Andorra adolece de los obstáculos que los enclaves pequeños imponen al libre ejercicio del periodismo: falta de pluralidad e injerencias constantes del poder político y económico -especialmente entrelazados en el país- en unos medios mayoritariamente en manos de empresarios con intereses.
Panorama mediático
El minúsculo tamaño de Andorra y la concentración de importantes intereses económicos, reducen a la mínima expresión no sólo el número de medios, sino su fortaleza e independencia. Junto al ente público RTVA (Radio y Televisión de Andorra), bajo influencia del Gobierno de turno, subsiste un pequeño ecosistema de diarios, liderado por Diari d’Andorra y algunas otras publicaciones en manos de banqueros y empresarios con fortísimos intereses en el Principado. La única agencia de noticias funciona más como una agencia de comunicación.
Contexto político
La relativamente reciente tradición democrática del Principado (la Constitución de Andorra no ha cumplido aún 30 años) y la influencia de las élites económicas en todas las instituciones del país configuran un modelo opaco, en el que los poderes del Estado están mal diferenciados y en el que los pocos periodistas independientes no pueden ejercer adecuadamente como contrapoder.
Marco legal
Le censura oficial no existe, pero con unos medios públicos proclives al Gobierno y unos medios privados controlados por empresarios o banqueros, no se necesita silenciar a un paisaje mediático dócil en el relato de la cotidianidad del Principado, poco dado a la investigación de los escándalos financieros del país y proclive a la autocensura.
Contexto económico
La influencia de la banca es omnipresente en el país y condiciona drásticamente las inversiones en publicidad y, en consecuencia, la línea editorial de las publicaciones, a falta de mecanismos de protección de la independencia de los medios.
Contexto sociocultural
La tradición conservadora de un país marcado por la Iglesia católica, reacio a debates sociales plurales, puede condicionar la independencia de los medios. En Andorra, por ejemplo, los periodistas no tienen acceso -para entrevistas o como fuentes de información- a jueces, magistrados u otros miembros de un sistema judicial arcaico.