A medida que se ha agravado la crisis económica y política del país, y se han endurecido las restricciones impuestas a los periodistas, la libertad de prensa se ha ido deteriorando. Desde el 7 de octubre y el impacto de la guerra en Gaza, la situación en este país vecino ha empeorado considerablemente, con tres periodistas asesinados por ataques israelíes mientras cubrían las tensiones en la frontera sur de Líbano.
Panorama mediático
Existe una libertad real en la forma en que se expresan los medios libaneses, aunque el mercado, en realidad, está controlado por algunos individuos directamente afiliados a partidos políticos o pertenecientes a dinastías locales. Las cadenas más influyentes son LBCI, Al Jadeed y MTV, propiedad de las familias Daher-Saad, Khayat y Murr. Al Manar es la cadena oficial de Hezbolá.
Contexto político
A pesar de un sólido ecosistema de medios independientes en Internet, surgido antes y después de las protestas populares de 2019, el panorama mediático se caracteriza por el control de los partidos políticos sobre los medios, dependientes de sus inversores, que refleja la estructura política libanesa. La prensa refleja las diferencias políticas y comunitarias del país, así como la tutela confesional que pesa sobre los medios.
Marco legal
La ley impone a los medios transparencia sobre su accionariado y sobre su financiación. Sin embargo, algunos desarrollan estructuras especialmente opacas. Además, el código penal considera la difamación, la calumnia y la difusión de informaciones falsas como infracciones, cuya definición es difusa. Se observa en el país una inquietante instrumentalización de la justicia, que condena regularmente a medios y periodistas al pago de multas o a prisión con sentencias dictadas en ausencia del imputado.
Contexto económico
Los medios padecen la crisis económica histórica por la que atraviesa el país. La explosión del puerto de Beirut, en agosto de 2020, les obligó a realizar enormes recortes presupuestarios, que afectaron tanto a sus actividades, como a sus plantillas. Un número significativo de periodistas y redacciones basados en la capital y afectados por la explosión dependen de las ayudas internacionales para recuperarse y afrontar la crisis. La escasez de carburantes y de electricidad les impiden ejercer sobre el terreno.
Contexto sociocultural
La opinión pública es mayoritariamente conservadora y algunos temas siguen siendo tabú, cuando no prohibidos, como las críticas al legado cultural y religioso. En 2023, varios partidos políticos amenazaron con aprobar leyes que castiguen a los periodistas que cubren temas relacionados con el feminismo o las personas LGTB. Los periodistas y los medios que cubren la difícil situación de los refugiados sirios en el país son acosados a menudo y acusados de servir a los intereses occidentales. Los militantes políticos participan en campañas de intimidación, especialmente los fieles a Hezbolá, que utilizan X (antes Twitter) para amenazar a los periodistas.
Seguridad
En 2023 fueron asesinados tres periodistas por bombardeos israelíes en la frontera y otros resultaron gravemente heridos en este ataque. Antes del 7 de octubre, el año había estado marcado por un resurgimiento de las citaciones a periodistas por parte de las fuerzas de seguridad para interrogarlos por sus coberturas de la crisis económica o de la explosión en el puerto de Beirut de 2020; una práctica que vuelve a ser habitual. Abordar estos dos hechos ha intensificado los ataques y los procesos judiciales contra los medios de comunicación. Los crímenes contra periodistas suelen quedar impunes.