil cuando sacaba fotos de los usuarios de los transportes públicos, que hacían colas en la capital. Al día siguiente, miembros de la USDA y algunos policías impidieron que los periodistas se acercaran a un grupo de manifestantes en las calles de Rangún. Unos secuaces, contratados por la USDA, empujaron e insultaron a los periodistas. Al reportero de Reuters le prohibieron sacar fotos de las detenciones, mientras la policía confiscaba cámaras fotográficas. Tras esas intimidaciones, la Agencia France-Presse calificaba de "delicada" la cobertura periodística de los acontecimientos. Un periodista de otra agencia extranjera, con sede en Bangkok, ha explicado a Reporteros sin Fronteras que las intimidaciones diarias obligaban a su colega birmano a mantenerse al margen de las manifestaciones. "Los hombres de civil, que hacen imperar el terror en torno a las manifestaciones, nos impiden trabajar. Es muy difícil asumir el riesgo de que te detengan por hacer una foto", ha explicado un reportero birmano de un medio de comunicación extranjero. Sobre la marcha, el mando militar de Rangún ha prohibido a los periodistas que saquen fotos de las manifestaciones, y ha ordenado la destrucción de los aparatos y cámaras confiscados a los contraventores. Para impedir la difusión de informaciones, las autoridades habrían ralentizado el tráfico en Internet, incluso para las compañías privadas. Según varios testimonios, el acceso a gmail.com y gtalk es cada vez más difícil. También están perturbadas las redes de telefonía móvil. Muchas de las imágenes e informaciones recibidas sobre las manifestaciones proceden de simples ciudadanos, o de periodistas no profesionales. Según la revista Irrawaddy, que les rinde homenaje, en Birmania se asiste a la emergencia de "ciudadanos-reporteros". Tras prohibir la publicación de cualquier información de los acontecimientos en la prensa, el gobierno ha anunciado que se va a juzgar a los líderes del movimiento, conocido con el nombre de "militantes de la Generación 88", por intentar una sublevación. Podrían condenarles a hasta veinte años de cárcel. Por otra parte, tras diez días de blanck-out, se ha autorizado que los medios de comunicación puedan mencionar el aumento del precio del fuel, aunque deben hacerlo en términos positivos.
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Updated on 20.01.2016