La desesperación de dos periodistas etíopes
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Ya dura tres años. Tres años que viven lejos de su país, sin que ello signifique el final del calvario. Repetidas experiencias carcelarias en Etiopía, permanentes presiones de las autoridades del país, amenazas y, finalmente, la resignación a un exilio forzado. Desde entonces, en tierra yemení, Yohannes y Petros (se han cambiado los nombres por motivos de seguridad) están reducidos a vivir diariamente los tormentos de una existencia desastrosa, hecha de humillaciones de todo tipo y sobre todo de indiferencia. Relato y grito de alarma…
Las adversidades no han conseguido modificar la fuerza de su carácter. Al menos, aún no. Siguen luchando como pueden, con la energía y la combatividad de quienes no tienen nada que perder. Entrevistas a la prensa que quiere escucharles, llamamientos de ayuda en todas direcciones y sobre todo voluntad declarada de querer salir de esto. El recuerdo de los últimos momentos pasados en Etiopía es lacerante, y ahí están sus secuelas para confirmarlo: a causa de las frecuentes estancias en la cárcel, la diabetes de Petros ha empeorado y ahora Yohannes se encuentra casi paralítico. Motivo principal de esa persecución: unos escritos que las autoridades consideraron “críticos e inaceptables”. Los dos periodistas resolvieron marcharse del país en 2005, tras el momento de la oleada represiva que se abatió sobre la prensa privada y la oposición después de las elecciones presidenciales de aquel año. “Preferí correr el riesgo de ahogarme en el mar antes que caer en las garras de las autoridades etíopes”, precisa Yohannes.
Un nuevo ciclo de desarrollo
“Imagínese en el mar, apretados unos contra otros, con las manos atadas a la espalda, con frecuencia golpeados y atenazados por el hambre y la sed”, cuenta Petros, que todavía no se cree que haya conseguido sobrevivir a la travesía del Golfo de Adén. Un auténtico cementerio de candidatos al exilio: en 2008 se ahogaron en él 590 personas frente a las 1.400 de 2007… Petros y Yohannes consiguieron atravesarlo “por la gracia de Dios”. Creían que dejaban detrás lo más difícil.
Pero la llegada a Yemen coincidió con un nuevo ciclo de desarrollo. Se agravaron los problemas de salud y los incordios administrativos de la policía yemení ensombrecieron un poco más el horizonte de ambos periodistas. Entre la calle, los alojamientos improvisados y una urgente necesidad de cuidados médicos, la vida cotidiana de Petros y Yohannes tiene ahora un único proyecto: salir del país y llegar a un destino más hospitalario. El apoyo económico y moral de organizaciones internacionales les reconforta ligeramente frente al sordo gobierno yemení. “Mientras tanto, hay que aguantar y seguir pidiendo ayuda”, se motiva Yohannes, esperando llegar un día a ver el final del túnel.
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25.01.2016