Afganistán. Menos de 100 mujeres de las 700 que ejercían el periodismo en Kabul continúan trabajando

A pesar de las garantías de los talibanes de que se respetaría la libertad de prensa y se permitiría a las mujeres periodistas afganas seguir trabajando, está surgiendo un nuevo panorama mediático del que están desaparecidas. RSF pide a los talibanes que proporcionen garantías inmediatas para su libertad y seguridad.

Entre los incidentes protagonizados por las periodistas afganas desde la toma del poder por los talibanes, el 15 de agosto, y las órdenes de respetar las leyes islámicas, una investigación de RSF ha establecido que menos de 100 mujeres periodistas continúan trabajando formalmente en las emisoras de radio y televisión privadas de la capital afgana.


Según un estudio realizado por RSF y su organización asociada, el Centro para la Protección de las Mujeres Periodistas Afganas (CPAWJ), en 2020 había en Kabul 108 medios de comunicación con un total de 4.940 empleados. Entre ellos había 1.080 empleadas, de las cuales 700 eran periodistas.


De las 510 mujeres que trabajaban en ocho de los mayores medios de comunicación y grupos de prensa, sólo 76 (entre ellas 39 periodistas) siguen trabajando en la actualidad. En otras palabras, las mujeres periodistas están en proceso de desaparecer de la capital.


“El respeto de los talibanes al derecho fundamental de las mujeres, incluidas las periodistas, a trabajar y ejercer su profesión es una cuestión clave”, defiende el secretario general de RSF, Christophe Deloire. “Las mujeres periodistas deben poder reanudar su trabajo sin ser acosadas lo antes posible, porque es su derecho más básico, porque es esencial para su sustento, y también porque su ausencia del panorama mediático tendría el efecto de silenciar a todas las mujeres afganas. Instamos a los dirigentes talibanes a que ofrezcan garantías inmediatas para la libertad y la seguridad de las mujeres periodistas”.


La mayoría de las mujeres periodistas se han visto obligadas a dejar de trabajar en las provincias donde casi todos los medios de comunicación privados dejaron de funcionar ante el avance de las fuerzas talibanes. Un puñado de estas mujeres periodistas todavía se las arreglan más o menos para trabajar desde casa, pero no hay comparación con 2020, cuando la encuesta de RSF y el CPAWJ estableció que más de 1.700 mujeres trabajaban para medios de comunicación en tres provincias (las provincias de Kabul, Herat y Balkh, en el este, oeste y norte del país).


La ilusión de normalidad duró sólo unos días. Cuarenta y ocho horas después de que los talibanes tomaran el control de la capital, las reporteras de los canales de televisión privados como Tolonews, Ariana News, Kabul News, Shamshad TV y Khurshid TV se atrevieron a volver a hablar en antena y a salir a cubrir los acontecimientos. Pero los directivos de los medios de comunicación se dieron cuenta rápidamente de que estaban siendo acosados. Nahid Bashardost, reportera de la agencia de noticias independiente Pajhwok, fue golpeada por los talibanes mientras realizaba un reportaje cerca del aeropuerto de Kabul el 25 de agosto. Otras periodistas, entre lágrimas, describieron cómo los guardias talibanes apostados en el exterior de sus medios de comunicación les impedían salir a cubrir las noticias.


Las mujeres periodistas que hablan en antena en el estudio son toleradas casi tan poco como las que informan sobre el terreno. Una periodista que trabaja en una emisora de radio de la provincia sudoriental de Ghazni contó que, dos días después de que los talibanes tomaran el control de su provincia, visitaron la emisora y advirtieron: “Sois una emisora de radio privada. Podéis continuar, pero sin voz de mujer y sin música”.


Lo mismo ocurre en Kabul. Un talibán ha sustituido a una presentadora en la Radio Televisión de Afganistán (RTA), de propiedad estatal, a la que se le dijo que “se quedara en casa unos días”. A otra presentadora se le negó la entrada al edificio. La RTA empleaba a 140 mujeres periodistas hasta mediados de agosto. Ahora, ninguna de ellas se atreve a volver a trabajar en los canales de televisión estatales, que ahora están bajo control de los talibanes.


Los directivos y editores de los medios de comunicación privados que aún no han decidido dejar de operar confirman que, bajo presión, han aconsejado a sus mujeres periodistas que se queden en casa.


Zan TV (en dari, “televisión de la mujer”) y Bano TV (en dari, “televisión de la señora”) han cesado toda actividad desde el 15 de agosto. Estos dos canales de televisión privados empleaban a 35 y 47 mujeres periodistas, respectivamente. Una de estas periodistas dijo: “Era el trabajo perfecto para mí. Quería ayudar a las mujeres. Ahora no sé si podré volver a trabajar”. Privada de su trabajo y de su salario, se enfrenta ahora a la perspectiva de una extrema penuria económica, como muchas otras mujeres periodistas.


A pesar de que el portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, se comprometió a que las mujeres podrían “volver al trabajo en unos días”, no se ha anunciado ninguna medida en este sentido, lo que obliga a cientos de mujeres periodistas a quedarse en casa, temiendo un futuro incierto.

El 24 de agosto, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, declaró: “Una línea roja fundamental será el trato de los talibanes a las mujeres y las niñas, y el respeto de sus derechos a la libertad, la libertad de movimiento, la educación, la autoexpresión y el empleo, guiados por las normas internacionales de derechos humanos”.


Afganistán ocupa el puesto 122 de 180 países en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2021, que RSF publicó en abril.

Publié le
Mise à jour le 01.09.2021