Kirguistán

El pluralismo de los medios de comunicación de Kirguistán es una excepción en Asia Central. Sin embargo, la fuerte polarización de la sociedad se refleja en el paisaje mediático y en el ambiente de trabajo de los periodistas. Prueba de esto son las agresiones que sufrieron durante los disturbios postelectorales de octubre de 2020, tanto por parte de las fuerzas del orden como de los manifestantes. El periodismo de investigación aún está dando sus primeros pasos, aunque obstaculizado por las dificultades para acceder a la información y sometido a una gran presión. Violencia física, ciberataques, interrogatorios... Revelar escándalos de corrupción –como el caso del exvicedirector de aduanas, Raïmbek Matraïmov– sigue siendo peligroso para los periodistas y medios de comunicación independientes. Hasta que no se reforme la ley –para que se reduzcan las indemnizaciones económicas exigidas y se suprima el delito de ofensa al jefe de Estado– y la justicia no sea independiente, los periodistas estarán a la merced de los vaivenes políticos, entre otros. Un buen ejemplo de esto es el intento, frustrado, de imponer una ley liberticida camuflada en la lucha contra la desinformación, en plena crisis de la Covid-19. Igual de preocupante es la extradición, en el verano de 2020, de Bobomourod Abdullaev, un periodista uzbeko que corría el riesgo de ser encarcelado y torturado en su país.