El 26 Salón Internacional de Turismo de Cuba se inauguró el 10 de mayo de 2005, con Francia como "invitado de honor". En él, el Ministro de Turismo francés, Léon Bertrand, alabó la "autenticidad" del modelo turístico cubano. En una carta abierta, Reporteros sin Fronteras le recuerda que, en Cuba, las cárceles forman parte del patrimonio.
Señor Ministro,
En Cuba acaba de inaugurarse el 26 Salón Internacional del Turismo, en el que Francia es el invitado de honor. Usted ha dicho que el presidente de la República, Jacques Chirac, que le ha pedido que le represente en esta ocasión, se mostró "particularmente sensible a la solicitud de las autoridades cubanas, percibida como una "señal de amistad".
"El modelo del balneario total está quedándose sin aliento en todas partes", diagnosticó usted durante su estancia en La Habana. Pero en Cuba, sólo hay un "balneario total" que está "quedándose sin aliento". También se están quedando sin aliento los sesenta disidentes, de los que 21 son periodistas, encarcelados desde la oleada represiva de marzo de 2003. Confinados en celdas sin ventanas, sometidos a execrables condiciones sanitarias, maltratados, mal alimentados y mal cuidados, estos presos de opinión tienen algunas razones para apoyar que el sol cubano ya no es el que era.
Usted prosiguió con su balance de la demanda turística actual explicando que "El cliente ahora quiere otras cosas. En primer lugar calidad, y también autenticidad". Eso es. Y por ello, concluyó usted, "Francia, que tiene pericia en la materia, se constituye en defensora de un turismo de calidad, basado en el patrimonio, la cultura, el servicio y la eficacia". A Reporteros sin Fronteras le habría gustado que, a través suyo, Francia se convirtiera también en defensora de los derechos humanos. Nuestro país también tiene una cierta "pericia en la materia", por haber sido pionero.
Lástima por tanto que Francia, "invitado de honor" en Cuba, no haya recordado que en la isla la hostelería no tiene el monopolio del "servicio" y la "eficacia", y que algunos lugares como la cárcel de Combinado del Este, en La Habana, o la de Kilo 8, en Camagüey, esos sí que forman parte del "patrimonio". En cuanto a la cultura cubana, no se limita a la salsa, la langosta y el cigarro pero, a falta de libertad de expresión, sus otras riquezas escapan ampliamente a la clientela turística.
En espera de que cuando se celebre el próximo Salón Internacional del Turismo Cuba haya vuelto a ser un destino honorable le rogamos, Señor Ministro, acepte la expresión de nuestra mayor consideración.