Un año después de Charlie, RSF advierte sobre el peligro de lo “religiosamente correcto”

Reporteros sin Fronteras (RSF) advierte sobre la insidiosa instauración de lo “religiosamente correcto”, que afecta a la libertad de informar y de reír. Un gran peligro para el periodismo.

En vísperas del aniversario de la tragedia de Charlie Hebdo ocurrida en París, y mientras que la nueva portada del semanario suscita polémica, Reporteros sin Fronteras (RSF) denuncia la instauración de una losa que pesa cada vez más sobre la prensa e incita a los periodistas a someterse: lo considerado “religiosamente correcto”. En nombre del respeto a Dios y de conceptos como la blasfemia, los partidarios de esta noción buscan crear una excepción a la libertad de expresión en general y de información en particular. Una excepción que de ninguna manera está prevista en el derecho internacional. Según el Pacto de Derechos Civiles y Políticos, no es posible prohibir manifestaciones por la falta de respeto a una religión o a un sistema de creencias –incluyendo las leyes contra la blasfemia– a menos que constituya una "incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia".


Contrario a lo que sucede con lo “políticamente correcto”, que se refiere a la restricción de una expresión sin que exista una verdadera prohibición, lo “religiosamente correcto” se ha impuesto en numerosos países del mundo con una fuerza y una violencia desenfrenadas. No se trata de simple conformismo sino de un ataque grave al derecho a la información, que en ocasiones es la causa de actos sangrientos. Algunas personas pueden sentirse ofendidas o heridas porque se critica sus creencias, en especial si se hace de forma satírica. No obstante, la libertad de información y de expresión, tanto de los periodistas como de los ciudadanos, no puede ser restringida o limitada por las convicciones o sensibilidades de unos o de otros, sin que se instaure –sin que uno lo advierta– una forma de totalitarismo.


En el mundo, 47 % de los Estados (94 de 198 países) contaban en 2013 con una ley que castigaba de forma más o menos severa la blasfemia, entre ellos 8 países de la Unión Europea. En Arabia Saudita el bloguero Raef Badawi, encarcelado desde 2012, fue condenado a diez años de prisión y a recibir 1.000 latigazos por “insulto al islam”. Por otra parte, fue en nombre de lo “religiosamente correcto” que el grupo yihadista Al Shabab llevó a cabo ataques contra medios de comunicación en Somalia. En Turquía, dos periodistas del diario Cumhuriyet aún son perseguidos por haber publicado caricaturas tras el 7 de enero en Charlie Hebdo, que no obstante tenían el tamaño de un timbre postal.


RSF lamenta que la autocensura y la pusilanimidad se hayan apoderado de los medios de comunicación de países democráticos. Incluso en Estados Unidos, donde la libertad de expresión está protegida por la Primera Enmienda, los diarios y los canales de televisión sucumben muy a menudo ante lo religiosamente correcto. En mayo pasado doscientos novelistas anglosajones criticaron que la fundación literaria PEN America entregara el Freedom of Expression Courage Award al semanario satírico francés Charlie Hebdo.


Aquellas y aquellos que demuestran su valor editorial y se niegan a contribuir a la sacralización de los sistemas de pensamiento, cualesquiera que sean, deben ser protegidos, incluso por quienes no comparten sus convicciones", señaló Christophe Deloire, Secretario General de RSF. "Esto, debido a que los brazos armados de lo religiosamente correcto no se contentan con impedir que se critique a las religiones, sino que buscan evitar que se realice cualquier reportaje o investigación periodística sobre áreas enteras de las realidad política, económica, social y cultural", añadió.

Publié le
Mise à jour le 02.06.2016