Asia Central, Turquía y Ucrania resultan preocupantes mientras el modelo europeo se fragiliza

Ya denunciadas en la edición 2009 de la clasificación mundial, la actividad legislativa a menudo liberticida de algunos Estados miembros de la Unión Europea así como la recrudescencia de los procesos entablados por los responsables políticos contra la prensa, fragilizan cada vez más el modelo europeo de defensa de la libertad de expresión, desacreditando así su política exterior y el alcance universal de sus valores. Irlanda sigue castigando la blasfemia con una multa de 25 000 euros. Ahora Rumania considera a la prensa como una amenaza para la seguridad nacional y pretende controlar legalmente su trabajo. En Italia, donde una decena de periodistas siguen viviendo bajo protección policial, sólo la tenacidad de una movilización nacional de la prensa –sin precedentes- pudo con el proyecto de ley que pretendía prohibir la publicación del contenido de las escuchas telefónicas, una de las bases de la crónica judicial y del periodismo de investigación. Aunque el Reino Unido siga beneficiándose de una prensa libre de calidad, sus leyes sobre la difamación ofrecen la base a unos procesos en serie entablados por censores de todas partes. Además de ser contraproductivos, todos estos trámites complican la misión de los que, fuera de la EU, intentan obtener la despenalización de los delitos de prensa. Los jefes de gobierno europeos al igual que sus colegas parlamentarios se distinguen por recurrir de manera cada vez más sistemática al juicio contra los órganos de prensa o los periodistas. Estos, de paso, sufren los insultos de los que son víctima cada vez más a menudo por parte de los políticos en sus declaraciones, siguiendo así el ejemplo lamentable de los depredadores de la prensa y olvidando las obligaciones morales a los que los someten sus mandatos públicos. En Eslovenia, el ex primer ministro hace competencia a Silvio Berlusconi y a Robert Fico, pidiendo no menos de 1,5 millones de euros a un periodista que denunciaba las irregularidades que manchan parte de los mercados públicos. En Francia, la mayoría presidencial no ha encontrado palabras bastante duras para calificar a los periodistas que investigaron el caso Woerth/Bettencourt. La palma de la injerencia política se la lleva el gobierno griego que, al imitar la mayoría de los Estados censores, ha exigido de su homólogo alemán que pida disculpas por la portada que la revista Stern dedicó a la crisis económica en Grecia. Entre los descensos más significativos de la Europa de los 27, Bulgaria sigue cayendo en picado y llega, en compañía de Grecia, al puesto setenta, la peor clasificación para los países miembros de la UE. Francia (puesto 44) e Italia (49), aún confrontadas a unas intromisiones importantes del poder político en la actividad de los medios de comunicación, confirman sus estatus de “malos estudiantes” de los países fundadores de la UE. Aunque se vea con prudente alivio la disminución del activismo de ETA contra la prensa en España (39), en cambio no puede uno dejar de preocuparse por la condena a 21 meses de prisión y por la prohibición de ejercer su profesión impuesta al director de la radio privada Cadena Ser, Daniel Anido, y al director de información Rodolfo Irago (finalemente absueltos). En Dinamarca (11) al igual que en Suecia (1), la libertad de prensa se encuentra bien, pero los intentos de asesinato contra los caricaturistas Kurt Westergaard y Lars Vilks abren la puerta a una autocensura hasta ahora poco presente, cuando de fondo sube el extremismo y el nacionalismo. Eslovaquia (35), que salió de la era tumultuosa del ex primer ministro Robert Fico está ahora bajo observación, cuando entre los Estados Bálticos, Letonia (30) vive un curioso regreso a la violencia y a la censura en período electoral. Aunque esté fragilizada, la Unión Europea, sigue siendo una de las escasas zonas donde la prensa puede existir en condiciones aceptables. Aún así habrá que cuidar de que esta debilitación se combata libremente. El Parlamento Europeo, aún así legítimamente muy presente en estas apuestas a nivel internacional, ha mostrado todos los límites del ejercicio al negar por un voto en sesión plenaria el tratamiento de la situación de la libertad de prensa en Italia. La península balcánica sigue preocupando y muestra sensibles cambios. Montenegro (-27), Macedonia (-34), Serbia (-23) y Kosovo (-17) constituyen los descensos más significativos. Aunque unas reformas legislativas exigidas para entrar en la UE fueron adoptadas en la mayoría de los países balcánicos, su puesta en marcha sigue siendo embrionaria, por no decir inexistente. El control de los medios de comunicación públicos o privados por el uso calculado de los presupuestos publicitarios institucionales, el acuerdo entre los mundos político y judicial hacen que el trabajo periodístico sea cada vez más difícil. En situación de precariedad, oprimida entre la violencia de los grupos ultranacionalistas y unas autoridades que no han renunciado a los viejos reflejos de la era comunista, una parte creciente de los periodistas cede ante una autocensura calculada o ante un periodismo mercenario, más lucrativo, pero que empeora poco a poco la credibilidad de la profesión. Gangrenados por las actividades mafiosas que refuerzan cada año su control financiero en el sector de los medios de comunicación, los títulos independientes emprenden una lucha permanente que se merecería una atención más sostenida por parte de sus vecinos europeos. En el umbral de Europa, Turquía y Ucrania se encuentran en puestos históricamente bajos, la primera (138) estando separada de Rusia (140) solamente por Etiopía (139). Unas caídas que se explican, para Turquía, por la multiplicación frenética de las diligencias, encarcelaciones, condenas de periodistas. Entre ellos, muchos medios de comunicación y profesionales son kurdos o tratan la cuestión kurda. Ucrania paga los múltiples perjuicios a la libertad de prensa que dio de pleno al país desde el mes de febrero de 2010 y la elección de Viktor Ianukovich para dirigir el Estado. De todas maneras, estas violaciones fueron tratadas inicialmente con indiferencia por parte de las autoridades locales. Pero, más grave aún, la censura ha vuelto, en particular en el sector audiovisual, y graves conflictos de intereses amenazan el pluralismo de la prensa. Rusia remonta hasta un puesto (140) más similar a los años anteriores, aparte de la excepción de 2009, marcado por los asesinatos de varios periodistas y defensores de los derechos humanos. No obstante, el país no muestra ningún progreso. El sistema sigue siendo igual de cerrado y reina la impunidad en casos de violencia contra los periodistas. En Asia central, la constatación es dolorosa. Además de Turkmenistán que, en el puesto 176, sigue formando parte de los peores Estados del mundo en materia de libertades (sólo se tolera la prensa oficial, y a menudo resulta “purgada”), Kazakhstan (162) y Kirguizistán (159) se han acercado peligrosamente de Uzbekistán, estable en el puesto 163. Almaty ha mostrado recurrentes perjuicios a los derechos de la prensa y de los periodistas, el mismo año en que, presidiendo la Organización por la seguridad y la cooperación en Europa, el país sólo podía ser objeto de una atención incrementada. A pesar de múltiples llamamientos, las autoridades no han pensado remediar las disfunciones que pesan sobre la actividad de los medios de comunicación, ni tampoco soltar a Ramazan Eserguepov, encarcelado por razones políticas. El vecino Kirguís ha acompañado este descenso en la clasificación, con el descrédito del cambio de poder del mes de abril y de los disturbios interétnicos de junio. En cuanto a Uzbekistán, el núcleo de periodistas independientes que se niega a tirar la toalla está en el punto de mira de las autoridades judiciales. Los documentalistas, al igual que los periodistas populares fueron víctima de la paranoia del régimen. Todo esto, en la indiferencia de los Estados europeos, demasiado preocupados por la seguridad energética para alzarse en contra de prácticas escandalosas, violando así los compromisos internacionales tomados por los Estados centroasiáticos. Finalmente, la situación es taciturna y estable en Belarús, desgarrado entre dos servilismos, uno con Moscú, otro con la UE, y atrapado entre estas dos potencias. El régimen no hace ninguna concesión a la sociedad civil y sigue, aunque se acerquen las elecciones presidenciales del próximo mes de diciembre, presionando los escasos medios de comunicación independientes del país.
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Updated on 20.01.2016