Frente a los recios rugbyman, la censura no puede competir

Con ocasión de la Copa Mundial de Rugby en Inglaterra, Reporteros sin Fronteras (RSF) explora la relación que existe entre el nivel de rugby de un país y su libertad de prensa. Existe tanto la verdad de las cifras, como la del lugar de los hechos. En los países donde se juega mejor al rugby la prensa tiene mayor libertad. Las naciones en las que se domina la melé, el placaje y el drop son también aquellas en las que los periodistas se entregan a la investigación y al reportaje con mayor soltura. Si observamos, existe una relación clara entre la lista de equipos nacionales que participan en la Copa Mundial de Rugby en Inglaterra y la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de RSF. Bravo por los All Blacks y los Wallabies. De los 20 países que participan en esta competencia deportiva, 19 se encuentran en primera línea en libertad de expresión: ocupan los primeros lugares en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa publicada en 2015 por RSF. Más aún: nueve de los diez países mejor calificados en rugby a escala mundial también forman parte de los 50 países mejor clasificados en libertad de prensa. Así, Nueva Zelanda, número uno en la clasificación de la IRB, ocupa el sexto lugar, entre 180 países, en la Clasificación de RSF. Sucede algo parecido con Canadá (8º) e Irlanda (11º). Francia, lejos de ser la favorita, se queda atrás en la Clasificación (38º); Italia (73º) aún más. Georgia, que se encuentra en el lugar 69 en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, así como Fiyi, que ocupa el 93, no son los favoritos de los bookmakers. Pero, ¿es el balón oval lo que favorece la libertad de prensa? ¿O es a la inversa, el cuarto poder contribuye a mejorar la calidad de este deporte de caballeros? La famosa historia de qué fue primero, ¿la gallina o el huevo? Con el fútbol no nos haríamos este tipo de preguntas. La Copa Mundial de fútbol en Brasil celebrada en 2014 hizo jugar en los estadios a países en los que la libertad de prensa se encuentra en un estado lamentable: Irán (173º), Rusia (152º), México (148º), Camerún (133º), Honduras (132º), Argelia (119º) y Colombia (128º). Claramente existe algo característico en el rugby. Hablando en serio: podemos encontrar razones racionales en la relación positiva rugby/libertad de prensa. En primer lugar, se juega poco (o nada) al rugby en países que merecen tarjeta roja por los actos de violencia cometidos contra periodistas. En Corea de Norte, Eritrea, Turkmenistán o China, se conocen más las celdas cerradas que las melés abiertas. En Siria, Somalia o Libia las balas de las armas de fuego se disparan más que las pelotas de cuero. En Arabia Saudita, de hecho, el cuero se usa más bien para dar latigazos a los periodistas que para jugar. En segundo lugar, si se analiza el desempeño económico de los países en los que se practica este deporte se encuentra un factor más profundo: el rugby es un deporte popular en países más desarrollados. Sin duda sus orígenes burgueses y anglosajones no son ajenos a ello. Como constató RSF en 2015, el PIB per cápita está relacionado con la libertad de prensa (coeficiente de correlación de -0,41). Dicho de otra manera, y pese a una importante variable cultural, entre más rico es un país, más respeta a sus periodistas y su libertad de expresión. Bien, existe una correlación –hasta que se demuestre lo contrario–, una correlación indirecta entre el lanzamiento del balón en un juego entre equipos de quince y la libertad de los periodistas.
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Updated on 25.01.2016