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Clasificación Mundial 2010

Europa cae del pedestal, no hay respiro en las dictaduras

Africa

Avances notables en América Central, Brasil alcanza las alturas

Después de que Honduras en 2009 decayera como nunca por las consecuencias del golpe de Estado sobre la libertad de informar, las evoluciones más espectaculares del año conciernen a tres países de América Central. El asesinato de Christian Poveda, el 2 de septiembre de 2009, al inicio del periodo tomado en cuenta, habría lógicamente debido precipitar a El Salvador hacia abajo en la clasificación. No obstante, se produjo lo contrario gracias a los esfuerzos comprometidos y a los resultados obtenidos por el gobierno de Mauricio Funes contra la impunidad en este caso. Incluso si los medios de comunicación no se encuentran a salvo de las amenazas, la ausencia de agresiones o de actos de censura graves impulsa a ese país, reconocido como peligroso, a un rango envidiable. Una tendencia positiva se dibuja también en Guatemala que esta vez no cuenta ningún asesinato, a diferencia de los años precedentes.



Panamá experimenta un movimiento inverso, en una atmósfera cada vez más tensa entre la prensa y las autoridades. Tres episodios graves explican esta caída brutal. En primer lugar, el arresto, a finales del mes de junio y durante 19 días, del periodista jubilado Carlos Núñez, con motivo de una condena por “difamación” e “injuria”, por un caso con doce años de antigüedad y del que incluso el periodista no tenía conocimiento. Enseguida, los malos tratos infligidos en celda a un fotógrafo interpelado por un cliché anodino. Finalmente, las amenazas, acompañadas de un proceso de expulsión, de los que fue objeto el periodista español Paco Gómez Nadal, columnista crítico y defensor de la causa indígena. Durante este tiempo, la vecina Costa Rica mantuvo su lugar de país latinoamericano mejor clasificado. Más al norte, Estados Unidos (50 estados de la Unión) y Canadá, permanecen en los primeros lugares del continente, pero tras una veintena de países. El primer balance de la administración de Obama en materia de acceso a la información se anuncia decepcionante.



Honduras finaliza la lista en América Central con un balance humano comparable, en el norte, al de México, que lo adelanta por poco, seguido en el sur por Colombia, donde a los estragos del escándalo del DAS se suman dos asesinatos (en uno de ellos se confirmó el móvil profesional). En República Dominicana, siempre tensa, más vale no hablar de corrupción y de narcotráfico. La situación vuelve a ser crítica en los países andinos. Bolivia y Ecuador retroceden de nuevo debido a la violencia, las intimidaciones y los bloqueos que mantienen un fuerte clima de polarización política mediática. La situación afecta tanto a la prensa pública como a la privada. Perú baja de posición todavía más, debido a un conjunto de agresiones, siempre muy elevado, pero también a censuras ordenadas desde las altas esferas y al abuso de procesos contra la prensa. Los mismos factores explican el nuevo sumergimiento de Venezuela, donde el acaparamiento de la red audiovisual hertziana por parte del poder y el uso inmoderado de las cadenas presidenciales dejan un margen endeble al pluralismo.



Cuba avanza algunos lugares debido a la ola de liberación de disidentes –en particular de la primavera negra de marzo de 2003– iniciada en julio de 2010. Hoy en día, cinco periodistas permanecen encarcelados en el único Estado del continente que no reconoce ninguna prensa independiente. Si bien el régimen aligeró su carga en favor de sus prisioneros políticos, en contraparte de un exilio forzado, él no cede aún nada en lo que concierne a las libertades públicas.



Problemas persistentes en el sur

Algunos problemas persistentes –sobreconcentración de medios de comunicación, desigualdades económicas, tensiones locales, persecuciones judiciales en exceso, restricciones de cobertura– se reparten en los otros países. A las progresiones ya observadas en el Cono Sur (Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay) se suma esta vez la de Brasil. El gigante de América Latina debe su mejor posición a una disminución de los hechos violentos graves que minaban hasta entonces ciertas regiones y a las pruebas de lucha contra la impunidad en ciertos casos. También se la debe a las evoluciones legislativas favorables en materia de acceso a la información y de libertad editorial, como la reafirmación del derecho a la caricatura en periodo electoral. Finalmente, Brasil cuenta con una de las comunidades de internautas más activas del mundo. La situación sería aún mejor si las medidas de censura preventiva no golpearan a ciertos medios de comunicación.



En tierra anglófona, sólo La Guyana conoce un retroceso significativo, debido a las relaciones a menudo difíciles entre la prensa y la presidencia, pero también a un monopolio del Estado sobre la radio. Este país es ligeramente superado por las seis islas de la Organización de Estados del Caribe Oriental (Organization of Eastern Caribbean States, OECS por sus siglas en inglés), que entran en la clasificación en el mismo rango, justo después de Haití, donde los medios de comunicación se juegan la supervivencia en la reconstrucción después del sismo del 12 de enero de 2010.

 

Américas

Avances notables en América Central, Brasil alcanza las alturas

Después de que Honduras en 2009 decayera como nunca por las consecuencias del golpe de Estado sobre la libertad de informar, las evoluciones más espectaculares del año conciernen a tres países de América Central. El asesinato de Christian Poveda, el 2 de septiembre de 2009, al inicio del periodo tomado en cuenta, habría lógicamente debido precipitar a El Salvador hacia abajo en la clasificación. No obstante, se produjo lo contrario gracias a los esfuerzos comprometidos y a los resultados obtenidos por el gobierno de Mauricio Funes contra la impunidad en este caso. Incluso si los medios de comunicación no se encuentran a salvo de las amenazas, la ausencia de agresiones o de actos de censura graves impulsa a ese país, reconocido como peligroso, a un rango envidiable. Una tendencia positiva se dibuja también en Guatemala que esta vez no cuenta ningún asesinato, a diferencia de los años precedentes.



Panamá experimenta un movimiento inverso, en una atmósfera cada vez más tensa entre la prensa y las autoridades. Tres episodios graves explican esta caída brutal. En primer lugar, el arresto, a finales del mes de junio y durante 19 días, del periodista jubilado Carlos Núñez, con motivo de una condena por “difamación” e “injuria”, por un caso con doce años de antigüedad y del que incluso el periodista no tenía conocimiento. Enseguida, los malos tratos infligidos en celda a un fotógrafo interpelado por un cliché anodino. Finalmente, las amenazas, acompañadas de un proceso de expulsión, de los que fue objeto el periodista español Paco Gómez Nadal, columnista crítico y defensor de la causa indígena. Durante este tiempo, la vecina Costa Rica mantuvo su lugar de país latinoamericano mejor clasificado. Más al norte, Estados Unidos (50 estados de la Unión) y Canadá, permanecen en los primeros lugares del continente, pero tras una veintena de países. El primer balance de la administración de Obama en materia de acceso a la información se anuncia decepcionante.



Honduras finaliza la lista en América Central con un balance humano comparable, en el norte, al de México, que lo adelanta por poco, seguido en el sur por Colombia, donde a los estragos del escándalo del DAS se suman dos asesinatos (en uno de ellos se confirmó el móvil profesional). En República Dominicana, siempre tensa, más vale no hablar de corrupción y de narcotráfico. La situación vuelve a ser crítica en los países andinos. Bolivia y Ecuador retroceden de nuevo debido a la violencia, las intimidaciones y los bloqueos que mantienen un fuerte clima de polarización política mediática. La situación afecta tanto a la prensa pública como a la privada. Perú baja de posición todavía más, debido a un conjunto de agresiones, siempre muy elevado, pero también a censuras ordenadas desde las altas esferas y al abuso de procesos contra la prensa. Los mismos factores explican el nuevo sumergimiento de Venezuela, donde el acaparamiento de la red audiovisual hertziana por parte del poder y el uso inmoderado de las cadenas presidenciales dejan un margen endeble al pluralismo.



Cuba avanza algunos lugares debido a la ola de liberación de disidentes –en particular de la primavera negra de marzo de 2003– iniciada en julio de 2010. Hoy en día, cinco periodistas permanecen encarcelados en el único Estado del continente que no reconoce ninguna prensa independiente. Si bien el régimen aligeró su carga en favor de sus prisioneros políticos, en contraparte de un exilio forzado, él no cede aún nada en lo que concierne a las libertades públicas.



Problemas persistentes en el sur

Algunos problemas persistentes –sobreconcentración de medios de comunicación, desigualdades económicas, tensiones locales, persecuciones judiciales en exceso, restricciones de cobertura– se reparten en los otros países. A las progresiones ya observadas en el Cono Sur (Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay) se suma esta vez la de Brasil. El gigante de América Latina debe su mejor posición a una disminución de los hechos violentos graves que minaban hasta entonces ciertas regiones y a las pruebas de lucha contra la impunidad en ciertos casos. También se la debe a las evoluciones legislativas favorables en materia de acceso a la información y de libertad editorial, como la reafirmación del derecho a la caricatura en periodo electoral. Finalmente, Brasil cuenta con una de las comunidades de internautas más activas del mundo. La situación sería aún mejor si las medidas de censura preventiva no golpearan a ciertos medios de comunicación.



En tierra anglófona, sólo La Guyana conoce un retroceso significativo, debido a las relaciones a menudo difíciles entre la prensa y la presidencia, pero también a un monopolio del Estado sobre la radio. Este país es ligeramente superado por las seis islas de la Organización de Estados del Caribe Oriental (Organization of Eastern Caribbean States, OECS por sus siglas en inglés), que entran en la clasificación en el mismo rango, justo después de Haití, donde los medios de comunicación se juegan la supervivencia en la reconstrucción después del sismo del 12 de enero de 2010.

 

Asia

Los regímenes comunistas asiáticos siguen en los últimos puestos



Los cuatro regímenes comunistas de Asia, Corea del Norte (puesto 177), China (171), Vietnam (165) y Laos (168), forman parte de los últimos quince países de la clasificación mundial de la libertad de prensa de 2010. Justo detrás de Eritrea, Corea del Norte, infierno totalitario, no ha mostrado ninguna mejora. Al revés, en un contexto de sucesión emprendida por Kim Jong-il a favor de su hijo, la represión se ha hecho aún más implacable. China, a pesar del dinamismo de los medios de comunicación y de Internet, sigue con una mala clasificación, a causa de la censura y de la represión incesantes, en particular en Tíbet y en Xinjiang. En Laos, no es tanto la represión la que pesa sobre el pequeño país del sureste de asiático, si no el control político del partido único sobre todos los medios de comunicación. En cambio, en Vietnam, el Partido comunista, que pronto inaugurará su Congreso, se gana esa clasificación más que mediocre por su persecución de la libertad de palabra.



Entre los treinta últimos países de la clasificación de Reporteros sin Fronteras, se encuentran las diez naciones asiáticas, en particular Birmania, donde la junta militar ha decidido que el sistema de censura previa se mantendrá a pesar de que se acerquen las elecciones generales de noviembre.



India y Tailandia caen por graves violencias

La violencia política ha provocado unas caídas en picado muy preocupantes. Tailandia (puesto 153), donde dos periodistas fueron asesinados y más de quince heridos mientras cubrían la represión por el ejército del movimiento de los “camisas rojas” en Bangkok, ha perdido 23 puestos. Por su parte, la India ocupa el puesto 122 (- 17 puestos) en particular por violencias muy graves en Cachemira. Filipinas pierden 34 puestos tras la masacre de más de treinta reporteros por los partidarios de un gobernador de la isla de Mindanao. A pesar de haber juzgado a algunos asesinos de periodistas, prevalece la impunidad. De la misma manera, en el sureste asiático, Indonesia (117) no consigue superar el límite simbólico de los 100 primeros puestos, a pesar del desarrollo destacable de los medios de comunicación. Dos periodistas fueron asesinados y otros fueron amenazados de muerte, en particular por un reportaje sobre el medio ambiente. Malasia (141), Singapur (136) y Timor Oriental (93) pierden puestos. En resumidas cuentas, la represión no se ha apaciguado en los países de la ASEAN, a pesar de adoptar recientemente una Carta de derechos humanos.



En Afganistán (147) y en Paquistán (151), los grupos islamistas armados son responsables en gran parte de la penosa clasificación de su país. Los atentados suicidas y los secuestros hacen que la profesión de periodista sea cada vez más peligrosa en esta zona de Asia del Sur. Pero el Estado no se queda atrás con arrestos que, en ocasiones, son más parecidos a raptos y de los que son objeto periodistas de investigación.



Las democracias asiáticas ganan puestos

Los países de Asia-Pacífico resultan ejemplares. Nueva Zelanda está entre los diez primeros puestos, y Japón (11), Australia (18) y Hong Kong (34) también están bien clasificados. Otras dos democracias asiáticas, Taiwán y Corea del Sur, han remontado varios puestos, 11 y 27 respectivamente, después de destacables degradaciones en la clasificación 2009. Aunque persistan algunos problemas, tal como la independencia editorial de los medios de comunicación públicos, los arrestos y las violencias han parado.



Algunos países en vía de desarrollo también salen adelante, como es el caso de Mongolia (76) o Maldivas (52). Las autoridades se muestran por lo general respetuosas con la libertad de prensa, con, por ejemplo, una despenalización de los delitos de prensa en Maldivas.



En esta clasificación, se pueden ver mejoras engañosas. Las islas Fiyi (149) ganan tres puestos, aunque el gobierno haya aprobado una nueva ley liberticida sobre prensa. El año 2009 fue tan dramático con la presencia de militares en las redacciones, que sólo se podía esperar del año 2010 un poco más de tranquilidad. Sri Lanka (158) gana cuatro puestos, pues se registran menos incidentes, aunque la capacidad de los medios de comunicación para imponerse como contrapoder tiende a reducirse, a causa del exilio de decenas de periodistas.



En esta clasificación de las violaciones de la libertad de prensa, Asia consigue, una vez más, una mala clasificación. Si la prensa es libre, demasiado a menudo debe afrontar la violencia de actores no estatales. Si vive bajo el mando de un régimen autoritario, sufre censura y autocensura. Precisamente por denunciar esta situación, el intelectual chino Liu Xiaobo fue condenado a once años de prisión. Una lucha que afortunadamente ha sido recompensada con el premio Nobel de la paz. Una nueva esperanza en Asia-Pacífico.

 

Europa y la ex URSS

Asia Central, Turquía y Ucrania resultan preocupantes mientras el modelo europeo se fragiliza

Ya denunciadas en la edición 2009 de la clasificación mundial, la actividad legislativa a menudo liberticida de algunos Estados miembros de la Unión Europea así como la recrudescencia de los procesos entablados por los responsables políticos contra la prensa, fragilizan cada vez más el modelo europeo de defensa de la libertad de expresión, desacreditando así su política exterior y el alcance universal de sus valores. Irlanda sigue castigando la blasfemia con una multa de 25 000 euros. Ahora Rumania considera a la prensa como una amenaza para la seguridad nacional y pretende controlar legalmente su trabajo. En Italia, donde una decena de periodistas siguen viviendo bajo protección policial, sólo la tenacidad de una movilización nacional de la prensa –sin precedentes- pudo con el proyecto de ley que pretendía prohibir la publicación del contenido de las escuchas telefónicas, una de las bases de la crónica judicial y del periodismo de investigación. Aunque el Reino Unido siga beneficiándose de una prensa libre de calidad, sus leyes sobre la difamación ofrecen la base a unos procesos en serie entablados por censores de todas partes. Además de ser contraproductivos, todos estos trámites complican la misión de los que, fuera de la EU, intentan obtener la despenalización de los delitos de prensa. Los jefes de gobierno europeos al igual que sus colegas parlamentarios se distinguen por recurrir de manera cada vez más sistemática al juicio contra los órganos de prensa o los periodistas. Estos, de paso, sufren los insultos de los que son víctima cada vez más a menudo por parte de los políticos en sus declaraciones, siguiendo así el ejemplo lamentable de los depredadores de la prensa y olvidando las obligaciones morales a los que los someten sus mandatos públicos. En Eslovenia, el ex primer ministro hace competencia a Silvio Berlusconi y a Robert Fico, pidiendo no menos de 1,5 millones de euros a un periodista que denunciaba las irregularidades que manchan parte de los mercados públicos. En Francia, la mayoría presidencial no ha encontrado palabras bastante duras para calificar a los periodistas que investigaron el caso Woerth/Bettencourt. La palma de la injerencia política se la lleva el gobierno griego que, al imitar la mayoría de los Estados censores, ha exigido de su homólogo alemán que pida disculpas por la portada que la revista Stern dedicó a la crisis económica en Grecia.



Entre los descensos más significativos de la Europa de los 27, Bulgaria sigue cayendo en picado y llega, en compañía de Grecia, al puesto setenta, la peor clasificación para los países miembros de la UE. Francia (puesto 44) e Italia (49), aún confrontadas a unas intromisiones importantes del poder político en la actividad de los medios de comunicación, confirman sus estatus de “malos estudiantes” de los países fundadores de la UE. Aunque se vea con prudente alivio la disminución del activismo de ETA contra la prensa en España (39), en cambio no puede uno dejar de preocuparse por la condena a 21 meses de prisión y por la prohibición de ejercer su profesión impuesta al director de la radio privada Cadena Ser, Daniel Anido, y al director de información Rodolfo Irago (finalemente absueltos). En Dinamarca (11) al igual que en Suecia (1), la libertad de prensa se encuentra bien, pero los intentos de asesinato contra los caricaturistas Kurt Westergaard y Lars Vilks abren la puerta a una autocensura hasta ahora poco presente, cuando de fondo sube el extremismo y el nacionalismo. Eslovaquia (35), que salió de la era tumultuosa del ex primer ministro Robert Fico está ahora bajo observación, cuando entre los Estados Bálticos, Letonia (30) vive un curioso regreso a la violencia y a la censura en período electoral. Aunque esté fragilizada, la Unión Europea, sigue siendo una de las escasas zonas donde la prensa puede existir en condiciones aceptables. Aún así habrá que cuidar de que esta debilitación se combata libremente. El Parlamento Europeo, aún así legítimamente muy presente en estas apuestas a nivel internacional, ha mostrado todos los límites del ejercicio al negar por un voto en sesión plenaria el tratamiento de la situación de la libertad de prensa en Italia. La península balcánica sigue preocupando y muestra sensibles cambios. Montenegro (-27), Macedonia (-34), Serbia (-23) y Kosovo (-17) constituyen los descensos más significativos. Aunque unas reformas legislativas exigidas para entrar en la UE fueron adoptadas en la mayoría de los países balcánicos, su puesta en marcha sigue siendo embrionaria, por no decir inexistente. El control de los medios de comunicación públicos o privados por el uso calculado de los presupuestos publicitarios institucionales, el acuerdo entre los mundos político y judicial hacen que el trabajo periodístico sea cada vez más difícil. En situación de precariedad, oprimida entre la violencia de los grupos ultranacionalistas y unas autoridades que no han renunciado a los viejos reflejos de la era comunista, una parte creciente de los periodistas cede ante una autocensura calculada o ante un periodismo mercenario, más lucrativo, pero que empeora poco a poco la credibilidad de la profesión. Gangrenados por las actividades mafiosas que refuerzan cada año su control financiero en el sector de los medios de comunicación, los títulos independientes emprenden una lucha permanente que se merecería una atención más sostenida por parte de sus vecinos europeos. En el umbral de Europa, Turquía y Ucrania se encuentran en puestos históricamente bajos, la primera (138) estando separada de Rusia (140) solamente por Etiopía (139). Unas caídas que se explican, para Turquía, por la multiplicación frenética de las diligencias, encarcelaciones, condenas de periodistas. Entre ellos, muchos medios de comunicación y profesionales son kurdos o tratan la cuestión kurda. Ucrania paga los múltiples perjuicios a la libertad de prensa que dio de pleno al país desde el mes de febrero de 2010 y la elección de Viktor Ianukovich para dirigir el Estado. De todas maneras, estas violaciones fueron tratadas inicialmente con indiferencia por parte de las autoridades locales. Pero, más grave aún, la censura ha vuelto, en particular en el sector audiovisual, y graves conflictos de intereses amenazan el pluralismo de la prensa. Rusia remonta hasta un puesto (140) más similar a los años anteriores, aparte de la excepción de 2009, marcado por los asesinatos de varios periodistas y defensores de los derechos humanos. No obstante, el país no muestra ningún progreso. El sistema sigue siendo igual de cerrado y reina la impunidad en casos de violencia contra los periodistas.



En Asia central, la constatación es dolorosa. Además de Turkmenistán que, en el puesto 176, sigue formando parte de los peores Estados del mundo en materia de libertades (sólo se tolera la prensa oficial, y a menudo resulta “purgada”), Kazakhstan (162) y Kirguizistán (159) se han acercado peligrosamente de Uzbekistán, estable en el puesto 163. Almaty ha mostrado recurrentes perjuicios a los derechos de la prensa y de los periodistas, el mismo año en que, presidiendo la Organización por la seguridad y la cooperación en Europa, el país sólo podía ser objeto de una atención incrementada. A pesar de múltiples llamamientos, las autoridades no han pensado remediar las disfunciones que pesan sobre la actividad de los medios de comunicación, ni tampoco soltar a Ramazan Eserguepov, encarcelado por razones políticas. El vecino Kirguís ha acompañado este descenso en la clasificación, con el descrédito del cambio de poder del mes de abril y de los disturbios interétnicos de junio. En cuanto a Uzbekistán, el núcleo de periodistas independientes que se niega a tirar la toalla está en el punto de mira de las autoridades judiciales. Los documentalistas, al igual que los periodistas populares fueron víctima de la paranoia del régimen. Todo esto, en la indiferencia de los Estados europeos, demasiado preocupados por la seguridad energética para alzarse en contra de prácticas escandalosas, violando así los compromisos internacionales tomados por los Estados centroasiáticos. Finalmente, la situación es taciturna y estable en Belarús, desgarrado entre dos servilismos, uno con Moscú, otro con la UE, y atrapado entre estas dos potencias. El régimen no hace ninguna concesión a la sociedad civil y sigue, aunque se acerquen las elecciones presidenciales del próximo mes de diciembre, presionando los escasos medios de comunicación independientes del país.

 

Oriente Medio / África del Norte

Tendencias a la baja que se confirman

El descenso de Marruecos (8 lugares menos) refleja la crispación de las autoridades en cuestiones relacionadas con la libertad de prensa, que comenzamos a observar desde 2009. La condena de un periodista a un año de prisión efectiva (purgará ocho meses), el cierre arbitrario de un diario, la asfixia financiera de otro periódico orquestada por las autoridades… tantas prácticas que explican el retroceso de la posición de Marruecos en la clasificación.



Lo mismo se constata en Túnez (baja 10 lugares), que pasa de la posición 154 al lugar 164 (Túnez ya había perdido 9 lugares entre 2008 y 2009). El país continúa su caída en las profundidades de la clasificación por la política de represión sistemática emprendida por las autoridades de Túnez de toda persona que exprese una idea contraria a las del régimen. La enmienda del artículo 61bis del Código Penal es especialmente inquietante en la medida en que conduce a criminalizar todo contacto con organizaciones extranjeras que, al final, pudieran perjudicar los intereses económicos de Túnez.



En una situación idéntica se encuentran Siria (8 lugares menos) y Yemen (3 menos), donde la libertad de prensa se reduce sorprendentemente. Las detenciones arbitrarias continúan efectuándose, así como el recurso de la tortura.



Por su parte, Irán conserva su bajo sitio en la clasificación. La represión emprendida contra los periodistas y los cyberciudadanos un día después de la polémica reelección de Mahmoud Ahmadinejad, en junio de 2009, no ha hecho que reforzarse en 2010.



Una mejora relativa en algunos países

A primera vista, los avances observados entre la clasificación de 2009 y la de 2010 muestran mejoras. Sin embargo, es importante subrayar lo preocupante que era la situación en 2009. Así, 2010 se consagra más bien a un retorno al equilibrio anterior, sin que por ello se experimenten progresos significativos en esos países.



Tal es el caso de Israel fuera de territorio israelí, que “gana” 18 lugares en la clasificación, pasando del 150º al 132º lugar. El año 2010 no estuvo exento de violaciones a la libertad de prensa por parte del ejército israelí, como lo demuestra el caso de los periodistas extranjeros arrestados en una flotilla en mayo 2010, o el de los periodistas palestinos, blanco regular de los disparos de los soldados de Tsahal, así como el enfrentamiento en el Sur de Líbano durante el que un periodista libanés encontró la muerte en agosto pasado. No obstante, 2010 no tiene comparación alguna con 2009, al inicio del cual se desarrollaba la operación “Plomo Endurecido”: entonces, seis periodistas encontraron la muerte, dos de ellos en el ejercicio de sus funciones, y al menos tres edificios que albergaban medios de comunicación fueron tomados como blanco.



De la misma manera, los territorios palestinos ganan 11 lugares en la clasificación 2010 (ocupan la posición 150 en lugar de la 161). Las violaciones del año transcurrido son simplemente “menos graves” que en 2009, incluso si los periodistas y los medios de comunicación continúan pagando por el enfrentamiento entre Hamas y Fatah.



En Argelia el número de procesos emprendidos contra los periodistas disminuyó considerablemente, lo que explica que haya escalado 8 lugares en la clasificación. Entre 2008 y 2009 el país había descendido 20 lugares debido a la multiplicación de las acciones judiciales.



Irak ganó 15 lugares (ocupa el 130°) debido a una mejora considerable de las condiciones de seguridad en el país. Esto, pese al hecho de que tres periodistas murieran entre el 1 de septiembre de 2009 y el 31 de agosto 2010, dos de ellos asesinados. Después, tres muertos en menos de un mes… la retirada de las fuerzas estadounidenses que combatían en Irak, a finales de agosto, marca necesariamente el inicio de una nueva era. La seguridad de los ciudadanos y en particular la de los periodistas, no debe padecer esto.



Caídas en el Golfo pérsico

Bahréin conoce un retroceso en la clasificación, pasando del lugar 119 al 144. Esto se explica por la multiplicación de los encarcelamientos y de los procesos, sobre todo contra blogueros y cyberciudadanos.



Otro descenso importante es el de Kuwait, que pierde 27 lugares, pasando de la posición 60 a la 87, principalmente por el ensañamiento de las autoridades kuwaitíes contra el abogado y bloguero Mohammed Abdel Qader Al-Jassem, encarcelado dos veces tras quejas interpuestas por personalidades cercanas al régimen. Esto, contradice la intención de las autoridades, que pretenden dar la imagen de ser la primera democracia del Golfo.