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Clasificación mundial de la libertad de prensa 2008

En el mundo de después del 11 de septiembre solo la paz protege las libertades

Cada año pierden más puestos las democracias comprometidas en conflictos fuera de su territorio, como Estados Unidos o Israel; varios países emergentes, sobre todo en Africa y Caribe, garantizan cada vez mejor la libertad de los medios de comunicación.



No es la prosperidad económica, sino la paz, que garantiza la libertad de prensa. Esta es la principal enseñanza que puede sacarse de la clasificación mundial de la libertad de prensa, elaborada como todos los años por Reporteros sin Fronteras y cuya edición 2008 se hace pública el 22 de octubre. La otra conclusión que puede extraerse de esta lista, en la que una vez más ocupa los últimos puestos el “trío infernal” Turkmenistán (171), Corea del Norte (172) y Eritrea (173), es que el comportamiento de la comunidad internacional con regímenes autoritarios como Cuba (169) o China (167) no es lo suficientemente eficaz como para dar resultados.



“El mundo de después del 11 de septiembre ahora ya ha quedado claramente definido. Las grandes democracias están desestabilizadas y a la defensiva, royendo poco a poco el espacio de las libertades. Las dictaduras más poderosas económicamente reivindican su autoritarismo con arrogancia, aprovechando las divisiones en la comunidad internacional y los estragos de las guerras que se hacen en nombre de la lucha contra el terrorismo. Los tabúes religiosos y políticos cada año se imponen más en países que antes avanzaban por el camino de la libertad”, ha declarado Reporteros sin Fronteras.



“En este contexto, continúa con la más absoluta impunidad el amordazamiento generalizado en los países cerrados del mundo, dirigidos por los peores predadores de la libertad de prensa, a medida que las organizaciones internacionales, como la ONU, pierden toda autoridad sobre sus miembros. Esa deriva mundial da un mayor relieve a los pequeños países económicamente débiles que, a pesar de todo, garantizan a su población el derecho a no pensar lo mismo que el gobierno, y decirlo públicamente”, ha añadido la organización.

 

Guerra y paz

La lista elaborada, del período que va del 1 de septiembre de 2007 al 1 de septiembre de 2008, no solo pone en evidencia el preeminente lugar que ocupan los países europeos (los 20 primeros puestos los ocupan países del espacio europeo, con excepción de Nueva Zelanda y Canadá), sino igualmente el muy honorable puesto de algunos países de América Central y el Caribe. En efecto, los lugares 21 y 22, Jamaica y Costa Rica, están junto Hungría (23), y a poca distancia por delante de Surinam (26) o Trinidad y Tobago (27). Estos pequeños países caribeños se clasifican mejor que Francia (35), que una vez más retrocede este año perdiendo cuatro puestos, o que España (36) e Italia (44), dos países siempre bajo los nubarrones de la violencia mafiosa o política. A Namibia (23), un gran país pacífico de Africa Austral que este año se coloca a la cabeza de los países africanos, por delante de Ghana (31), solo le falta un punto para situarse en el pelotón de los veinte países mejor clasificados.



Lo que tienen en común los países del pelotón de cabeza, con inmensas disparidades económicas (la ratio entre el PIB por habitante de Islandia y Jamaica es de 1 a 10), es que están gobernados por un sistema democrático parlamentario. Y, sobre todo, que no están comprometidos en una guerra.



Pero ese no es el caso de Estados Unidos (puesto número 36 en territorio norteamericano, 119 fuera del territorio norteamericano) e Israel (46 en territorio israelí, 149 fuera de su territorio) donde, por primera vez desde 2003, los disparos del ejército mataron a un periodista palestino. La reanudación de la lucha armada ha afectado también a Georgia (120) o Níger, que desciende considerablemente (del puesto 95 en 2007 al 130 en 2008). Estos países, que sin embargo disponen de un sistema político democrático, están inmersos en conflictos de “baja” o “alta intensidad”. Por eso han expuesto al peligro de los combates, o entregado a la represión, a las presas fáciles que son los periodistas. La reciente libertad provisional de Moussa Kaka, corresponsal de RFI y Reporteros sin Fronteras en Niamey, después de pasar 384 días en la cárcel, o de Sami Al-Haj, liberado del infierno de Guantánamo tras seis años de internamiento, ha venido a recordar que las guerras machacan las vidas pero también, con mucha frecuencia, las libertades.

 

Bajo el fuego de beligerantes o de un Estado omnipresente

A falta de solucionar sus graves problemas políticos, los países comprometidos en conflictos de gran violencia como Irak (158), Pakistán (152), Afganistán (156) o Somalia (153), siguen siendo las “zonas negras” de la prensa. Asesinatos, secuestros, detenciones arbitrarias y amenazas de muerte forman parte del lote diario de los periodistas quienes, además de verse atrapados en el fuego de los beligerantes con frecuencia son acusados de tomar partido. Cualquier excusa es buena para desembarazarse de los “molestos” o “espías”, como ha ocurrido en los Territorios Palestinos (163), especialmente en Gaza, donde la situación se ha deteriorado considerablemente desde que Hamas tomó el poder. Al mismo tiempo, en Sri Lanka (165), donde sin embargo hay un gobierno elegido, la prensa tiene que enfrentarse a una violencia que con demasiada frecuencia está organizada por el Estado.



Esencialmente, los países de cola son dictaduras más o menos disfrazadas, donde algunos disidentes o periodistas reformistas consiguen abrir fisuras en el lastre en que se ven obligados a vivir. En efecto, el año olímpico en China (167) ha sido el del encarcelamiento de Hu Jia y muchos otros disidentes o periodistas, pero también una ocasión para dar algunos argumentos suplementarios a esos medios liberales que poco a poco se esfuerzan en franquear el control policial impuesto a los ciudadanos de la nueva potencia asiática. Ser periodista en Pekín o en Shanghai - y también en Irán (166), Uzbekistán (162) o Zimbabwe (151) - sigue siendo un ejercicio de alto riesgo, fuente de muchas frustraciones y de un acoso judicial permanente. Desde hace muchos años, en esa Birmania (170) que dirige una Junta xenófoba e inflexible, a los periodistas e intelectuales, incluso extranjeros, se les ve como enemigos de la Junta en el poder, y pagan por ello.





Los “infiernos inmóviles”

En el Túnez de Zine el-Abidine Ben Alí (143), la Libia de Muamar El Gadafi (160), la Bielorrusia de Alexandre Lukachenko (154), la Siria de Bachar el-Assad (159) o la Guinea Ecuatorial de Teodoro Obiang Nguema (156), la omnipresencia del retrato del Jefe del Estado en las calles, y en las portadas de los periódicos, debería bastar para convencer a los escépticos de la falta de libertad de prensa. Otras dictaduras no practican el culto a la personalidad, pero el horror es el mismo. Así, en Laos (164) o Arabia Saudita (161), no es posible nada que no esté en la línea de las autoridades.



Finalmente, Corea del Norte y Turkmenistán continúan siendo esos “infiernos inmóviles” donde se mantiene a la población cortada del resto del mundo, bajo el peso de una propaganda de otros tiempos. Mientras que en Eritrea (173), que cierra la marcha por segundo año consecutivo, el presidente Issaías Afeworki y su pequeño clan de nacionalistas paranoicos siguen gestionando el país más joven de Africa como una inmensa colonia penitenciaria a cielo abierto.



La comunidad internacional, y especialmente la Unión Europea, repite a porfía que la única solución sigue siendo “el diálogo”. Manifiestamente sin mucho éxito; hasta el punto de que los gobiernos autoritarios podrán seguir ignorando sus recriminaciones sin arriesgarse a nada más que el descontento, sin consecuencias, de unos pocos diplomáticos.

 

Los peligros de la corrupción y los odios políticos

La otra enfermedad que corroe a las democracias, y les hace perder terreno en esta clasificación, es la corrupción. El mal ejemplo de Bulgaria (59), siempre farolillo rojo de Europa, recuerda que el sufragio universal, el pluralismo de los medios de comunicación y unas cuantas garantías constitucionales, no son criterio suficiente para hablar válidamente de libertad de prensa. Hace falta también que el clima sea favorable a la circulación de la información y a la expresión de opiniones. Las tensiones sociales y políticas en Perú (108) o Kenya (97), la politización de los medios, como ocurre en Magadascar (94) o Bolivia (115), y también la violencia que padecen los periodistas de investigación en Brasil (82), son ejemplos de ese veneno que gangrena las democracias emergentes. Y es un hecho que quienes infringen la ley para enriquecerse y castigan a los periodistas “demasiado curiosos” amparados en la mayor impunidad, son una plaga que mantiene a varios “grandes países” en posiciones vergonzosas (Nigeria ocupa el puesto 131, México el 140 e India el 118).



Y, además, es que algunos de esos pretendidos “grandes países” se comportan deliberadamente de forma brutal, injusta o simplemente preocupante. Como Venezuela (113), donde la personalidad y los ucases del presidente Hugo Chávez resultan a veces avasalladores, la Rusia del dúo Putin-Medvedev (141) exige un control estricto de los medios, tanto públicos como de la oposición. Igual que Anna Politkovskaya, todos los años hay periodistas que caen frente a los disparos de “desconocidos”, que con frecuencia están muy próximos a los servicios de seguridad dirigidos por el Kremlin.



Resistencia de los tabúes

En el “vientre blandengue” de la clasificación se encuentran también países que oscilan entre represión y liberalización, donde los tabúes continúan siendo inviolables o existen leyes de prensa que pertenecen a otros tiempos. Así por ejemplo en Gabón (110), Camerún (129), Marruecos (122), Omán (123), Camboya (126), Jordania (128) o Malasia (132), está absolutamente prohibido hablar de la persona presidencial o real, su entorno y sus eventuales infamias. Legislaciones liberticidas en Senegal (86) o Argelia (121) envían frecuentemente a periodistas a la cárcel, violando las normas democráticas recomendadas por la ONU.



También la represión de Internet es un factor revelador de esos tenaces tabúes. En Egipto (146), unas manifestaciones convocadas desde Internet agitaron la capital e inquietaron al gobierno, que ahora considera que cada internauta es un peligro potencial para el país. El uso del filtrado cada año es mayor, y los Estados más represivos no dudan en encarcelar a los bloggers. Si China continua encabezando el palmarés de los “agujeros negros de la Web”, con un considerable despliegue de medios técnicos para controlar a los internautas, Siria (159) se ha convertido en campeona regional de la ciberrepresión. Allí la vigilancia es tan intensa que tras publicar la menor crítica, la detención es solo cuestión de tiempo.



Tan solo unos pocos países han hecho progresos. Así, Líbano (66) se ha hecho con un puesto lógico tras el fin de los atentados de los últimos años, dirigidos a periodistas influyentes; mientras que Haití (73) continúa su lenta remontada, lo mismo que Argentina (68) y las Maldivas (104). En cambio, se ha atascado la transición democrática en Mauritania (105), impidiendo que el país continúe su progreso. Mientras que en Tchad (133) y Sudán (135), los escasos logros de los últimos años se han visto barridos por la instauración, de un día para otro, de la censura.

 

Africa

Algunos jefes de Estado y de gobierno africanos han entendido los beneficios que puede reportar al país la libertad de prensa. Otros, también este año, se han comportado como déspotas. Las naciones mejor clasificadas siguen siendo más o menos las mismas, con Namibia (23), Mali (31), Cabo Verde (36) e Isla Mauricio (47) entre los cincuenta países más respetuosos con la libertad de los medios de comunicación. Algunos países duramente probados por años de guerra o de dictadura salen también de las profundidades, a donde les llevó la violencia, como Liberia (51), donde sigue siendo lamentable la brutalidad de algunos policías, o Togo (53), que se mantienen en normas democráticas aceptables.



En las democracias que son Botswana (66) o Benín (70), con frecuencia se deteriora el clima entre el gobierno y la prensa, lo que no permite que esos países consigan los puestos que merecerían, teniendo en cuenta la situación política general.



En cambio, Senegal (86) pierde de nuevo puestos en la clasificación, dada la obstinación del gobierno en no reformar la ley de prensa, y el comportamiento a veces desmesurado de una parte de los periódicos de Dakar. Este año también, los periodistas senegaleses han pasado por la cárcel. La mala sorpresa ha llegado también de Mauritania (105), donde manifiestamente las reformas legislativas no han sido suficientes y la cultura política continúa marcada por las prácticas del Estado policial del anterior presidente Ould Taya.



Como todo no consiste en una vida diversa y con frecuencia insolente todavía hay que tolerarlo, salvo cuando se recurre a las fuerzas del orden o a una justicia influenciable. Tal es el caso de la República Centrafricana (85), Burundi (94) o Guinea (99), donde la menor desestabilización política envía a los periodistas a la cárcel o, al menos, a la comisaría.



Los puntos negros del año 2008 en Africa son Kenya (97), que ha perdido 19 puestos tras las violencias post electorales, y sobre todo Níger (130), que ha perdido 41 puestos en un año muy agotador para los periodistas de Niamey, y de otras partes. La rebelión tuareg del Norte se ha convertido manifiestamente en un tabú absoluto para el gobierno nigeriano, más aun cuando se va acercando la elección presidencial de 2009.



Los países africanos que se encuentran en la parte baja de la clasificación siguen siendo los mismos, destacando Gambia (137), la República Democrática del Congo (148) o Zimbabwe (151), donde el periodismo independiente requiere valor, tenacidad y una gran tolerancia a la violencia y la injusticia.



Finalmente, aunque la situación de la información en Guinea Ecuatorial (157) puede resumirse en los carteles gigantes a la mayor gloria del presidente Teodoro Obiang Nguema que tachonan el “Kuwait de Africa”, el país más martirizado del continente es, un año más, Eritrea (173, último en la clasificación). El Jefe del Estado, Issaías Afeworki, no ha renunciado a su deliberada opción por la crueldad contra numerosos periodistas detenidos en secreto desde 2001, ni al despotismo para gobernar un país que se está vaciando de su población.

 

Americas

Estados Unidos gana doce puestos y se clasifica en el número 36. La puesta en libertad del camarógrafo de Al-Jazira Sami Al-Haj, tras seis años detenido en la base militar de Guantánamo Bay, ha contribuido a ese cambio. Sin embargo, el secreto de las fuentes sigue amenazado por los tribunales federales a falta de una “ley escudo”, aunque en los últimos meses han disminuido los casos de periodistas citados por la justicia o forzados a revelar sus fuentes, y a ninguno de ellos le han enviado a la cárcel. Sin embargo, un año más tarde se mantiene la impunidad en el asesinato de Chauncey Bailey, redactor jefe del semanario Oakland Post de California, al que mataron el 2 de agosto de 2007. El estancamiento de la investigación en conflictos locales de intereses, y la falta de intervención de la justicia federal, explican también que Estados Unidos no haya conseguido mejor clasificación. También se han tenido en cuenta las numerosas detenciones de periodistas durante las convenciones, demócrata y republicana.



La caída más espectacular es la de Bolivia, que retrocede 47 puestos (115). La crisis institucional y política que mina el país ha acentuado la polarización entre medios públicos y privados, y ha expuestos a la violencia a algunos periodistas, estigmatizados por sus presuntas relaciones con el gobierno o la oposición. La prensa pública ha tenido un muerto. Al contrario que el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela (113), el de Evo Morales ha intentado sin embargo, a través de sus ofertas de diálogo con la oposición, atenuar esa “guerra mediática”.



Perú (108) va en cabeza de las agresiones, pero esa violencia sigue siendo menor que en Colombia (126) y México (140), donde grupos armados y narcotraficantes amenazan la supervivencia de la prensa en algunas regiones. Es verdad que el número de muertos ha disminuido en estos dos países, pero al precio de un aumento de las salidas hacia el exilio. Finalmente, los pocos signos de apertura del gobierno de Raúl Castro en Cuba (último del continente, 169) no han modificado en nada la situación de los derechos humanos. Veintitrés periodistas disidentes continúan encarcelados, y la libertad de prensa sigue siendo inexistente.



A Jamaica (21) y Trinidad y Tobago (27) se les ha unido, en lo alto de la clasificación, Surinam (26), que ha hecho su entrada este año junto con Guyana (88). Las tensiones entre el gobierno del presidente Bharrat Jagdeo y el monopolio estatal de la radio explican la peor clasificación de la última. Haití prosigue su lenta remontada (73) y Argentina consigue clasificarse mejor (68), mientras que Brasil (82) se encuentra estancado a causa de algunos casos graves de violencia contra la prensa.

 

Asia

Asia cuenta con la mayor parte de los diez países peor clasificados. Allí se dan, es cierto, una mayoría de dictaduras pero, por primera vez, Sri Lanka (165), un país donde el gobierno ha sido elegido, se clasifica especialmente mal. La prensa tiene que enfrentarse a una violencia que con demasiada frecuencia organiza el Estado.



Al contrario, países arraigados en la democracia como Nueva Zelanda (7), Australia (28) o Japón (29), se encuentran entre los treinta primeros puestos. Con Canadá (13), Nueva Zelanda es el único país no europeo situado entre los veinte primeros lugares.



En relación con 2007, algunas democracias jóvenes han experimentado progresos espectaculares. Las Maldivas (104) disponen ahora de una floreciente prensa independiente. Y los mismo ocurre en Bután (74), cuyos primeros medios de comunicación privados afirman poco a poco su singularidad.



Por el contrario, Afganistán (156) se hunde, sobre todo a causa de la violencia llevada a cabo por los talibanes y los secuaces de los señores de la guerra, pero también por los representantes del Estado. Birmania (170), que ya estaba mal clasificada, retrocede aun más. La oleada represiva contra las manifestaciones de septiembre de 2007 no ha cesado nunca: han detenido o amenazado a decenas de periodistas, y la censura militar es feroz. En el Sudeste Asiático, Camboya (126) consigue un mal resultado tras el asesinato de un periodista, presumiblemente por encargo de un policía, y un reforzado control de los medios, en el momento de las elecciones legislativas. Igualmente, Vietnam (168) pierde seis puestos a partir del momento en que la represión se ha extendido a la prensa liberal, acusada de llegar demasiado lejos investigando la corrupción.



Aunque en Pakistán (152) y Nepal (138) se han producido grandes cambios políticos, todavía no se han dejado sentir sus efectos sobre la libertad de prensa. En el primero de estos países, el cese del general Pervez Musharraf al frente del Estado tendría que haber beneficiado a la prensa, pero la guerra con los talibanes representa una amenaza aun más seria para los periodistas.



La mala clasificación de Estados Unidos fuera del territorio norteamericano (119) se debe entre otras cosas a los abusos cometidos por su ejército en Afganistán. Un colaborador de una televisión canadiense permaneció varios meses arbitrariamente detenido, sin que le sometieran a ninguna forma de juicio.



En cuanto a China (167) sigue estando muy mal clasificada, a pesar de los esfuerzos de muchos medios de comunicación por escapar al lastre de la censura, y del control policial. El importantísimo número de casos de detenciones, vigilancia y control informativo de la policía política y el Departamento de Propaganda, impiden una remontada significativa de la nueva potencia asiática.

 

Maghreb / Oriente Medio

Seis países de Oriente Medio, que todos los años figuran en la parte más baja de la clasificación mundial de la libertad de prensa y que son los campeones de la represión en la zona, han vuelto a confirmar su estatuto en 2008. La libertad de expresión sigue siendo una utopía en Irak (158), Siria, (159), Libia (160), Arabia Saudita (161), los Territorios Palestinos (163) y también Irán (166). En ellos, los periodistas o bien están sometidos a una censura implacable, o bien se enfrentan a una violencia inaudita. Los Territorios Palestinos nunca retrocedieron tanto en la clasificación. El balance de la lucha entre las principales facciones ha sido desastroso para la libertad de prensa. La fractura política entre la franja de Gaza y Cisjordania ha ido acompañada de una segmentación de los medios. La responsabilidad del ejército israelí en la muerte, en abril de 2008, de un camarógrafo palestino de la agencia de prensa Reuters, y la impunidad que disfruta el soldado autor del disparo fatal, explican el descenso de Israel (149, fuera del territorio israelí) en la clasificación.



En el Maghreb, Marruecos (122) prosigue su bajada, iniciada hace dos años. El encarcelamiento del periodista Mostapha Hurmatallah supuso un momento crucial en el deterioro de las relaciones entre la prensa y el Estado. Una serie de procesos, iniciados por el poder contra periodistas e internautas, ha puesto de manifiesto que la libertad de prensa en Marruecos se para a las puertas del palacio real.



Líbano (66) ha ganado 32 puestos, ya que este año no figura ningún periodista en la lista de atentados llevados a cabo en el país. El orquestado ataque de Hezbollah, en mayo de 2008, contra algunos medios de comunicación afiliados a la oposición antisiria, no causó víctimas y generó una corriente de indignación en la sociedad libanesa.

 

Europa y la ex URSS

Este año se han dado pocos cambios en el pelotón de cabeza: los veinte primeros países son europeos, a excepción de Canadá y Nueva Zelanda. Los veintisiete miembros de Unión Europea se colocan entre los sesenta primeros clasificados, incluso si Bulgaria, la peor alumna del continente por su complacencia con la corrupción y la violencia político-mafiosa, ocupa un mediocre puesto 59. El mal clima generalizado, las amenazas y la violencia de las mafias en Italia (44), y el temor que ETA hace reinar en España (36), contribuyen a la muy mediana clasificación de esos dos países.



Desde hace dos años Francia (35) ostenta el record europeo en el número de intervenciones policiales o judiciales relacionadas con el secreto de las fuentes, con cinco registros, dos personas examinadas y cuatro citaciones de periodistas. La detención preventiva de Guillaume Desquié (geopolitique.com) por la Dirección de Vigilancia del Territorio (DST), en diciembre de 2007, los registros y el examen de un periodista de Auto Plus, demuestran que la protección de las fuentes aun no está garantizada en el “país de los derechos humanos”.



Los cambios en el antiguo espacio soviético se caracterizan por un grave deterioro de la situación en el Cáucaso, donde dos de los tres Estados que lo componen (Armenia, 102, y Georgia, 120) han pasado por graves conflictos y el Estado de excepción. Georgia, escenario de un conflicto tan violento como repentino, causó varias víctimas en las filas de los periodistas.



Asia Central y Bielorrusia (154) siguen en la cola del pelotón, con Uzbekistán (162) y Turkmenistán (171), entre otros, en los veinte últimos lugares. La situación en Rusia (141), donde continúan la violencia y el acoso de la prensa, no ha cambiado nada con la llegada a la presidencia de Dimitri Medvedev.