Demasiadas frecuencias para un sólo hombre: las “cadenas” deberían limitarse a un canal

El 11° aniversario de la toma de protesta del presidente Hugo Chávez, el 2 de febrero de 2010, coincidió con su “cadena” número 2,000. Éstas, ratificadas en la Ley de Responsabilidad Social de Radio y Televisión (ley Resorte) de 2004, disponen oficialmente un espacio de difusión para los mensajes del gobierno o de organismos públicos. En la práctica, permiten al Jefe de Estado acaparar para sus largos discursos al grupo de medios audiovisuales que transmiten sobre las ondas hertzianas (señal abierta) y ahora, a una parte de las transmitidas por cable. Los medios de comunicación concernidos deben conectarse a la antena de Venezolana de Televisión (VTV - el principal canal del Estado), so pena de una fuerte multa o de la suspensión. Si sumáramos el tiempo que Hugo Chávez ha hablado en estas 2,000 “cadenas”, equivaldrá a casi dos meses ininterrumpidos. Esa cifra no incluye su programa “Aló Presidente”, que él anima cada domingo en VTV. El nuevo episodio del conflicto entre RCTV Internacional (RCTVI) y el gobierno, pone de manifiesto el problema planteado por las “cadenas”. ¿Por qué esa insistencia en imponerlas a todos los medios de comunicación si uno bastaría?, y cuando además el presidente, animador de su propio programa dominical, puede decidir transmitir una “cadena” en el momento que él desee y sin una duración limitada. De esta manera, las “cadenas” atentarían contra la libertad de programación de los medios de comunicación y pretenderían hacer del discurso del presidente una palabra obligada. Ellas también pejudican el debate plural y la libertad de elegir del espectador ciudadano. Un personaje público debe aceptar que se expone a la crítica, incluso a la caricatura. Es cierto, algunos medios de comunicación privados se extralimitaron al apoyar el golpe de Estado contra Hugo Chávez en abril de 2002. Mas ahora este precedente sirve de argumento para someter y alinear al conjunto de medios audiovisuales vía las “cadenas”, así como para acusar sistemáticamente a la prensa opositora al poder, propiciando una confusión deshonesta entre “el error” y “la mentira”, convirtiendo toda crítica contra el gobierno en “complot contra el Estado”. Así, el 29 de enero la ministra de la Comunicación y de la Información, Blanca Eeckhout, acusó al periódico Tal Cual de encubrir con el humor “un llamado a la violencia”. El aludido: el editorialista Laureano Márquez, quien con otra sátira ya había provocado la cólera del presidente y que costó al diario varias multas que ascendían a un total de 50,000 dólares. Acusaciones similares fueron formuladas contra Miguel Ángel Rodríguez, de RCTVI, cuando su transmisión por cable era suspendida. Este ambiente polarizado a provocado recientemente manifestaciones estudiantiles, durante las cuales dos de jóvenes murieron y al menos cinco periodistas fueron agredidos o lesionados. (Foto: AFP)
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Updated on 20.01.2016