República Centroafricana

Mientras la República Centroafricana lucha por superar la violencia de la guerra civil, marcada por el saqueo y destrucción de emisoras de radio, continúan los ataques a los medios de comunicación, como lo demuestra el saqueo de una estación de radio en abril de 2020. La seguridad de los periodistas, atrapados entre las diferentes facciones enfrentadas en la guerra, sigue siendo precaria. En un país en el que la mayor parte del territorio está fuera del control del Estado, las autoridades toleran cada vez menos las críticas. Los periodistas que entrevistan a los diferentes protagonistas del conflicto a menudo son acusados de ser espías o cómplices de los grupos armados. Es frecuente que los reporteros padezcan agresiones: en 2019, en Bouar, un policía disparó a un periodista centroafricano y dos reporteros franceses fueron detenidos violentamente por un policía en Bangui. Las elecciones presidenciales de finales de 2020 se desarrollaron en medio de una inseguridad extrema. Algunos periodistas recibieron amenazas directas, mientras que a otros se les presionó para que se unieran al llamado "esfuerzo de guerra" o fueron obligados a permanecer en la capital para cubrir los enfrentamientos armados que estaban teniendo lugar allí. Las campañas de desinformación, especialmente en internet, tienen cada vez más fuerza, y no es raro que periodistas y blogueros serios sean víctimas de comentarios de odio, difamación o ataques en las redes sociales. La prensa escrita del país, que es muy vulnerable e influenciable, se reduce a editoriales, rumores y campañas de calumnias. En medio de un paisaje mediático devastado por años de conflicto, Radio Ndeke Luka, apoyada por la fundación suiza Hirondelle, es uno de los pocos medios de comunicación que difunden información respetando los hechos y las fuentes, por lo que sufre presiones constantemente. La impunidad es total cuando se trata de crímenes contra periodistas. Aún no se ha identificado a los asesinos de tres periodistas de investigación rusos que seguían el rastro de mercenarios rusos en la República Centroafricana; las circunstancias en que se cometió este crimen, en 2018, están lejos de esclarecerse. Existen numerosos elementos que permiten descartar la hipótesis de que el móvil del crimen fue el robo, como sostienen las autoridades. Solo una investigación internacional independiente, algo que pide RSF, podrá aportar respuestas serias a este caso, sin que se descarte ninguna pista a priori. Los asesinatos de Elisabeth Blanche Olofio, Désiré Luc Sayenga y René Padou también permanecen en la impunidad; estos periodistas centroafricanos perdieron la vida mientras realizaban su labor informativa, en el punto álgido de la crisis de 2014, al igual que la fotorreportera francesa Camille Lepage. A seis años de su muerte, RSF sigue pidiendo que se haga una reconstitución de los hechos y una investigación en el lugar donde estos ocurrieron.