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África
Clasificación RSF 2018 : África

El periodismo sobre el terreno es muy peligroso en África

Namibia (26º), que todavía no ha adoptado la prometida ley de acceso a la información pública, cede el primer lugar de la región a Ghana (23º). En el continente africano siguen siendo numerosos los agujeros negros de la información. Eritrea (179º, penúltimo país de la Clasificación); Yibuti (173º), Burundi (159º) y Somalia (168º) –donde en 2017 murieron cuatro periodistas en ataques terroristas– son países en los que se asfixia constantemente la libertad de prensa.

El periodismo de terreno, obstaculizado

Realizar investigaciones es muy peligroso para los periodistas africanos. El periodismo de investigación se encuentra amenazado en Tanzania (93º, -10), que experimenta una de las mayores caídas en la Clasificación. En este país, el presidente, John Magufuli, no tolera ninguna crítica. En espacio de un año, el fundador de un conocido foro informativo fue convocado a comparecer decenas de veces ante un tribunal para que revelara sus fuentes, y un periodista que investigaba una serie de asesinatos de funcionarios locales desapareció a finales de noviembre de 2017.

En Madagascar (54º), por primera vez en 40 años, un periodista fue condenado a dos años de prisión condicional por publicar un reportaje sobre un escándalo de corrupción. En Suazilandia (152º), el editor de un diario se vio obligado a huir a Sudáfrica por haber publicado un reportaje sobre irregularidades en la atribución de una licencia de telefonía móvil. En la República Democrática del Congo (154º), Periodistas en Peligro (JED, por sus siglas en inglés), organización que colabora con RSF, registró 121 casos de ataques a la prensa en 2017. Agresiones, detenciones arbitrarias y suspensiones de medios de comunicación, conforman un sistema organizado para impedir que los periodistas den cuenta de los excesos autoritarios del régimen.

La cobertura de las manifestaciones de carácter social o político sigue siendo difícil en numerosos países de África Subsahariana. En Togo (86º) le quitaron la acreditación de prensa a la corresponsal de un canal de televisión internacional por sus reportajes sobre las protestas de la oposición. En Guinea (104º, -3) el presidente, Alpha Condé, amenazó con cerrar los medios de comunicación que concedieran la palabra a un líder sindical; sus palabras contribuyeron a crear un clima de hostilidad frente a la prensa. Algunas radios fueron suspendidas y varios periodistas fueron agredidos por manifestantes. En Chad (123º), las amenazas y agresiones que sufrieron los periodistas al margen de las protestas, llevaron a que estos organizaran como protesta un “día sin prensa”, en febrero. Sudán (174º), que continúa al final de la Clasificación, sigue siendo uno de los países más peligrosos del continente para realizar reportajes de terreno. En enero, tras las manifestaciones contra el aumento del precio del pan, 18 periodistas fueron detenidos y varios medios de comunicación privados fueron suspendidos.

Los cortes del servicio de Internet y el bloqueo de las redes sociales son herramientas de censura usadas con frecuencia en el continente africano, con las que se busca hacer callar a las voces disidentes e impedir la difusión de información sobre el descontento de la población. En la República Democrática del Congo, por ejemplo, estas prácticas se han vuelto sistemáticas antes de cualquier manifestación. Una novedad: el gobierno de Camerún (129º) compareció ante su propio Consejo Constitucional por haber impuesto un verdadero blackout digital durante varios meses en dos regiones anglófonas que se dicen víctimas de discriminación. Uganda, que perdió 10 lugares en 2016, continúa cayendo en la Clasificación (117º, -5) debido a que creó una brigada encargada de vigilar sitios web y redes sociales.

Temas que siguen siendo tabú

Una tendencia preocupante: las crecientes dificultades que enfrentan los periodistas que abordan el tema de la seguridad nacional. Es el caso de Nigeria (119º) y de Malí (115º), donde los periodistas padecen a menudo las presiones de las autoridades, que los acusan de perjudicar el ánimo de las tropas publicando reportajes en los que se muestran las dificultades que enfrentan las fuerzas de seguridad para combatir el terrorismo. El periodista camerunés Ahmed Abba, que fue puesto en libertad en diciembre de 2017, pasó 29 meses detenido por haber realizado una investigación sobre Boko Haram. En Costa de Marfil (82º), las autoridades interpelaron y detuvieron a ocho periodistas para pedirles que revelaran sus fuentes en el área de seguridad pública, tras la publicación de información sobre las revueltas que sacudieron el país en 2017.

Mauritania (72º, -17), que este año registra el mayor retroceso del continente, adoptó una ley que castiga con la pena de muerte la apostasía y la blasfemia, aunque el culpable se arrepienta. El bloguero Cheikh Ould Mohamed Mkheitir aún se encuentra detenido en un lugar secreto, pese a que ya purgó la pena de dos años de prisión que le habían impuesto por “apostasía”. La esclavitud, que es ilegal pero aún se practica en el país, es un tema delicado; periodistas extranjeros han sido expulsados por abordarlo.

Un informe publicado recientemente por RSF muestra que los periodistas pueden sufrir severas represalias por abordar temas relacionados con la condición de la mujer. En Somalia, reporteros que dieron a conocer testimonios de violaciones fueron condenados por difamación. En Uganda, una reportera fue golpeada porque recordó al presidente una de sus promesas electorales: proporcionar toallas sanitarias en las escuelas.

De manera general, los temas que puedan engendrar críticas a las autoridades no tienen buena prensa en África Subsahariana, como lo muestra la condena –en apelación– a un año de prisión incondicional de Baba Alpha, un periodista conocido por su visión crítica de la gestión del gobierno en Níger (63º, -2).

Un marco legal restrictivo

Las leyes de medios de comunicación adoptadas a lo largo del año no favorecieron el ejercicio de un periodismo libre e independiente. En junio de 2017 Senegal (50º, +8) adoptó un nuevo Código de Prensa; por desgracia no se llevó a cabo la esperada despenalización de los delitos de prensa. En Costa de Marfil la Asamblea Nacional aprobó una nueva ley de prensa que restringe los motivos para detener a periodistas, pero ésta establece que es posible juzgar a los periodistas por ofensa al jefe de Estado o por difamación. En Etiopía (150º) y Nigeria (119º) las leyes contra el terrorismo son empleadas a menudo para detener a periodistas.

La única buena noticia en este sentido proviene de Malaui (64º, +6), país que registra el segundo mayor ascenso en la región, gracias a que se promulgó una ley que permite solicitar información sobre funcionarios e instituciones –doce años después de que se iniciaran las discusiones sobre este tema.

¿Cambios de régimen que generan esperanzas?

La partida de tres de los peores predadores de la libertad de prensa del continente podría ser el inicio de una nueva era para el periodismo en estos países. Gambia (122º) da un salto de 21 lugares en la Clasificación; su nuevo presidente prometió que se adoptaría una ley menos restrictiva con la prensa y que la libertad de expresión quedaría inscrita en la Constitución. En Zimbabue (126º, +2), país que posee un marco legal particularmente represivo con la prensa, el presidente Emmerson Mnangagwa –quien fue el brazo derecho de su predecesor, Robert Mugabe–, también prometió reformas y la instauración de una “nueva democracia”. La perspectiva de que al fin nazca un periodismo libre e independiente en Angola (121º, +4) es más incierta; con la llegada al poder de Joao Lourenço, tras 38 años de reinado del clan Santos, no se ha observado una mejora significativa de la libertad de prensa. En estos tres países, las promesas que hicieron sus dirigentes tras su investidura deberán traducirse rápidamente en actos concretos para que la libertad de informar pueda al fin ejercerse sin obstáculos.