Clasificación Mundial 2011-2012
África
En África se amplió la distancia entre los buenos y los malos alumnos
Los países que reprimieron las protestas populares vivieron caídas vertiginosas
Si bien las primaveras árabes de 2011 no desbordaron el África subsahariana hasta el punto de hacer caer a los gobiernos, algunos regímenes enfrentaron fuertes reivindicaciones políticas y sociales. Los periodistas que cubrían estas manifestaciones con frecuencia sufrieron de lleno la respuesta brutal de las fuerzas policíacas, prontas a reprimir sin discernimiento y a atacar a los testigos molestos.
Este fue el caso de Angola (132º lugar), donde algunos periodistas fueron detenidos durante las manifestaciones en septiembre. De las elecciones presidenciales de febrero –marcadas por la violencia y la vigilancia de periodistas– a la brutal represión de las "Walk to Work protests" que tuvieron lugar después, durante el año, y en las que decenas de periodistas fueron interpelados, 2011 traerá malos recuerdos para la prensa en Uganda, país que descendió 43 puestos (139º). Fue peor aún para Malawi, que registró la caída más fuerte a nivel mundial, perdió 67 lugares (146º). Durante el verano los periodistas fueron víctimas de la represión, al igual que los manifestantes. Algunos reporteros fueron detenidos y maltratados; destruyeron su material. En septiembre encontraron muerto, sin duda asesinado, al estudiante y bloguero Robert Chasowa. Los medios de comunicación que deseaban investigar este caso fueron intimidados. Asimismo, la legislación de prensa fue fuertemente endurecida a inicios del año, obligando a algunos colaboradores europeos a suspender parte de su ayuda.
Los países más cerrados y autoritarios, en la cola de la clasificación
Por el control de los medios de comunicación y de la libertad de expresión en general que ejercen las autoridades, Reporteros sin Fronteras considera que la situación es “muy grave” en Ruanda (156º) y en Guinea Ecuatorial (161º). Yibuti, que perdió 49 lugares (159º), se insertó entre estos dos países. El jefe de Estado, Ismael Omar Guelleh, fue reelegido a inicios de 2011 al final de unas elecciones presidenciales decididas de antemano y en las que la oposición no tuvo posibilidades de expresarse en los medios de comunicación. La prensa libre no existe. Seis colaboradores de una radio en el exilio fueron encarcelados cuatro meses; las redes sociales fueron vigiladas para asfixiar las protestas.
El hecho de que Costa de Marfil (159º lugar, ex aequo que Yibuti) se encuentre dentro de este grupo puede ser engañoso. En este país la prensa existe –allí donde se encuentran Teodoro Obiang Nguema (Guinea Ecuatorial) o Ismael Omar Guelleh (Yibuti), no– y ésta se expresa –allí donde se encuentra Paul Kagamé (Ruanda) es muy difícil que lo haga–. Pero Costa de Marfil vivió un primer semestre de 2011 dramático para la prensa; la crisis poselectoral se saldó con presiones de todo tipo sobre las redacciones, actos de violencia y los asesinatos de un periodista y de un colaborador de los medios de comunicación. Durante la batalla de Abiyán, a inicios de abril, era imposible para un periodista salir y atravesar la ciudad.
Inseguridad, censura y prisión: tres países de África del Este, en los últimos lugares del continente
Año tras año los profesionales de la información se encuentran expuestos al caos y la anarquía que reinan en Somalia (164º), país en guerra, sin gobierno estable desde 1991. En 2011 en Mogadiscio fueron asesinados cuatro periodistas.
La práctica de la censura previa y las suspensiones de diarios, a las que se sumaron interpelaciones de periodistas, detenciones y malos tratos, justifican la muy mala calificación del Sudán de Omar al Bashir (170º).
Finalmente, Eritrea (179º) ocupa por quinto año consecutivo el último lugar de esta clasificación mundial. Este país, dictadura totalitaria del Cuerno de África, padece la opresión en que el presidente Issaias Afeworki lo ha sumergido. Como las otras libertades, la de expresar una opinión, no existe. Al menos unos treinta de periodistas han sido encarcelados; algunos de ellos se encuentran en prisión desde hace diez años, en condiciones terribles.
En el otro extremo de esta clasificación, algunos países de África confirman el arraigo de su respeto a la libertad de información o registran progresos notables.
Crece el grupo de los buenos alumnos
En 2011 encontramos más países africanos entre los primeros 50 de la clasificación (9 frente a los 7 que había el año pasado), incluso hay más entre los 100 primeros lugares (27 este año frente a 24 en 2010).
El primer Estado no europeo de la clasificación es uno africano y forma parte de los diez países del mundo más respetuosos de la libertad de prensa. Se trata de Cabo Verde (9º), modelo de buen gobierno, donde la democracia goza de buena salud y la alternancia forma parte de la vida política, lo que se demostró en la elección presidencial del verano pasado. Allí, los periodistas son plenamente libres y se garantiza que todas las fuerzas políticas puedan tener acceso a los medios de comunicación públicos. Namibia (20º) también ocupa un muy buen sitio, se ubica antes que Japón y el Reino Unido, por ejemplo.
Botsuana (42º), que ascendió veinte lugares, y las Comoras (45º), 25 puestos arriba, se aproximan a Malí (25º) y rozan a Ghana (41º), tradicionales motores del continente en el respeto a los periodistas.
Un progreso espectacular e incursiones notables
Níger (29º) experimentó el progreso más grande a escala mundial, ascendió 75 posiciones. La prensa evoluciona en un contexto económico precario, pero es libre y goza de una legislación favorable. Las violaciones casi han desaparecido. La mejoría se observa tanto en las medidas concretas como en los símbolos. Al final del año el presidente Mahamadou Issoufou, elegido en la primavera, fue el primer jefe de Estado que firmó la declaración de la Montaña de la Mesa, comprometiéndose así a promover la libertad de la prensa. Otros jefes de Estado podrían imitarlo, por ejemplo Mohamed Ould Abdel Aziz, presidente de Mauritania (67º). Este país ascendió 28 puestos debido a la adopción de una ley de prensa electrónica, la liberalización audiovisual y un número limitado de incidentes, un progreso que debe reafirmar.
Camerún (97º), que había caído en la clasificación de 2010 por el fallecimiento de la periodista Bibi Ngota cuando se encontraba detenida, recuperó en 2011 un lugar honorable, incluso si aún debe esclarecerse por completo este drama, así como la muerte, en noviembre de este año, del periodista anticorrupción y corresponsal de Reporteros sin Fronteras, Jules Koum Koum. Por otra parte, este país necesita imperativamente reformas: despenalización de los delitos de prensa y modernización de la ley de comunicación.
Tras su caída, después de la crisis de 2009, Madagascar (84º) continúa progresando, pero el año electoral 2012 estará lleno de retos.
En medio
El que los medios de comunicación no hayan experimentado incidentes importantes en Senegal (75º), le permitió al país ascender 18 puestos, pero la situación es frágil a un mes de las elecciones presidenciales, que se anuncian tensas. Como en Camerún, las autoridades de Dakar aún no se han decidido a proteger a los periodistas de las penas de prisión despenalizando los delitos de prensa.
Pese a que se recurre de manera abusiva a los procesos judiciales contra los medios de comunicación, Liberia (110º) es un país en el que la prensa puede ejercerse de forma libre. No obstante, este año perdió 26 puestos debido a las suspensiones de medios de comunicación y a las agresiones a periodistas que marcaron la reelección de la presidenta Ellen Johnson Sirleaf, en octubre y noviembre, tras un boicot del escrutinio por parte de su opositor Winston Tubman.
Finalmente, Sudán del Sur (111º), país independiente desde el 9 de julio de 2011, aparece por primera vez en esta clasificación mundial en una posición decorosa. El reto de este país es construir un Estado sólido y viable, en medio de un ambiente regional muy inestable, garantizando la libertad de expresión. Juba debe evitar definitivamente sumergirse allí donde se hundieron sus vecinos.
Américas
Disturbios críticos en Estados Unidos y Chile; Brasil se desploma por la inseguridad
La ola de protestas mundial del año 2011 también atravesó el Nuevo Mundo. Ésta, hizo descender en la clasificación a Estados Unidos (47º lugar) y a Chile (80º), que perdieron 27 y 47 posiciones, respectivamente. En estos países los periodistas pagaron su cuota por la represión –o los disturbios– de los movimientos de protesta. En Estados Unidos más de 25 periodistas padecieron durante dos meses detenciones y la brutalidad de una policía pronta a inculparlos por “mala conducta” (“disorderly conduct”), “alteración del orden público” (“public intoxication”), incluso ¡falta de acreditación! En Chile –donde la revuelta estudiantil también cuestionó la extrema concentración de los medios de comunicación–, a la violencia contra los periodistas se sumaron atentados contra redacciones, ataques físicos y en línea. Mucha de esta violencia se debió a los abusos de carabineros, que rara vez fueron sancionados, y quienes también cometieron brutales detenciones y destruyeron material de periodistas.
Continuando con el sur, Argentina mantiene un buen sitio (47º). Mas el año 2011 será recordado por los claros retrocesos de dos países: Brasil (que descendió 41 lugares y ahora ocupa el 99º) y Paraguay (bajó 26, ocupa el 80º). Esta vez, la inseguridad es la razón de tal evolución. En el norte y noreste brasileños, así como en las regiones fronterizas paraguayas, es peligroso tratar temas como la corrupción local, las actividades del crimen organizado y los ataques al medio ambiente, tanto para los periodistas como para los blogueros. Tres de ellos perdieron la vida en Brasil en 2011. Si bien el gigante sudamericano demuestra sus esfuerzos en la lucha contra la impunidad, la justicia se aplica de forma desigual, según las regiones y los estados, y se encuentra sujeta a fuertes presiones políticas. La misma situación se vive en Paraguay, en donde un periodista fue asesinado y el gremio periodístico denuncia la falta de una ley de acceso a la información pública; su gran vecino recientemente adoptó una.
El balance humano de Brasil es comparable al de Perú (115º), donde también fueron asesinados tres periodistas. País conocido por las frecuentes agresiones contra la prensa, Perú también se distingue por la multiplicación de procesos penales por “difamación” o “injuria”. El periodista audiovisual Paul Garay Ramírez pagó sus denuncias con seis meses de detención, entre abril y octubre de 2011.
Hostigamiento judicial, difícil equilibrio pluralista, polarización y agresiones frecuentes caracterizan aún el clima de Ecuador (104º) y de Bolivia (108º), que conservaron las mismas posiciones. Esta situación es todavía más marcada en Venezuela, que sin embargo ascendió algunos lugares (16, ahora ocupa el 117º).
Con el asesinato de un periodista, relacionado directamente con su profesión, Colombia (143º) sigue en los abismos de la clasificación debido a la persistencia de las amenazas, los exilios y las suspensiones laborales forzadas, en particular de periodistas provenientes de zonas en conflicto. Pese a los avances judiciales, el país aún no ha saldado sus años de guerra ni las oscuras prácticas –espionaje, sabotajes, campañas de descrédito– del antiguo Departamento Administrativo de Seguridad (DAS).
Contrastes en el centro
En Panamá se lamenta el asesinato del director de una radio. El retroceso del país (descendió 32 lugares, ocupa el 113º) también se debe a la expulsión de dos periodistas españoles solidarios con las comunidades indígenas que se enfrentan a los intereses territoriales de la industria minera. Reina un clima execrable entre el gobierno de Ricardo Martinelli y una amplia franja del gremio, acompañado de campañas de descrédito personal.
En Guatemala, país mal clasificado por su inseguridad, por una censura tenaz y por un pluralismo insuficiente (descendió 20 lugares, ahora ocupa el 97º), este año fue detenido un periodista sin que existieran pruebas. En el mismo nivel se encuentra República Dominicana (95º), que estuvo de duelo por la muerte de un periodista, asesinado poco después de que estuviera algunos días en detención preventiva por “difamación”. Por otra parte, se han denunciado frecuentes abusos policíacos en el país. En el vecino Haití (52º), que lentamente se recupera del terremoto del 12 de enero de 2010, las tensiones políticas registradas la víspera de la investidura de Michel Martelly, el 14 de mayo, afortunadamente no sobrepasaron el nivel crítico respecto a la seguridad de los periodistas.
Asimismo, en Nicaragua (ganó 11 lugares, ocupa el 72º), la polarización vivida antes de la reelección de Daniel Ortega a la presidencia, en noviembre, al final no afectó mucho el trabajo de los periodistas y su libertad de movimiento. Pese a serios casos de amenazas, el país subió varios lugares, al igual que El Salvador (ascendió 14, ocupa el 37º), en el que se registró un bajo número de agresiones. Costa Rica (19º) llegó este año al primer rango de los países latinoamericanos, posición que tradicionalmente se disputaba con Uruguay (32º).
El contraste más fuerte se da en América Central. Honduras (135º) sigue estancado al final de la lista desde el golpe de Estado de junio de 2009. Los cinco periodistas asesinados en 2011 –en tres de los casos el crimen está relacionado directamente con su profesión– y las persecuciones sistemáticas contra los medios de comunicación de oposición y las radios comunitarias, ratifican su siniestra reputación como el país más peligroso del continente para la prensa, justo después de México. Este país continúa su descenso (perdió 13 lugares, ocupa el 149º), en el trágico contexto de la ofensiva federal contra el narcotráfico, que ha dejado 50.000 muertos en cinco años. Cinco periodistas fueron asesinados en él. Además, ahora se registran crímenes y represalias contra los internautas que desafían la violencia del ambiente.
En el último lugar del continente se encuentra Cuba (167º), que aún no ha accedido a la apertura en materia de libertades públicas y de derechos humanos que se esperaba tras la liberación del último periodista disidente que se encontraba encarcelado, el 8 de marzo de 2011, después de la de sus colegas víctimas de la “Primavera Negra”. Represión y breves detenciones amenazan aún a periodistas y blogueros que franquean del control del Estado.
Después de Canadá –que vuelve a estar a la cabeza en la clasificación del continente (ascendió 11 lugares, ocupa el 10º)–, Jamaica (16º) y sobre todo Surinam (subió 13 lugares, ocupa el 22º) y los siete países que integran la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECS, 32 lugares arriba, ocupan el 25º), registran progresos justificados porque prácticamente no se han registrado hechos violentos u obstaculizaciones serias a la libertad de informar. Otra sorpresa, pero en sentido inverso, es la de Trinidad y Tobago (descendió 20 lugares, ocupa el 50º), país marcado por un escándalo de espionaje de periodistas, maniobras de boicot contra medios de comunicación audiovisuales y abusos de procesos legales. Guyana (58º), donde el Estado aún tiene el monopolio de la radio, conoce una situación similar y permanece en la misma posición.
Asia
Inseguridad y censura, a la alta en Asia
La inseguridad y la impunidad persisten en Paquistán, Afganistán y Filipinas, mientras que Sri Lanka, Vietnam y China se hunden un poco más en la represión
En 2011 la inseguridad siguió siendo la mayor preocupación de los periodistas en Afganistán (150º lugar) y en Paquistán (151º), bajo la amenaza permanente de los talibanes, los extremistas religiosos, los movimientos separatistas y los partisanos políticos. Por segundo año consecutivo, Paquistán es el país más mortífero: en 2011 fueron asesinados diez periodistas.
En Filipinas (140º) –que registra un progreso lógico tras la caída que tuvo en 2010 debido a la masacre de Ampatuan de noviembre de 2009–, los grupos paramilitares y las milicias privadas continúan atacando de forma recurrente a los profesionales de los medios de comunicación. Como lo demuestra la instrucción del asesinato de los 32 periodistas filipinos, la acción de las autoridades sigue siendo ampliamente insuficiente.
Aunque con menor intensidad, persiste la inseguridad que enfrentan los profesionales de los medios de comunicación en Bangladesh (129º) y Nepal (106º), donde los periodistas sufren a menudo amenazas de grupos políticos rivales y de sus partidarios. En Bangladesh los grupos de oposición y la Liga Awami (en el poder) son responsables, alternadamente, de la violencia y los obstáculos que enfrenta la prensa. Por otra parte, pese a que existe un pluralismo real de la prensa, las leyes permiten que el gobierno mantenga un control excesivo de los medios de comunicación y de Internet. En Nepal, la diminución de la violencia de los grupos maoístas en el sur y la creciente eficacia de la justicia, explican el relativo progreso del país. Sin embargo, las amenazas y los ataques perpetrados por políticos y grupos armados continuaron mancillando la libertad de prensa a lo largo del año.
Al final de la clasificación: entre el autoritarismo y las transiciones inciertas
La situación de la libertad de información se degradó fuertemente en dos países en manos de regímenes autoritarios.
En 2011 China, primera prisión del mundo para periodistas, blogueros y ciberdisidentes, reforzó la censura y la propaganda a través de un mayor control de Internet, en especial de la blogósfera. Desde que tuvieron lugar los primeros movimientos de protesta en los países árabes y que estos suscitaron llamados a la democracia en las principales ciudades chinas, presenciamos una ola de arrestos de la que aún no vemos el fin. En las regiones autónomas de Tíbet, Mongolia Interior y Xinjiang, las protestas de las minorías dan lugar sistemáticamente a una represión feroz de las autoridades. En Pequín y Shanghái los corresponsales internacionales han sido particularmente el blanco de las fuerzas de seguridad y trabajan bajo la perpetua amenaza de que les nieguen la extensión de sus visados o de que los expulsen del país. Las autoridades impiden a los periodistas que cubran la mayoría de los acontecimientos que perjudiquen la estabilidad de China o que den una imagen negativa de ella.
Vietnam, que perdió siete lugares (ocupa el 172º), parece seguir la ruta trazada por Pequín en materia de represión. Al igual que Pham Minh Hoang –condenado el 10 de agosto de 2011 a tres años de prisión y a tres años de arresto domiciliario por “intentar derrocar el gobierno”–, los periodistas comprometidos y los blogueros a favor de la democracia son hostigados por las autoridades, mientras que la justicia continúa argumentando la seguridad del Estado para dictar penas que van de dos a siete años de prisión.
En Sri Lanka (163º) el clan Rajapakse obliga a los últimos periodistas de oposición a huir del país. Los que se quedan en él a menudo son víctimas de hostigamiento y de amenazas. Si bien la violencia se ha vuelto más rara, la impunidad y la censura oficial de los sitios informativos independientes han eliminado todo pluralismo, y contribuyen más que nunca a la autocensura de casi todos los medios de comunicación.
Birmania (169º), donde pudieron observarse los primeros signos de apertura (amnistías parciales, limitación de la censura previa), permanece ampliamente bajo el control de un régimen autoritario, en las manos de ex oficiales de la junta militar que se convirtieron en parlamentarios civiles. Menos de diez periodistas siguen encarcelados en este país.
En Corea del Norte (178º), si bien la información circula más a través de las fronteras, nadie sabe si esta tendencia durará bajo el reino de Kim Jong-un, hijo heredero de Kim Jong-il. La continuidad de la dinastía, el peso del aparato militar y la voluntad de poder del régimen, no incitan en todo caso al optimismo.
A la cabeza de la clasificación: los tradicionales “buenos alumnos”, ¿a la deriva?
Los tradicionales buenos alumnos no brillaron en 2011. Con la caída de Nueva Zelanda al 13º lugar, ningún otro país de la región Asia-Pacífico se encuentra entre los diez primeros países de la clasificación.
En 2011 Hong Kong (54º) vivió una clara degradación de la libertad de prensa y se vino abajo en la clasificación. Interpelaciones, agresiones y presiones deterioraron las condiciones de trabajo de los periodistas de manera inédita, ilustrando un cambio inquietante de la política gubernamental.
En Australia (30º) los medios de comunicación fueron blanco de investigaciones, bloqueos en el acceso a la información y críticas de parte de las autoridades; mientras que en Japón (22º) la cobertura del tsunami y del accidente nuclear de Fukushima dio lugar a restricciones abusivas, revelando los límites del pluralismo de la prensa.
Situaciones preocupantes
En India (131º) los periodistas enfrentan la inseguridad ocasionada por los conflictos endémicos de las regiones de Chhattisgarh y de Jammu y Cachemira. La amenaza de grupos mafiosos que operan en las principales ciudades del país contribuye a su autocensura. Pero las autoridades no se quedan atrás. En mayo de 2011 anunciaron nuevas regulaciones, las “Information Technology Rules 2011” (Reglas de la Tecnología de la Información), peligrosas para la libertad de expresión en línea. Por otra parte, aún se niega el visado a reporteros extranjeros y hasta se les exigen coberturas positivas del país.
La represión del ejército indonesio en la provincia de Papúa Occidental, donde al menos dos periodistas fueron asesinados en 2011, cinco secuestrados y 18 agredidos, es la principal causa de la caída de Indonesia (146º) en la clasificación. Pese a los esfuerzos del gremio, los intentos del gobierno de recuperar el control de los medios de comunicación y de Internet, así como una justicia corrupta, bajo la influencia de políticos y grupos de presión, impiden el desarrollo de una prensa más libre.
Entre detenciones ilegales e intimidaciones, Mongolia (100º) y las Maldivas (73º) muestran su fragilidad en materia de libertad de prensa. Un clima de intolerancia religiosa caracteriza a las Maldivas, donde los medios de comunicación son víctimas de intimidaciones por parte de las autoridades y deben transigir con un Ministerio de Asuntos Islámicos que busca imponer la sharia a expensas de la libertad de expresión.
Oriente Medio / África del Norte
Las rebeliones árabes y su impacto en la clasificación de la libertad de prensa
Las rebeliones árabes y las medidas de control de la información que tomaron las autoridades de los países concernidos influyeron fuertemente en la clasificación de los países de la zona de Oriente Medio y África del Norte (MENA). De Marruecos a Bahréin, pasando por Yemen, pocos países escaparon a esta ola de levantamientos populares a favor de cambios democráticos, ampliamente reprimidos. Si algunos predadores de la libertad de prensa y enemigos de Internet cayeron, otros continúan en su sitio. Las transiciones iniciadas no han conducido forzosamente a que exista un mayor pluralismo. La mayor parte de las evoluciones registradas en 2011 tienden a la baja. Por otra parte, conviene subrayar lo frágiles que son las libertades ganadas y que pueden desaparecer muy fácilmente.
Países donde las rebeliones provocaron cambios políticos
Túnez subió en la clasificación, pasó del lugar 164 al 134, debido al final de la represión ejercida por el régimen de Zine el Abidine Ben Ali contra los profesionales de la información, a la emergencia de un verdadero pluralismo de opinión a través de la prensa escrita y al fin, al menos de momento, de una política de filtraje masivo y sistemático de Internet. Los recientes nombramientos de los funcionarios responsables de los medios de comunicación públicos nos recuerdan que es posible un retroceso.
Libia también progresó en la clasificación, pero en menor medida; pasó del lugar 160 al 154. Tras la revuelta que vivió el país a partir de febrero de 2011, presenciamos una explosión del número de medios de comunicación, principalmente en el este del país, antes de que esta fiebre de pluralismo triunfara al oeste, con la liberación de Trípoli a finales de agosto. Los diarios, las radios y los canales de televisión se multiplicaron como hongos. No obstante, Libia pagó el peso de numerosas exacciones cometidas contra los profesionales de la información durante este conflicto. Si el proceso de democratización instaurado continúa y el pluralismo y la independencia de los medios de comunicación se demuestran con hechos y a lo largo del tiempo, Libia debería avanzar posiciones en las próximas clasificaciones.
Países donde aún existe represión o donde los cambios siguen siendo superficiales
La mayoría de los países bajaron en la clasificación debido a las medidas de control de la información empleadas a fin de imponer un silencio mediático sobre la represión que se llevaba a cabo. Egipto, que perdió 39 lugares (este año ocupa el 166º, el pasado tenía el 127º), desciende por la represión de diferentes fases revolucionarias sucesivas, primero por el régimen de Hosni Mubarak, y después por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. La caza de periodistas extranjeros durante tres días a inicios de febrero, las citaciones, las detenciones y condenas de profesionales de la información y de blogueros ante jurisdicciones militares, así como los registros sin orden de cateo, degradaron de forma severa el lugar del país en la clasificación.
El Reino de Bahréin cayó en las profundidades, perdiendo 29 lugares y entrando así en el grupo de los diez países más cerrados y represivos del mundo. Desde febrero se vivió una represión sistemática de los periodistas bahreiníes y extranjeros. Se ha empleado todo un arsenal de medidas para que circule la mínima información posible sobre la situación del país. En paralelo, las autoridades usaron ampliamente los medios de comunicación para difundir su propaganda progubernamental. La creación de una comisión de investigación independiente no puso fin a las exacciones cometidas contra los periodistas, sólo contribuyó a que no se hable más de Bahréin tras los compromisos de las autoridades.
Respecto a Yemen, sólo descendió un lugar (ocupa el 171º; en 2010 tenía el 170º), pese a la violencia ejercida por las fuerzas del orden contra los manifestantes y los periodistas que cubren estas protestas. La situación de la libertad de prensa en Yemen ya era muy preocupante. El país ha perdido 16 lugares desde 2008, inicio de una clara degradación de la situación de la libertad de prensa. La iniciativa del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo, para que Ali Abdula Saleh dejara la presidencia, firmada el 23 de noviembre pasado, no cambió en nada la situación, y está lejos de hacerlo.
Siria, que ya de por sí tenía una posición muy baja en la clasificación los años precedentes, retrocede aún un poco más, pasando del lugar 173º al 176º, a las puertas del ‘trío infernal’. La situación en Siria tuvo consecuencias en su vecino Líbano, cuyo gobierno cooperó un poco con el régimen de Damasco en la persecución de periodistas y blogueros disidentes sirios en su territorio.
Arabia Saudita perdió sólo un lugar (ocupa el 158º, antes tenía el 157º). Esto, pese a la manera en que las autoridades organizaron un silencio mediático respecto a las manifestaciones en las regiones del este del país, de mayoría chiita, y su represión. Pero el país se encuentra ya en la parte baja de la clasificación debido a la ausencia de pluralismo y al fuerte nivel de autocensura de los periodistas.
Recaída de algunos países
Irak había ascendido durante varios años consecutivos en la clasificación de la libertad de prensa, mas este año perdió 22 lugares, pasando de la posición 130 a la 152 (la misma que tenía en 2008, cuando ocupaba el 158º lugar). Esto, por diferentes razones. La primera es la recrudescencia de los asesinatos de periodistas. El asesinato de Hadi Al-Mahdi, el 8 de septiembre de 2011, constituye claramente una fecha de ruptura. Por otra parte, los profesionales de la información fueron a menudo el blanco de la violencia perpetrada por las fuerzas de seguridad, ya sea en Bagdad, durante las manifestaciones de la Plaza Tahrir, o en el Kurdistán Iraquí; esto, incluso cuando esta región fue por mucho tiempo, durante años, una zona de refugio para los periodistas.
Israel descendió 6 lugares (ocupa el 92º, en 2010 tenía el 86º). Esto se explica por dos factores diferentes: el hecho de que Uri Blau, periodista en Haaretz, corra el riesgo de pasar hasta siete años en prisión por posesión de documentos clasificados confidenciales, y de que su fuente, Anat Kam, haya sido condenada a tres años de prisión efectiva el 31 de octubre pasado. Por otra parte, el 21 de noviembre el Parlamento aprobó en primera lectura un proyecto de ley de prensa que prevé un aumento vertiginoso del monto por daños y perjuicios que deberán pagar los autores de declaraciones consideradas “difamatorias” por el juez. De manera general, mientras que existe un verdadero pluralismo de los medios de comunicación en Israel, la censura militar previa de toda publicación explica que este país no se encuentre entre los primeros 50 de la clasificación de la libertad de prensa de Reporteros sin Fronteras.
Los ataques a periodistas durante las manifestaciones de palestinos que pedían el fin de la guerra entre Al Fatah y Hamás, así como la toma ilegal del sindicato de periodistas de Gaza por partidarios de Hamás, explican por qué los territorios palestinos bajaron tres lugares en la clasificación.
Descensos confirmados
Los Emiratos Árabes Unidos continúan su caída en la clasificación, pasando del 87º al 112º lugar, debido especialmente a la política de filtraje de la Red y a la encarcelación del bloguero Ahmed Mansour, moderador del foro de debate democrático Al-Hewar (“El dialogo”), del 8 de abril al 28 de noviembre de 2011, junto con cuatro activistas –llamados los “UAE 5”–. Habría sido víctima de malos tratos cuando se encontraba detenido y su familia habría recibido numerosas amenazas.
Jordania bajó ocho lugares en la clasificación (pasó del 120º al 128º). La situación de la libertad de prensa no cambió intrínsecamente, la violencia policíaca contra los profesionales de la información y los repetidos y deliberados ataques a las oficinas de la Agence France Presse en Amán, explican el descenso del país.
Marruecos también confirma su descenso, pasó del lugar 135 al 138, tras la encarcelación del redactor en jefe de Al-Massae, Rachid Nini, el 28 de abril. Aún se encuentra detenido.
Respecto a Argelia, continúa su ascenso en la clasificación (subió 11 lugares, pasó del 133º al 122º), debido sobre todo a la disminución del número de procesos legales contra periodistas.
Europa
Las divergencias se acentúan en Europa
La Unión Europea, aún más heterogénea. Los Balcanes, frente al reto de la integración
Si bien encontramos a Finlandia y Noruega ex aequo en el primer lugar, Bulgaria (80º) y Grecia (70º) confirman su estatus de “malos alumnos” de la Unión Europea, con sus 27 miembros. Atentados dirigidos y amenazas de muerte contra periodistas marcaron el año en Bulgaria, donde crece la preocupación por el pluralismo de la prensa escrita. La crisis económica puso a la luz la fragilidad del financiamiento de los medios de comunicación griegos; los fotógrafos y camarógrafos cubren las manifestaciones sociales en condiciones parecidas a las de zonas de guerra. Tras la adopción de una ley que instaura el control directo de la mayoría política sobre los medios de comunicación y la reforma constitucional de diciembre de 2011, Hungría retrocede al lugar 40 (-17). El precedente de una legislación como esta, bajo el silencio de los otros Estados miembros, fragmenta de nuevo la credibilidad del modelo europeo.
Suscitando aún inquietud por la protección del secreto de las fuentes y por la capacidad de los periodistas de investigación de indagar sobre los círculos cercanos al poder, Francia se estanca en un nivel decepcionante (38º lugar). Italia (61º), donde aún más de una decena de periodistas cuenta con protección policíaca, da vuelta a la página de varios años de conflictos de interés con la partida de Silvio Berlusconi. Pero esta edición de la clasificación todavía lleva su huella, en especial por el regreso de la “ley mordaza” y la intención de filtraje administrativo de la Red, rechazados por poco. En el muy particular contexto del caso “News of the World”, el Reino Unido (28º) provocó preocupación por su enfoque de la protección de datos privados en su respuesta a los motines de Londres. Pese a todo, el país conserva también una legislación surrealista que permite al mundo entero ir a perseguir a medios de comunicación en su territorio.
El contraste entre los tres países bálticos se acentuó. Mientras que Estonia se mantiene a la cabeza de la clasificación (3º), Letonia y Lituania caen a los lugares 50o y 30º, respectivamente, debido a decisiones legales disparatadas y a una mayor injerencia de los servicios de seguridad. En Eslovaquia (25º) las relaciones entre el poder y la prensa gozan de una relativa calma tras la partida de Robert Fico, ex primer ministro, que empleaba métodos brutales y un lenguaje soez con los periodistas.
La crisis económica contribuyó a acentuar los rasgos más problemáticos de los paisajes mediáticos balcánicos: instrumentalización de la prensa para intereses particulares o mafiosos, falsa competencia en mercados muy restringidos, reflejos de autocensura de una parte creciente de periodistas que trabajan en condiciones muy precarias… La justicia, que a menudo cuenta con poca formación, cercana al poder y que sufre de una corrupción endémica, parece estar más ocupada en hostigar a los medios de comunicación que en poner fin a la impunidad de aquellos que agreden y amenazan a los periodistas. Es el caso, por ejemplo, de Bosnia-Herzegovina (58º), Montenegro (107o), Albania (96º) y Macedonia (94º), que bruscamente perdió 40% de su paisaje mediático tras el cierre del grupo Plus Produkcija, propietario de tres diarios y del principal canal de televisión privado del país.
Turquía retorna a viejas prácticas; Azerbaiyán y Bielorrusia se encierran en una espiral represiva
En el lugar 148 (10 posiciones abajo), Turquía continúa su descenso a los infiernos. Pese al pluralismo y la vivacidad de la prensa turca, el año 2011 estuvo marcado por una brutal escalada del hostigamiento judicial a periodistas. Con el argumento “antiterrorista”, decenas de ellos han sido enviados a prisión, incluso antes de ser juzgados, particularmente en el marco de los casos Ergenekon y KCK. La inédita ampliación del espectro de estas detenciones, el espionaje telefónico masivo y el menosprecio del secreto de las fuentes contribuyen a crear de nuevo un cierto clima de intimidación entre los profesionales de los medios de comunicación.
En Rusia (142º) la libertad de la prensa registra un triste estancamiento. Pese a las zonas oscuras, la condena de los asesinos de Anastasia Baburova y de Stanislav Markelov suscitó esperanza; pero la impunidad sigue siendo la regla para los asesinos y agresores de periodistas. El fortalecimiento de las penas previstas en tales casos, así como la despenalización de los delitos de prensa, son buenas noticias. Sin embargo, el impacto de estas reformas queda por verse –en especial ante la falta de revisión de la legislación antiterrorista–. Las manifestaciones sin precedentes de diciembre de 2011 inauguran un periodo más incierto: si bien parece que en algunas redacciones comienza a liberarse la palabra, por el momento, la represión ha estado a la altura de los retos.
Marcados por la violenta represión de movimientos de protesta prodemocráticos, Bielorrusia (168º) y Azerbaiyán (162º) registran una notable caída y se acercan a las profundidades de la clasificación. Los predadores de la libertad de prensa Alexander Lukashenko e Ilham Aliev hicieron pagar caro a los medios de comunicación el cuestionamiento de su autoridad manifestado en las calles: más de una centena de periodistas y blogueros interpelados, una treintena de ellos condenados a penas de prisión; mayores presiones sobre los medios de comunicación independientes; deportación de periodistas extranjeros… No contento con esta represión ciega, el “batka” bielorruso encontró en la prensa un chivo expiatorio de todos los males del país.
Empleando los mismos métodos, Bakú acentuó en particular la vigilancia de las redes sociales y encarceló a netciudadanos cuya única falta fue hacer un llamado a manifestarse en línea. Palizas, secuestro de periodistas de oposición, amenazas físicas apremiantes… la violencia regresó al país, donde un periodista fue asesinado por primera vez en cinco años.
Georgia (104º) no compite más a la cabeza en el Cáucaso Sur. El país paga sobre todo el precio de la violenta represión de una manifestación de la oposición en mayo y presiones persistentes contra periodistas y blogueros sospechosos de tener simpatía por Rusia.
Con un ascenso en apariencia espectacular, Armenia (24 lugares arriba) recupera al fin una posición comparable a la que tenía hace tres años, antes de la represión brutal que siguió a las disputadas elecciones de 2008. Sin embargo, los medios de comunicación siguen siendo objeto de un hostigamiento judicial constante y la magnitud de lo que se pide por daños y perjuicios favorece un clima de intimidación. La autorregulación sigue siendo un gran reto a superar.
En Asia Central, Kirguistán da vuelta a la página de un año 2010 marcado por la violenta agonía de una cruel dictadura y de masacres interétnicas en el sur del país, para llegar al primer lugar entre los países de Asia Central (108º). Sin embargo, entre agresiones violentas e iniciativas liberticidas del parlamento, la situación de la libertad de prensa sigue siendo una de las más precarias. El año fue malo para el vecino Tayikistán (122º), donde las autoridades continúan blandiendo el fantasma de la guerra civil y del islamismo radical para intentar amordazar a la prensa independiente.
Kazajistán remontó (154º). Esto sólo se explica, relativamente, por los importantes movimientos de otros países que este año se encuentran abajo en la clasificación. En realidad las autoridades, procurando preservar cueste lo que cueste su fachada de estabilidad, redoblaron el encarnizamiento contra las raras voces independientes y buscaron asentar su control de Internet. La Red también pasó a formar parte del centro de atención de las dictaduras de Uzbekistán (157º) y Turkmenistán (177º), que no registran ningún progreso. Los turkmenos sólo tienen acceso a un Intranet nacional ultracensurado, pero la guerra de la información 2.0 comienza con algunos recursos ubicados en el extranjero.
Pese a un relativo ascenso respecto al año 2010, históricamente bajo y marcado por la desaparición del periodista Vasil Klymentiev, Ucrania (116º) confirma las tendencias negativas observadas tras la elección de Viktor Yanukovich en de febrero de 2010: numerosas agresiones a periodistas, violentas e impunes; regreso a la censura…
Africa
Gap widens between good and bad performers in Africa
Dramatic falls by countries that cracked down on mass unrest
The 2011 Arab Spring did not spill over into sub-Saharan Africa to the point of bringing down any governments, but some regimes had to face forceful political and social demands, and journalists covering demonstrations were often the victims of indiscriminate police repression or were targeted by police who did not want them covering the crackdown.
This was the case in Angola (132nd), where many journalists were arrested during protests in September, and in Uganda (139th), which fell 43 places in the index after a year that will not be forgotten by its media. They were the targets of violence and surveillance during the presidential election in February and were targeted again during the brutal crackdown on the “Walk to Work” protests later in the year, when dozens of journalists were arrested.
It was even worse in Malawi (146th), which plunged 67 places in the index, the biggest fall of any country in the world. Malawi’s journalists were treated like demonstrators during the crackdown on protests in the summer. Many were arrested and mistreated, and equipment was broken. A student and blogger, Robert Chasowa, who was found dead in September, was almost certainly murdered. Media that wanted to investigate the case were threatened. Before all this, Malawi’s media legislation had been toughened so much at the start of the year that some European partners suspended part of their aid.
Closed and authoritarian countries near bottom of index
Reporters Without Borders regards the situation in Rwanda (156th) and Equatorial Guinea (161st) as very grave because of the control that their governments exercise over the media and freedom of expression in general. They have been joined by Djibouti (159th), which fell 49 places. Its president, Ismael Omar Guelleh, was returned to office at the start of 2011 in an election that was decided in advance and gave the opposition no possibility of expressing itself in the media. There is no free press, six people who provide an exile radio station with information were jailed for four months, and social networks are closely monitored to ensure that there are no protests.
The presence of Côte d’Ivoire in this same group of countries (sharing 159th position with Djibouti) could be misleading. Côte d’Ivoire has real media, unlike Guelleh’s Djibouti or Teodoro Obiang Nguema’s Equatorial Guinea, and they say what they think, unlike the media in Paul Kagame’s Rwanda, which have little freedom of expression. Côte d’Ivoire’s poor ranking reflects the dramatic impact that the post-election crisis had on the media in the first half of 2011, including harassment of all kinds, acts of violence and the murders of a journalist and a media worker. During the battle of Abidjan at the start of April, it was impossible for a journalist venture out into the city.
Violence, censorship and prison give East Africa three worst rankings
The three worst sub-Saharan rankings are all to be found in East Africa. Year after year, journalists continue to be exposed to the chaos and anarchy in Somalia (164th), a country embroiled in civil war and without a stable government since 1991. Four journalists were killed in Mogadishu in 2011. The bad ranking assigned to Omar al-Bashir’s Sudan (170th) was due to prior censorship, closures of newspapers, and arrests, prolonged detention and mistreatment of journalists.
Finally, Eritrea (179th) came last in the index for the fifth year running. Freedom of opinion, like all the other freedoms, does not exist under the totalitarian dictatorship that President Issaias Afeworki has imposed on this Horn of Africa country. At least 30 journalists are currently detained in appalling conditions. Some have been held for more than 10 years.
At the other end of the index, several African countries made significant progress or showed that respect for freedom of information has taken a firm hold in their societies.
Good countries group gets bigger
The number of African countries that are in the top 50 of the index has risen from seven last year to nine this year, while the number that are in top 100 has risen from 24 to 27. The highest non-European country in the index is an African one and in fact it is in the top 10. It is Cape Verde (9th), a healthy democracy and model of good governance, where governments can be changed through the ballot box, as last summer’s presidential election again showed. Journalists there are completely free and all the political parties have access to the state media. Namibia (20th) also has an excellent ranking, better than Japan or the United Kingdom, for example.
Botswana (42nd), which rose 20 places, and Comoros (45th), which rose 25 places, are now jostling Mali (25th) and Ghana (41st), Africa’s traditional leaders in respect for journalists.
A spectacular jump and other notable improvements
Niger (29th) rose 75 places in the index, the biggest leap by any country in the world this year. The economic environment for Niger’s media is very precarious but they are free and benefit from favourable legislation. Media freedom violations have virtually disappeared. The improvement has been seen in both concrete and symbolic measures. At the end of 2011, Mahamadou Issoufou, who was elected president in the spring, became the first African head of state to sign the Declaration of Table Mountain, thereby undertaking to promote media freedom.
Other African leaders could follow suit, such as Mohamed Ould Abdel Aziz, the president of Mauritania (67th), which rose 28 places thanks to the adoption of a law on the electronic media, the opening up of the broadcasting sector, and other developments. Its progress needs to be confirmed.
Cameroon (97th) fell sharply in 2010 because of the journalist Bibi Ngota’s death in detention but recovered a respectable ranking in 2011 although light has yet to be shed on all aspects of his death and on the death in November of this year of Reporters Without Borders correspondent Jules Koum Koum, a journalist who wrote about corruption. Cameroon also badly needs to decriminalize media offences and modernize its communication law. Madagascar (84th) continued to improve for the second year running after plummeting in 2009 because of that year’s political crisis but, 2012, as an election year, will pose challenges.
Soft underbelly
The absence of major incidents involving the media allowed Senegal (75th) to rise 18 places but the situation is fragile one month ahead of a presidential election that is likely to be tense. Like their Cameroonian counterparts, the Senegalese authorities are still not ready to protect journalists from prison sentences by decriminalizing media offences. Aside from abusive lawsuits, Liberia (110th) usually allows its media a great deal of freedom but it fell 26 places this year because journalists were attacked and media were closed during the presidential election in October and November, when challenger Winston Tubman boycotted the run-off against the incumbent, Ellen Johnson Sirleaf.
South Sudan (111th), which became independent on 9 July, entered the index with a respectable ranking. The challenge for this country is to build a solid and viable state in a very unstable region while guaranteeing freedom of expression. It must make every effort to avoid sinking to the level of its neighbours.
Americas
United States and Chile affected by protests, Brazil crippled by insecurity
The worldwide wave of protests in 2011 also swept through the New World. It dragged the United States (47th) and Chile (80th) down the index, costing them 27 and 47 places respectively. The crackdown on protest movements and the accompanying excesses took their toll on journalists. In the space of two months in the United States, more than 25 were subjected to arrests and beatings at the hands of police who were quick to issue indictments for inappropriate behaviour, public nuisance or even lack of accreditation
In Chile, where student protesters questioned the over-concentration of media ownership, violence against journalists included beatings, cyber-attacks and attacks on editorial staffs. Many of these assaults, often accompanied by heavy-handed arrests and destruction of equipment, were carried out by abusive armed police who were rarely called to account.
Neighbouring Argentina (47th) barely moved in the index but two other southern countries registered a marked decline – Brazil (99th, down 41) and Paraguay (80th, down 26). Violence was the dominant factor in these changes. In Brazil’s north and north-east and in Paraguay’s border regions, local corruption, organized crime and environmental damage proved to be dangerous topics for journalists and bloggers alike to tackle. Three were killed in Brazil in 2011. Although the vast country showed it was making efforts to combat impunity, justice was applied unevenly across regions and states and was subjected to powerful political pressures.
This was also the case in Paraguay, where one journalist was killed. Paraguay’s media workers bemoaned the lack of a law giving access to public information like the one passed recently in Brazil.
The physical danger in Brazil was comparable to that in Peru (115th), where three journalists were also murdered. Peru, notorious for the frequency of attacks on the press, also stood out because of its large number of legal proceedings for defamation. The radio and television journalist Paul Garay Ramírez spent six months in prison, from April until October, for allegedly defaming a prosecutor.
In Ecuador (104th) and Bolivia (108th), whose positions changed little, the climate was still characterized by judicial harassment, issues of balance and pluralism, polarization and repeated attacks on the press. This was even more the case in Venezuela (117th), which nonetheless rose 16 places.
Colombia (143rd), where one journalist was killed as a direct result of his work, remained far down the list because journalists were repeatedly threatened, forced to stop working or forced to flee abroad (or to another region), particularly journalists operating in areas where there is fighting. Despite improvements in the judicial system, the country has not yet put its years of civil war behind it, nor the grim practices of the former DAS security service such as espionage, sabotage and smear campaigns.
Contrasting fortunes in Central America
Panama fell 32 places to 113th in the index because of a radio station owner’s murder and the expulsion of two Spanish journalists who supported indigenous groups resisting the mining industry’s attempts to take their land. A bad atmosphere, marked by smear campaigns against individual journalists, prevailed between the government of President Ricardo Martinelli and much of the media.
In Guatemala (97th, down 20 places), already ranked low because of violent crime, habitual self-censorship and a lack of pluralism, a journalist was detained without proof in 2011. In the Dominican Republic (95th), a journalist was murdered several weeks after spending six days in detention on a defamation charge . Frequent instances of police abuse were reported.
In neighbouring Haiti (52nd), on the slow road to recovery after the 2010 earthquake, rising political tension in the run-up to the swearing-in of President Michel Martelly on 14 May did not reach the point where it affected the safety of journalists.
Similarly in Nicaragua (72nd, up 11 places), the political polarization during the run-up to Daniel Ortega’s re-election as president in November turned out to have little effect on the work of journalists or their freedom of movement. Despite instances of serious threats, the country moved up several places, as did El Salvador (37th, up 14) thanks to a fall in the number of assaults.
Costa Rica (19th) topped the list of Latin American countries in 2011, a position for which it traditionally vies with Uruguay (32nd). Its ranking is in marked contrast to that of its Central American neighbour, Honduras (135th), which has languished at the bottom of the list since the coup in June 2009. The deaths of five journalists in 2011, two as a direct result of their work, as well as the regular persecution of opposition media and community radio stations, confirmed its notoriety as the hemisphere’s second most dangerous country for the press after Mexico (149th, down 13 places).
Mexico continued its decline against the grim backdrop of the federal government’s offensive against drug trafficking, which has cost 50,000 lives in five years. As well as journalists, five of whom were murdered in 2011, netizens who take a stand against the prevailing violence are now also becoming the targets for killings and reprisals.
Bringing up the rear in the hemisphere, Cuba (167th) released the last of its jailed dissident journalists on 8 March, the only one still held of those detained during the “Black Spring” of 2003. However, it did not fulfil the hopes this raised of an improvement in civil liberties and human rights. Crackdowns and short-term detentions continued to be a threat for journalists and bloggers outside state control.
As well as Canada (10th, up 11 places), which recovered the hemisphere’s top ranking, Jamaica (16th), Surinam (22nd, up 13) and the seven-member Organization of Eastern Caribbean States (25th, up 32) also improved their position in the index thanks to an almost total lack of acts of violence or serious breaches of freedom of information.
There was a surprise of a different kind in Trinidad and Tobago (50th, down 20 places) as a result of a scandal involving spying on journalists, as well as moves to boycott radio and television stations and procedural abuses.
Conditions in Guyana (58th), where radio broadcasting is still a state monopoly, were similar and its ranking was unchanged.
Asia
Violence and censorship on the rise in Asia
Violence and impunity persist in Pakistan, Afghanistan and Philippines, more repression in Sri Lanka, Vietnam and China
In Afghanistan (150th) and Pakistan (151st), violence remained the main concern for journalists, who were under constant threat from the Taliban, religious extremists, separatist movements and political groups. With 10 deaths in 2011, Pakistan was the world’s deadliest country for journalists for the second year in a row.
In the Philippines (140th), which rose again in the index after falling in 2010 as a result of the massacre of 32 journalists in Ampatuan in November 2009, paramilitary groups and private militias continued to attack media workers. The judicial investigation into the Ampatuan massacre made it clear that the response of the authorities was seriously inadequate.
Journalists continued to be exposed to violence in Bangladesh (129th) and Nepal (106th), although less than in the past. In Nepal, journalists were regularly subjected to threats from rival political groups and their supporters. In Bangladesh, opposition groups and the ruling Awami League took turns to attack and obstruct the press. Despite genuine media pluralism, the law allows the government to maintain excessive control over the media and the Internet.
In Nepal, a decline in attacks by Maoist groups in the south and greater efficiency on the part of the justice system account for the modest improvement in the country’s ranking. However, press freedom was marred by threats and attacks by politicians and armed groups throughout the year.
Authoritarianism and ambivalence at the bottom of the index
Freedom of information worsened considerably in two Asian countries under authoritarian rule.
China, which has more journalists, bloggers and cyber-dissidents in prison than any other country, stepped up its censorship and propaganda in 2011 and tightened its control of the Internet, particularly the blogosphere. The first protest movements in Arab countries and the ensuing calls for democracy in China’s main cities set off a wave of arrests with no end yet in sight.
In the autonomous regions of Tibet, Inner Mongolia and Xinjiang, protests by minorities regularly gave rise to a harsh crackdown by the authorities. In Beijing and Shanghai, international correspondents were particular targets of the security forces and had to work under the continual threat of expulsion or having their visas withdrawn. Journalists were prevented from covering most of the events that threatened China’s stability or might have given it a negative image.
Vietnam (172nd) appeared to follow China’s repressive lead and fell seven places. Politically committed journalists and pro-democracy bloggers were harassed by the authorities while the courts continued to invoke state security to hand out prison sentences ranging from two to seven years. The blogger Pham Minh Hoang, for example, was sentenced to three years in prison and three years under house arrest on 10 August on a charge of trying to overthrow the government.
In Sri Lanka (163rd), the stranglehold of the Rajapakse clan forced the last few opposition journalists to flee the country. Any that stayed behind were regularly subjected to harassment and threats. Attacks were less common but impunity and official censorship of independent news sites put an end to pluralism and contributed more than ever to self-censorship by almost all media outlets.
Burma (169th) showed signs of beginning to carry out reforms including partial amnesties and a reduction in prior censorship, but it remained largely under the control of an authoritarian government run by former members of the military junta reinvented as civilian politicians. Less than 10 of its journalists remain in prison at the start of 2012.
In North Korea (178th), although news and information was able to move across its borders to a greater extent, no one knows whether this will continue under Kim Jong-un, the son and heir of Kim Jong-il. The dynastic succession, the dominance of the military machine and the government’s desire for power give no grounds for optimism.
At the top, the good boys turn bad
Those who are traditionally good performers did not shine in 2011. With New Zealand’s fall to 13th position, no country in the Asia-Pacific region figured among the top 10 in the index. Hong Kong (54th) saw a sharp deterioration in press freedom in 2011 and its ranking fell sharply. Arrests, assaults and harassment worsened working conditions for journalists to an extent not seen previously, a sign of a worrying change in government policy.
In Australia (30th), the media were subjected to investigations and criticism by the authorities, and were denied access to information, while in Japan (22nd) coverage of the tsunami and the Fukushima nuclear accident gave rise to excessive restrictions and exposed the limits of the pluralism of the country’s press.
Causes for concern
In India (131st), journalists were exposed to violence stemming from the persistent conflicts in the states of Chhattisgarh and Jammu and Kashmir. The threat from mafia groups operating in the main cities of the coutnry also contributed to self-censorship. However, the authorities were no better. In May, they unveiled the “Information Technology Rules 2011,” which have dangerous implications for online freedom of expression. Foreign reporters saw their visa requests turned down or were pressured to provide positive coverage.
In Indonesia, an army crackdown in West Papua province, where at least two journalists were killed, five kidnapped and 18 assaulted in 2011, was the main reason for the country’s fall to 146th position in the index. A corrupt judiciary that is too easily influenced by politicians and pressure groups and government attempts to control the media and Internet have prevented the development of a freer press.
Illegal detention and intimidation in Mongolia (100th) and the Maldives (73rd) showed up the weakness of press freedom there. A climate of religious intolerance prevailed in the Maldives, where media organizations were subjected to threats by the authorities and had to deal with an Islamic affairs ministry bent on imposing the Sharia to the detriment of free expression.
Middle-East/North Africa
Arab uprisings and their impact on the press freedom index
The Arab uprisings and the measures taken by governments to control news and information in response to the uprisings had a major impact on the ranking of countries in the Middle East and Northern Africa. From Morocco to Bahrain and Yemen, few countries were spared by this wave of pro-democracy uprisings, which prompted major crackdowns.
Some predators of press freedom fell from power, but others remain in place. The transitions that have begun are not necessarily leading towards more pluralism and most of the changes in the rankings have been downward ones. The freedoms that have been won are fragile and could easily be swept away.
Countries where revolts led to political change
Tunisia rose in the index, from 164th to 134th, because of the end of the harassment of journalists by the Zine el-Abidine Ben Ali regime, the emergence of real pluralism of opinion in the print media and, albeit possibly only for the time being, the end of massive and systematic Internet filtering. The recent appointments of persons with links to the old regime to run the state-owned media underscored the danger of a return to the past.
Libya has also risen in the index, but to a lesser degree, going from 160th to 154th. After the Libyan uprising began in February, there was an explosion in the number of media, above all in the east of the country. The new pluralist enthusiasm spread to the west after the liberation of Tripoli at the end of August. Newspapers and radio and TV stations have sprouted like mushrooms. But Libya’s ranking reflects the many abuses against journalists during the civil war. If democratization continues and if media pluralism and independence take a lasting hold, Libya’s ranking will improve over the next few years.
Countries where repression continues and changes are just cosmetic
Most of the region’s countries have fallen in the index because of the measures taken in a bid to impose a news blackout on a crackdown. Egypt plummeted 39 places (from 127th last year to 166th this year) because of the attempts by Hosni Mubarak’s government and then the Supreme Council of the Armed Forces to rein in the revolution’s successive phases. The hounding of foreign journalists for three days at the start of February, the interrogations, arrests and convictions of journalists and bloggers by military courts, and the searches without warrants all contributed to Egypt’s dramatic fall in the index.
The Kingdom of Bahrain (173rd) plunged 29 places to become one of the world’s 10 most repressive countries. Bahraini and foreign journalists were systematically hounded from February onwards. An entire arsenal of measures were taken to prevent information circulating about the evolving situation in the country. At the same time, the authorities made extensive use of the media to put out pro-government propaganda. The creation of an independent commission of enquiry did not end the abuses against journalists. It just helped to ensure that, as a result of the undertakings given by the authorites, the rest of the world stopped talking about Bahrain.
Yemen fell just one place (from 170th to 171st) despite all the violence used by the security forces against demonstrators and journalists covering the demonstrations. But the media freedom situation was already very worrying and Yemen had already fallen 16 places since 2008, when a sharp deterioration began. A Gulf Cooperation Council plan under which President Ali Abdallah Saleh was supposed to stand down, which he signed on 23 November, did not change the internal situation, far from it.
Syria, which had already attained a very low ranking in recent years, fell a bit more, from 173rd to 176th place, on the brink of become one of the bottom three. The situation in Syria had an impact on neighbouring Lebanon, where the government provided the Syrian authorities with a degree of cooperation in their attempts to track down dissident Syrian journalists and bloggers who had fled to Lebanon.
Saudi Arabia fell only one place (from 157th to 158th) although the government organized a news blackout on the demonstrations and ensuing crackdown in the eastern regions with a Shiite majority. But Saudi Arabia had already been very low in the index because of the lack of pluralism and high level of self-censorship.
Countries that relapsed
After rising in the index for several years in a row, Iraq fell 22 places this year, from 130th to 152nd (almost to the position it held in 2008, when it was 158th). There were various reasons. The first was an increase in murders of journalists. Hadi Al-Mahdi’s murder on 8 September marked a clear turning point. Another reason was the fact that journalists are very often the target of violence by the security forces, whether at demonstrations in Tahrir Square in Baghdad, or in Iraqi Kurdistan, a region that had for many years offered a refuge for journalists.
As regards its internal situation, Israel fell six places (from 86th to 92nd) for two reasons. Firstly, Haaretz reporter Uri Blau is facing a possible seven-year jail sentence for possessing classified documents and his source, Anat Kam, was sentenced to three years in prison on 31 October. Secondly, on 21 November, parliament approved a media bill on first reading that would drastically increase the amount of damages that can be awarded in defamation cases. In general, although Israel enjoys real media pluralism, it is not in the top 50 countries in the Reporters Without Borders index because the media are subject to prior military censorship.
The Palestinian Territories fell three places because of attacks on journalists during demonstrations by Palestinians calling for an end to the war between Fatah and Hamas, and because of an illegal takeover by Hamas supporters of the journalists’ union in Gaza City.
Countries that fell again
The United Arab Emirates fell again, this time from 87th to 112th, above all because of its Internet filtering policy and the imprisonment of Ahmed Mansoor, a blogger who administers the online pro-democracy forum Al-Hewar (“The Dialogue”), from 8 April to 28 November along with four other activists, known collectively as “The UAE 5.” He was reportedly mistreated while detained and his family was repeatedly threatened.
The media freedom situation has not changed intrinsically in Jordan but police violence against journalists and repeated deliberate attacks on the Agence France-Presse bureau in Amman caused it to fall eight places in the index, from 120th to 128th.
Morocco fell again, this time from 135th to 138th, as a result of Al-Massae editor Rachid Nini’s imprisonment. He is still detained. Algeria, on the other hand, rose again, this time 11 places, from 133rd to 122nd, above all because of a fall in the number of trials of journalists.
Europe
Differences increase in Europe
European Union more heterogeneous, Balkans facing EU entry challenge
While Finland and Norway again share first place, Bulgaria (80th) and Greece (70th) have kept their status as the European Union’s bad performers. Targeted attacks and death threats against journalists marked the past year in Bulgaria, where concerns about print media pluralism grew. In Greece, the economic crisis highlighted the fragility of its media while photographers and cameramen covering demonstrations were exposed to conditions resembling war zones. Hungary fell 17 rungs to 40th place after adopting a law giving the ruling party direct control over the media and amending its constitution in December. The precedent set by this legislation, adopted with little comment from other EU member states, has further dented the European model’s credibility.
France is still in a disappointing position (38th), as concern continues about protection of the confidentiality of sources and the ability of investigative journalists to cover influential figures close to the government. Italy (61st), which still has a dozen or so journalists under police protection, has turned the page on several years of conflict of interest with Silvio Berlusconi’s departure. But this year’s ranking still bears his mark, especially another attempt to introduce a gag law and an attempt to introduce Internet filtering without reference to the courts, both narrowly rejected.
Against the extraordinary backdrop of the News of the World affair, the United Kingdom (28th) caused concern with its approach to the protection of privacy and its response to the London riots. Despite universal condemnation, the UK also clings to a surreal law that allows the entire world to come and sue news media before its courts.
The contrast among the three Baltic countries sharpened. Estonia (3rd) stayed at the top of the index but Lithuania and Latvia fell to 30th and 50th respectively as a result of grotesque court rulings and increased interference by the security services. Relations between the government and media have improved somewhat in Slovakia (25th) since Robert Fico, who was heavy-handed in his methods and crude in his language with journalists, ceased to be prime minister.
The economic crisis accentuated the Balkan media’s problems – use of the media for private or criminal interests, unfair competition in very small markets, and self-censorship by a growing number of badly paid journalists. Judicial officials – many of them poorly trained, allied with the government and often corrupt – seem more interested in harassing the media than ending impunity for those who threaten or physically attack journalists. This was the case, for example in Bosnia-Herzegovina (58th), Montenegro (107th), Albania (96th) and Macedonia (94th), which lost 40 per cent of its media with the closure of Plus Produkcija, a company that owned three dailies and the leading privately-owned TV station.
Turkey back to old habits, Azerbaijan and Belarus locked into repression
Turkey continued its descent, this time falling 10 places to 148th. Despite the diversity and energy of its media, 2011 saw a dramatic escalation in the judicial harassment of journalists. Under the pretext of combating terrorism, dozens were jailed before being tried, above all in the investigations into the Ergenekon conspiracy and the KCK, an alleged political offshoot of the outlawed Kurdistan Workers Party. The unprecedented extension of the range of arrests, the massive phone taps and the contempt shown for the confidentiality of journalists’ sources have helped to reintroduce a climate of intimidation in the media.
In Russia (142nd), the media freedom panorama continues to be gloomy. The conviction of a couple for the double murder of Anastasia Baburova and Stanislav Markelov raised hopes but aspects of the case remained unclarified and impunity is still the rule for those who murder or attack journalists. Tougher sentences for such crimes and the decriminalization of media offences were both good news but the impact of these reforms remains to be determined, especially in the absence of an overhaul of anti-terrorist legislation. The unprecedented demonstrations in December 2011 augur a period of uncertainty – while some newsrooms seem to be becoming more outspoken, the state’s repressive apparatus has so far been able to cope with the unrest.
After cracking down violently on pro-democracy protests, both Belarus (168th) and Azerbaijan (162nd) have fallen sharply and are approaching the bottom of the index. Their leaders, Alexander Lukashenko and Ilham Aliyev, are both predators of press freedom and both made the media pay for the way their authority was challenged on the streets – in Belarus, more than 100 journalists and bloggers arrested (and around 30 of them given jail sentences), increased harassment of independent media and deportation of foreign journalists.
Not content with this indiscriminate repression, Belarus’ self-styled “Batka” (Father) went on to turn the media into the scapegoat for all of his country’s problems. Similar methods were used in Azerbaijan, where special emphasis was put on surveillance of social networks and where netizens were jailed just for issuing online calls for demonstrations. Violence is back in a big way there, with threats, beatings, and abduction of opposition journalists and, for the first time in five years, an Azerbaijani journalist murdered.
No longer the leader in the southern Caucasus, Georgia (104th) is paying the price for the violent dispersal of an opposition demonstration in May and the persistent harassment of journalists and bloggers suspected of sympathizing with Russia. Armenia’s 24-place rise in the index seems spectacular, but in fact it has just gone back to where it was three years ago, before the brutal crackdown after the disputed 2008 elections. The media are nonetheless subject to constant judicial harassment and the size of the damages demanded in lawsuits is intimidating. Self-regulation is a major challenge that still needs to be tackled.
In Central Asia, Kyrgyzstan turned the page on a 2010 marked by a cruel dictatorship’s violent death throes and inter-ethnic massacres in the south and achieved the region’s best ranking (108th). The media freedom situation nonetheless continues to be very fragile, with physical attacks on journalists and repressive initiatives by parliament. It was a bad year in neighbouring Tajikistan (122nd), where the authorities continue to brandish the spectre of civil war and radical Islamism to try to gag the independent media.
Kazakhstan’s ranking (154th) improved only because so many other countries plunged on the index this year. In reality, in a bid to maintain a facade of stability at all costs, the Kazakh authorities have stepped up their persecution of the few independent voices and are trying to gain control of the Internet. Online content also focused the attention of the dictatorships in Uzbekistan (157th) and Turkmenistan (177th), which made no progress. The Turkmen public have access only to a highly-censored national Intranet, but the war of information 2.0 has now begun with the few Turkmen online resources based abroad.
Ukraine (116th) rose a few rungs after its all-time low in 2010, marked by journalist Vasyl Klymentyev’s disappearance, but the negative’s tendencies seen since Viktor Yanukovych’s installation as president in February 2010 – return of censorship and many physical attacks on journalists that have gone unpunished – have continued.